PAPELÓN DEL QUE NO SE VUELVE MÁS

La desdichada ocasión exige tomar las reflexiones donde ayer las dejó Jorge Trasmonte. Si era por tener, teníamos menos fundamentos que deseos, menos convicción que ilusión, que vendría ser el hermano de sangre del iluso, que es el que tiende a ser engañado, a dejarse engañar. En la misma frecuencia, en plena potestad de personas ilusionadas prestas a recibir una nueva bofetada, hoy nos sentaremos a ver el partido que ya sabemos con la firme vocación soñadora de que Nigeria podrá con Islandia lo que no había podido Argentina, que el martes Croacia nos dará la mano que Argentina no supo darse ni el sábado ni ayer y que mientras los balcánicos nos socorren los de camiseta albiceleste ponen fuego, juego, gol y los cuatro climas.

Las cosas como son: del papelón de ayer no se volverá jamás. Porque tiene un descomunal peso específico pero además por representar un eslabón más en una larga y tortuo- sa y penosa cadena de oscuridades que empiezan en la conducción de la AFA, continúan en los sucesivos entrenadores, se multiplican en la jerigonza de Sampaoli y se expresan en la cancha con epicentro en las estrellas que supimos conseguir, incluida la estrella I. (Por más equipo que falte, su fantasmático trotar fue impropio, inaceptable).

Dicho lo dicho, si por esos raros caminos del fútbol se diera la tómbola del pasaje a octavos, habrá que pasar hoja en el Mundial de Rusia propiamente dicho sin ahorrarse desandar el camino, declinar hacerse trampas al solitario y poner de relieve lo más antipático pero también lo más ineludible. Éste es un ciclo absolutamente cumplido, cumplido por donde se mire, cumplido hasta los tuétanos, cumplido de frente y de costado, cumplido del derecho y del revés. Cumplido por una agotada, extenuada y extenuante generación de tripulantes de un barco sin timón. Quien quiera oír, que oiga.

ESTE ES UN CICLO CUMPLIDO POR DONDE SE MIRE.