LA VUELTA DE UN CLÁSICO
Tras diez años afuera del calendario, la Máxima retorna a Francia. Será en el circuito de Paul Ricard, donde no se realiza un GP desde 1990.
En las primeras 59 temporadas, Francia sólo faltó en la agenda anual de la Fórmula 1 en 1955, año en el que la tragedia de Le Mans motivó la cancelación del Gran Premio. Era una fija en el calendario desde 1950, cuando nació la categoría, carrera que ganó Juan Manuel Fangio con un Alfa Romeo en Reims. El GP francés vivió varias mudanzas hasta que, tras pasar por Rouen, Clermont, Le Mans, Le Castellet y Dijon, finalmente en 1991 se afincó en Magny-Cours, lugar en el que se corrió hasta 2008. Pero el trazado emplazado en el medio de la campiña francesa no colmaba los pedidos de FOM (empresa gerenciadora de la F-1), que entre tantas cosas pide una gran metrópoli para recibir al gran circo. Sin un lugar que cumpliera las exigencias, Bernie Ecclestone, entonces mandamás de la categoría, le bajó el pulgar.
La caída de Francia de la Máxima fue casi una herejía para un país que tuvo 71 pilotos en la parrilla. Pero nuevos mercados (especialmente asiáticos), ávidos por mostrarse al mundo y dispuestos a depositar cuantiosas sumas de dinero en las arcas de FOM fueron ganando terreno y Europa, la meca de la F-1, perdió terreno. Así fueron apareciendo Bahrein, Singapur, Abu Dhabi, Corea del Sur e India.
Sin embargo, la falta de Francia se cortará este fin de semana. En el 2016 comenzó a pergeñarse el retorno en el circuito de Paul Ricard, en Le Castellet, lugar que no visita la Máxima desde 1990, con victoria de Alain Prost con Ferrari. El encargado de iniciar las negociaciones fue Ecclestone, quien aún comandaba al Mundial y casualmente también es el dueño del autódromo desde 1999. Se reasfaltó completo y se ensanchó la pista en algunas curvas para posibilitar adelantamientos. Este fin de semana (mañana arrancará la actividad), un verdadero clásico estará de vuelta. Sebastian Vettel llegará como líder.