DOS A QUERERSE
CFK dio una nueva clase “magistral”. La importancia no radicó en el mensaje. Allí hubo más de lo mismo. Lo relevante fue el momento. Eligió disertar luego de la imponente marcha en defensa de la educación pública y antes del tratamiento en Diputados de la Ley Bases y el paquete fiscal. Entrar a escena en el tiempo justo. Esa es la cuestión. El presidente Milei, agradecido. Nada mejor para recordarle a sus seguidores que el kirchnerismo no es asunto del pasado, sino que sigue ahí, expectante, como encarnación vernácula de las ideas socializantes y estatistas, auténtico titiritero de los hilos de “la máquina de impedir”. La vieja grieta, pero remixada, sin los tonos tibios de la versión original de Cambiemos. Ella y él se necesitan, se potencian y, muy probablemente, se respetan mucho más de lo que supone la audiencia. Hay quienes señalan explícitos entendimientos secretos. Vaya uno a saber. Pueden ser coincidencias implícitas. Da igual. Lo importante para el libertario es que Cristina cristaliza a la principal fuerza opositora en el lugar preciso en que él la necesita. Su reivindicación del Estado presente, sin cambios, sin autocríticas, sin nuevos públicos, desde el confort que le brinda la tercera sección electoral del conurbano bonaerense, impulsa al Presidente a sostener su credo maximalista “contra la fatal arrogancia de creer que se puede administrar eficientemente lo público”. Por ahora esta confrontación le reporta mejores dividendos al León, quien ha logrado contener a todo el electorado anti K, cooptar completa la dirigencia del PRO y lograr la adhesión de la mayor parte de la UCR. En Unión por la Patria no queda tan claro que se pueda conducir todo desde el Instituto Patria. Algunos comenzaron a tratar por su cuenta (los catamarqueños, por ejemplo) y otros susurran que no resulta buen negocio que los bloques voten siempre a la par de la izquierda mas dura. Gobernadores e intendentes peronistas miran sus distritos y los números de las encuestas les devuelven datos duros: Milei mide bien y Cristina mal. Regalarle la conducción de la estrategia de un conjunto tan diverso parece demasiado audaz. Claro que “la jefa” se sigue autopercibiendo como tal y acelera. La mejor manera de seguir dando batalla es contar con la patente de “enemiga pública número uno” firmada y comunicada por el comandante de las fuerzas del cielo. El destino lleva a los dos a quererse.