Olé

Newell’s sacó un empate raro de la dura cancha de Patronato. Le costó mucho conseguirl­o, pero tuvo chances para ganarlo y ahora Boca se le puede escapar.

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cualquier pelotazo acertado que viniera desde el fondo. El local, ordenadito, esperó y apostó por lo que le podían dar Arce y Comas por las bandas. Y justo desde un centro que vino de la izquierda llegó el gol, con algo de fortuna: Telechea quiso definir con la punta del pie, la pelota salió para arriba, el delantero llegó a empujar de cabeza, la bola dio en el travesaño y picó apenas adentro. El cachetazo sacó lo peor de Newell’s. Lo desorientó y parecía que la punta le quedaba bien lejos. Pero en el ST, que también había arrancado con el freno de mano puesto, la suerte les sonrió a los rosarinos. Scocco (siempre él) se iluminó y en un mano a mano con Bértoli definió por arriba. La pelota se iba, pero Andrade se la llevó por delante y terminó empatándol­o. Fue el envión del gol lo que hizo que la Lepra pudiera encontrars­e con una versión mejorada. Consiguió la redonda, se sintió mucho más cómodo y generó chances. De no ser por un tapadón del arquero del Patrón ante una floja definición de Amoroso con el arco libre, se habría llevado tres puntos al Coloso y estaría en la cima. Pero no. Sacó un empate en una cancha complicada, pero que con sus aspiracion­es, a la espera de los partidos de San Lorenzo y Boca, aporta poco. Al final, no le sirve Paraná. Paraná. Donde Patronato se hace fuerte, donde construye sus esperanzas para quedarse mucho tiempo en Primera. Donde cosecha la mayoría de sus puntos y pocos salen victorioso­s. Este contexto hacía que, antes de arrancar el torneo, para un Newell’s que venía de campañas pobrísi3 mas, sacar un poroto fuera positivo. Pero las circunstan­cias de vison otras: la Sin ganar NOB Lepra está sitante: dos empates subido al tren y una derrota. de arriba, y el 11 que sacó ante el Patrón, al fin y al cabo, no le termina de cerrar. No es que el escolta haya pasado por arriba al rival y por eso el punto tenga gusto a poco. De hecho, pese a un arranque prometedor, tuvo ratos en los que le costó mostrar aquella identidad que lo llevó a golear a Vélez. No ayudó que Quignon jugara rengo desde los siete minutos y tuviera que salir a los 31 por la patada que le metió Guzmán. Sin él, el fútbol de NOB disminuye de manera significat­iva. Lo reemplazó Sills, otro metedor como Elías, y los talentosos de arriba quedaron muy lejos, a la espera de Scocco generó el gol en contra de Andrade. Otra vez, fue el mejor de la Lepra.

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JOSE ALMEIDA
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