Olé

ZONA LIBERADA Vs. San Martín de San Juan (4-2) Vs. Atlético Tucumán (1-1)

Boca sufre en las pelotas paradas, aunque no le convierten tanto. La marca mixta que hace necesita mayor atención.

- VICENTE MUGLIA v m u g l i a @ole.com.ar

La fría estadístic­a señala que de los 12 goles que Boca recibió en lo que va de la Superliga, sólo dos fueron de pelota parada (el de San Martín de San Juan y el de Atlético Tucumán). Es decir, apenas un 16,6%. Claro que dicha cifra hace referencia a la eficacia lograda por el equipo rival. Sin embargo, la sensación que flota en el ambiente es que el equipo dirigido por Guillermo Barros Schelotto se muestra más vulnerable en la defensa del juego aéreo que lo que establecen los números. Muchos centros provenient­es de corners o tiros libres en contra no terminaron en gol pero sí fueron ganados de arriba por algún adversario. Y algunos finalizaro­n adentro del arco en una segunda jugada (el tanto de Botta de San Lorenzo) o tras un centro pero no de balón detenido (el de Galeano de Godoy Cruz). El domingo en Tucumán, el rival se aprovechó de esas dudas y se puso 1-0 por dicha vía. Entonces, la lupa se posa sobre la forma de marcar de Boca. El entrenador elige para defender esas pelotas una marca mixta, en zona y al hombre. Así como no hay un sistema táctico perfecto para ganar, tampoco existe la fórmula exitosa para las pelotas paradas. Igualmente, surge la inquietud: ¿habrá llegado la hora de que Guille evalúe y revea el método o que lo mantenga pero le exija mayor compromiso a sus jugadores?

Para defender un centro existen tres opciones: marcar hombre a hombre, en zona o apostar a una marcación mixta. La primera alternativ­a implica que cada jugador tenga asignado a un rival para perseguirl­o y así intentar neutraliza­r su participac­ión ofensiva. Se precisa de buenos defensores que sean aptos y saquen ventaja en el contacto físico. La marca en zona, en tanto, quizá requiere de mayor tiempo de trabajo y compromiso por parte del futbolista porque debe estar atento para custodiar el sector del área que le fue asignado -al que un rival puede llegar a la carrera para cabecear-, y seguir la trayectori­a de la pelota. Y la marcación mixta, la utilizada por la mayoría en el fútbol argentino, es una mezcla: algunos jugadores marcan en zona y otros van al hombre, por lo general a los dos o tres mejores cabeceador­es rivales. El equipo defendió más adentro, pero Fernández se descolgó, anticipó a todos y la metió de cabeza.

El tema es foco de debate desde hace tiempo. Cuando Gabriel Milito dirigió a Estudiante­s, había sido cuestionad­o por la prensa porque el equipo venía de sufrir tres goles de pelota parada. La marcación en zona era la que había sido elegida para esos encuentros (Rafaela, Aldosivi y Gimnasia). Pero en un partido ante Newell’s, el equipo cambió y marcó hombre a hombre sin producir una mejora: el gol de Boyé vino de un córner. En la conferenci­a, el DT remarcó: “Ustedes reclamaban marcar hombre, lo hicimos y también nos convirtier­on. En la pelota detenida no hay un sistema mejor que otro, es sólo una acción de segundos y no estuvimos precisos para marcar”.

Hace poco, en una entrevista para Olé, Wilfredo Caballero fue consultado sobre si él, como arquero, prefería la línea de tres o de cuatro y la marcación al hombre o en zona en las pelotas paradas. Su respuesta fue la siguiente: “Me tocaron todos los métodos y puedo decir que la elección del entrenador sobre cómo marcar es relativo. Lo más importante, para mí como arquero, es tener a diez leones como compañeros a la hora de defender. La actitud y la concentrac­ión que se tengan en ese momento son claves y están por encima de cualquier sistema”.

Justamente el tema de la actitud y la concentrac­ión del que hablaba Willy tiene relación con lo que le pasa a Boca. En la Copa Argentina del año pasado quedó eliminado con Central, que convirtió tras una pelota parada en la que Mauricio Martínez ingresó solo por el segundo palo. En la repetición se ve la marca en zona y a Gago que pierde al autor del gol después de haber sufrido una caída.

El domingo, ante los tucumanos, la defensa se paró en línea fuera del área grande. Como sucede siempre en el ciclo Guillermo, en esa marcación todas las veces hay superiorid­ad numérica. En este caso fueron diez vs. siete. La pelota, llovida a la zona libre del área, encontró a Goltz retrocedie­ndo y no llegando y a Rossi a mitad de camino. Boca defendió el tiro libre a la altura de la barrera, la pelota cayó llovida, Barrios perdió a su marca y Toledo convirtió.

“HAY QUE REVER LA PELOTA PARADA. LA MAYORÍA DE LOS GOLES VIENEN ASÍ”. Lisandro Magallán

Para evitar que el balón caiga en esa zona muerta hay dos posibilida­des: que la defensa se pare un poco más atrás (eso siempre depende de dónde se ubica la barrera) o que el arquero espere el centro más adelante. Entre Rossi y la línea en donde se posicionó Boca para defender había 18 metros. Demasiado. Lo que les pide Guillermo a sus dirigidos es que arranquen antes que los atacantes para anticipar el envío. En este caso puntual, Cabral y Toledo tenían marca personal. El que debía marcar a Toledo era Barrios, que en la acción recibió una cortina y se resbaló.

Contra San Martín de San Juan, hace un par de fechas en la Bombonera, le ocurrió algo similar. El tiro libre rival cayó en la zona muerta, la del punto del penal, y Fernández fue el que se descolgó de la maraña que se armó en el área para anticipar a todos y convertir de cabeza. Ahí, el que salió cuando debía quedarse fue Nández.

Guillermo ya tomó nota de esos inconvenie­ntes y si bien en la intimidad es un tema que no le preocupa demasiado, sabe que debe aceitarse el funcionami­ento en dicha acción del juego. En sistemas de este tipo siempre es importante conocer las fortalezas del rival y también las debilidade­s propias y qué método le es más cómodo a los jugadores. Si bien nada es garantía de imbatibili­dad, habría que ver si “la teoría del perro” de César Luis Menotti sirve para esta situación. El Flaco, una vez, realizó esta particular comparació­n al respecto: “Usted pone a un perro feroz delante de la puerta de su casa y vienen dos ladrones. Al primero que se acerca, el perro feroz le ladra y se le tira encima. El ladrón corre, el perro va tras él y se aleja de la puerta. Mientras eso ocurre, el otro ladrón aprovecha que no está el perro, entra en la casa y roba. El perro guardián, en cambio, le ladra al primer ladrón pero, inmediatam­ente, vuelve a custodiar la puerta. No la abandona. Esa es la diferencia. El perro guardián es el que marca en zona, el feroz prefiere al hombre”.

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