“SENSACIÓN AGRIDULCE. DESEO QUE LE VAYA BIEN”.
El Rojo cerró la excursión por Mendoza con su tercera caída al hilo. Desperdició varias situaciones y el Tomba lo ganó con un penal.
De la euforia a la depresión. De los festejos a recostarse sobre el diván en búsqueda de explicaciones para tanta ciclotimia. De las ilusiones de copa a pasarse de copas. De ganar por prepotencia a ser un fiel reflejo de impotencia. No hubo escalas. Tampoco anestesia. El golpe duele porque Independiente se desplomó en apenas 11 días. Lejos parece haber quedado la celebración por aquel 2-0 con diez hombres ante Atlético Tucumán. En Mendoza, al pie de la Cordillera, el Rojo fue tapado por una avalancha de derrotas: perdió dos veces allá, se quedó sin Copa Argentina y van tres caídas consecutivas.
El equipo de Ariel Holan parece estar en estado de ebriedad. No se puede levantar, se pierde goles insólitos, te recita un poema con algunas jugadas de alto vuelo, pero al rato derrapa y sus jugadores disparan un rosario de insultos ante cada situación desperdiciada. En Mendoza, al Rojo le vendieron vino picado y ahora se está viniendo en picada.
Que el Torito Rodríguez haya sido el protagonista principal de la mayoría de las ocasiones de gol que tuvo Independiente delata que hay un déficit arriba. No se justifica la apuesta del técnico de sacar a Fernández del área, su hábitat natural, para poner a un Gigliotti que, desde que volvió tras una pubalgia, casi siempre llega un segundo tarde al encuentro con la pelota. Es cierto que Godoy Cruz se llevó un premio demasiado grande. Con un penal, consiguió más de lo que fue a buscar. El Tomba sólo logró robarle la pelota al conjunto de Avellaneda en los primeros 15 minutos de cada tiempo. Independiente, que procuró atacar de afuera hacia adentro mediante la velocidad y el desequilibrio de Meza y Fernández, no pudo aprovechar las facilidades que le brindó un rival que retrocedió mal ante cada pérdida y que le concedió espacios.
Cuando su equipo ya estaba en desventaja, Holan reaccionó haciendo ingresar a Benítez y Barco por Gigliotti y Erviti. De reclamar tranquilidad pasó a cambiar en búsqueda de vértigo. El Rojo se arrimó al área contraria, pero ya era demasiado tarde. El vino le cayó mal a un Independiente que les está generando dolores de cabeza y mareos a sus hinchas.
EL MARTES QUEDÓ OUT DE LA COPA ARGENTINA EN ESA CANCHA.