Olé

Román, el látigo del hincha

- ANTONIO SERPA aserpa@ole.com.ar

Hay muchas palabras que no nacieron para estar juntas en una misma frase. Riquelme e inocencia son dos de ellas. Para entender las últimas declaracio­nes de Román, es necesario brindar cierto contexto. 1) Jamás se llevó bien con Guillermo: los separa un abismo desde el origen. 2) Jamás se llevó bien con nadie que rozara su idolatría. Ni Maradona. 3) Jamás admitió que nadie, en el Mundo Boca, estuviera por encima suyo: sea jugador, DT o presidente. Hechas estas aclaracion­es, habrá que decir que Riquelme, lejos de representa­r el sentimient­o del hincha de Boca, se ha convertido en su látigo. En el flagelo que nadie quiere escuchar. Y en esto no está en discusión si lo que dice es cierto o no -tiene razón en algunas cosas y no tanto en otras- sino las formas. Riquelme habla para el hincha de River. Y para correr del mapa a los que él considera que pueden hacerle sombra. Un error hijo de la insegurida­d: Riquelme es el máximo ídolo de Boca y por momentos elige competidor­es que no están a su altura. Alguna vez le pegó hasta en el piso al mismo Arruabarre­na que ahora defiende. A Tevez, uno que le peleó el corazón del hincha, le pide que vuelva como una máscara de lo que realmente le factura: que se haya ido a China. “Yo no lo hubiera hecho”, compara. Con Guillermo, otro pesado en las preferenci­as de la gente, las diferencia­s existieron siempre. Por eso sigue echándole sal a la herida de una eliminació­n que Boca trata de curar. Pero lo más llamativo de todo es verlo pedir unidad. Justo él, un conspirado­r de la convivenci­a interna que fue semilla de discordia durante tantos años. Y que hoy, desde afuera, sigue dividiendo.

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