¿Contigol?
El central primero la metió en su arco y luego gritó en el otro. El 1-1 no les sirve.
Desde el inicio se vio a un equipo compacto, decidido e intenso, muy superior al otro. Porque así salió a jugar Olimpo en el Cementerio de los Elefantes: quizás con más brío que inteligencia, pero ya a los cinco minutos el Aurinegro contó con dos aproximaciones que les pararon los pelos a los hinchas locales: ambas surgidas desde los pies de Pizzini, que no pudo concretarlas. Aun así, el conjunto visitante persistió en su búsqueda por los costados (tanto Clemente Rodríguez como Arroyo sufrieron por sus bandas) y precisamente por el lado izquierdo del Sabalero se infiltró Troyansky, quien pasada la media hora de juego asistió a Tellechea para que buscara un centro y la pelota le rebotara a Conti. Ese desvío en el central santafesino desacomodó los ojos de Broun, quien no pudo hacer nada, y el 1-0 se estampó en el marcador. Luego, la falta de coordinación y de precisión en el local se acrecentaron, y si los dirigidos por Sciaqua no aumentaron la ventaja fue por las malas resoluciones que tomaron en los metros finales. Sin embargo, Eduardo Domínguez agarró la pizarra en el entretiempo, dibujó dos cambios ofensivos (Vera por Blanco y Facundo Pereyra por Arroyo) y la cosa cambió: Colón ajustó las ideas en su cabeza, se tranquilizó cuando tuvo la posesión de la pelota y fue más lúcido para avanzar en el campo. Encima, como el fútbol guarda la inocencia de los nenes, que lloran y a la media hora sonríen de nuevo, apareció quien hasta ahí había sido el malo de la película: Conti cabeceó tras un corner y empató el partido. De todos modos, la expulsión de Bernardi un rato después del 1-1, le bajó los decibeles a un Sabalero que parecía subir las agujas en el velocímetro, y poco a poco fue llegando al punto muerto. Es que así, en un punto muerto, acabó la noche: el empate no le sirve a ninguno de los dos, que deben sumar pensando en el descenso.