Olé

LA ERA DE LA MADUREZ

- PABLO RAMÓN p r a m o n @ ole.com.ar

La escena se repite. Darío Benedetto hace su gol, e inmediatam­ente gira sobre su propio eje y busca a Cristian Pavón. La incidencia del nuevo 7 bravo de Boca no es nueva. Para nada. Lo que sí es un escenario nuevo en la construcci­ón ofensiva de Boca es el salto de calidad que Pavón le está dando al ataque del campeón. Si hay coincidenc­ia generaliza­da en que este equipo es más pensante, menos acelerado que su predecesor y que toma mejores decisiones mucho tiene que ver en la evolución que tuvo Pavón en su juego.

La madurez no es una construcci­ón de un día para el otro. Es una tarea constante, de evolucione­s pequeñas, impercepti­bles en la mirada corta, pero que puesta en perspectiv­a, en el trazo grueso, se nota más. El cordobés ya venía mostrando algo de eso en el final del torneo pasado. Después de una laguna en el rendimient­o -que coincidió con un bajón general del equipo-, su nivel fue creciendo, al punto de terminar siendo decisivo. En esos momentos se empezaron a ver destellos de un juego diferente. De a poco, el apuro se fue dando lugar a una lectura más amplia del juego. Su postura corporal cambió: ahora recibe la pelota con la cabeza levantada y el cerebro listo para tomar la decisión siguiente.

El primer gol del partido es una ilustració­n perfecta del nuevo Pavón: el 7 recibió un pase de Fabra, y en lugar de desbordar él, hace un movimiento impropio del Pavón de otros tiempos: espera. Bailotea sobre la pelota, con la mirada fija en el mardador, aguardando que Fabra, que ya venía lanzado en velocidad, lo pase por el costado. Ahí sí, le da un pase impecable para que Frank le sirva el gol a Benedetto. La semana pasada hizo otra jugada que marca su madurez. Fue en el segundo gol frente a Godoy Cruz. Cuando Cardona metió un cambio de frente y el cordobés resolvió a un toque, sin parar la pelota, para habilitar a Pablo Pérez que llegaba vacío. Para hacer eso hay que estar mirando toda la jugada, el bosque y no el árbol, y tener talento para que la decisión correcta tenga correlato en los pies. Eso siempre lo tuvo.

Ahora, Pavón aprendió a selecciona­r sus piques, administra mejor el aire, regula más el físico. Corre menos, porque corre mejor, y lo bueno es que sigue llegando antes que los demás.

El 7 también entendió que un tiempo más en Boca le iba a dar más réditos (deportivos y económicos) que agarrar ahora los millones que le ofrecía el Zenit de Rusia. Y en lugar de forzar una salida, volvió a decidir con la cabeza. Era mejor para él completar su tiempo de maduración en Boca, invertir en lugar de apostar y seguir confiando en un cuerpo técnico que es un cheque en blanco para evoluciona­r. El club lo premió con un contrato mejor y la perspectiv­a de seguir creciendo y, por qué no, de ganarse un buen lugar en la historia, que no es poco.

Sampaoli fue a Liniers a ver a Benedetto, a Gago, a Pablo Pérez. Porque necesita hoy, ya, ahora, un equipo que le saque el papelón del fuego. Para el mañana tendrá que pensar sí o sí en Pavón. Porque no hay muchos jugadores en el mundo que hayan aprendido a que por más rápido que sean sus pies, siempre se llega primero con la cabeza.

Y eso vale oro.

PAVÓN APRENDIÓ QUE VA MÁS RÁPIDO CON LA CABEZA...

LA PAUSA QUE METIÓ EN EL PRIMER GOL NO LA TENÍA ANTES...

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EL PUNTA FRENÓ Y ESPERÓ A FABRA PARA FABRICAR LA PARED QUE CULMINÓ EN GOL DE BENEDETTO.
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