Sobreviviendo
Chapecoense volvió a jugar luego de la tragedia: antes, los sobrevivientes levantaron la Copa.
La silla de ruedas es empujada por Nivaldo, arquero histórico del Chapecoense, uno de los que se salvó de la tragedia porque no viajó a la final de la Sudamericana. El horror lo empujó a colgar los guantes. Ahora forma parte del cuerpo técnico. El llevó a Jackson Follmann, el arquero que sobrevivió pero que perdió una de sus piernas: apenas asomó por la cancha, fue ovacionado por los 22.000 hinchas que coparon el Arena Condá. El lloró. Y todos lloraron con él. El Chape jugó su primer partido desde que la tragedia del avión cambió las vidas de este club, de esta ciudad, de esta gente, para siempre. Fue un amistoso ante el Palmeiras, que terminó empatado 2-2. Pero antes de que la pelota rodara, hubo un emotivo homenaje a las 71 víctimas. Follmann estuvo acompañando por Hélio Hermito Neto y Alan Ruschel, los otros jugadores sobrevivientes. Los tres levanta- ron la Copa Sudamericana, la que quisieron ganar en el campo de juego, la que Atlético Nacional de Medellín les otorgó y que luego avaló la Conmebol. Justicia. Todos se quebraron una y otra vez cuando nombraron a los fallecidos. Las esposas de los jugadores que perdieron sus vidas recibieron la medalla del campeón. La herida tardará años en cicatrizar, si es que alguna vez algo así logra cerrarse. Por ahora, el Chape sobrevive. Da pasitos pequeños. Se refunda. El club ya armó un nuevo plantel con los futbolistas que que- daron, 11 pibes que subieron y 22 refuerzos. Se viene un año que será realmente movido, ya que el Verde del Oeste jugará Copa Libertadores, Brasileirao, Copa de Brasil, Campeonato Catarinense, Primeira Liga, Recopa Sudamericana y la Copa Suruga Bank en Japón. Cuando el partido iba por los 71 minutos, se detuvo para recordar a las 71 víctimas del infame vuelo de LaMia. Fue como una brisa. Douglas Grolli y Amaral convirtieron los goles. Casi anecdótico. El Chape quiere renacer. Mientras tanto anda sobreviviendo.