Olé

Chopp tengo fe

- NICOLAS BERARDO nberardo@ole.com.ar

Noche cervecera. Veintipico de grados, otoño primaveral, y una victoria para refrescar un poco la cabeza. Un sorbo de paz, necesario. No emborrachó, San Lorenzo: hubiera sido utópico pensar que lo haría después de una seguidilla de juego irregular. Pero ganó, llegó a la punta -ahora compartida con el niño mayor- y mostró algunas recuperaci­ones individual­es que, con el correr de los minutos, fueron repercutie­ndo en la sincroniza­ción colectiva. Y eso brinda esperanzas a futuro. Creer que ya está, que San Lorenzo volvió a ser lo que fue hace apenas cuatro meses, sería exagerar. Sin embargo, consiguió algo que no había logrado ante Godoy Cruz, acaso el peor partido de los últimos tiempos. El equipo atacó mucho y bien: pateó 12 veces al arco y sólo metió tres goles porque, hasta que llegó el gol de Cerutti, faltaba tranquilid­ad al momento de definir. La pausa de Pocho en el 1-0 -una muestra de su paulatina recuperaci­ón de nivel- también desaceleró al equipo. El desahogo, recién a los 31’ del segundo tiempo y con un hombre de más (vale marcarlo), liberó de presión a Belluschi, soltó a Botta y a Mussis, lo que se tradujo en calidad de juego y en confianza. Una muestra fue el 2-0: Avila, que está aprovechan­do las oportunida­des que le está brindando Aguirre, enfiló a velocidad Lavezzi, metió un par de fintas y amplió la ventaja. Y cuando se terminaba el partido, le convidó la pelota a Blandi para que la empujara y saliera festejando con un grito de catarsis, alegría y descarga de bronca. Es saludable que haya convertido. Para brindar con porrón, y pensar en la Copa. Esta victoria debe servir de catapulta anímica para la Libertador­es. Faltan más de dos semanas para el primer cruce ante Universida­d Católica, lo que permite que el carreteo se convierta en despegue. Para el equipo, y para los rendimient­os individual­es de aquellos que no siempre tienen una chance, como Rojas y Senesi, dos juveniles de buen partido y gran futuro. La rebeldía que se mostró ayer sirve para ilusionarn­os. Este equipo puede recuperar la memoria, jugar mejor, y lo demostró en un partido complicadí­simo por lo emocional. Agregándol­e a Ortigoza (y algún ratito de Romagnoli, por favor...) todo puede cambiar. ¿Por qué no pensar en pelear desde abajo una clasificac­ión que parece imposible? ¿Acaso no nos pasó algo parecido en la Copa 2014? Chopp tengo fe.

El espíritu para jugar es el que se mostró ayer. El fútbol fluido ya vendrá...

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