Olé

LA PEOR PESADILLA

- LEONARDO FARINELLA lfarinella@ole.com.ar

El abismo. El pozo más profundo. El dolor. La decepción. La indignació­n. La incredulid­ad. Por fin, la evidencia. Sampaoli fracasó. Hizo todo mal. La lista, el planteo con Islandia y el planteo con Croacia. La cagó. Los cambios también. Hasta el arquero. No le salió nada. Encima, puteó a un jugador croata en medio del partido, para completar el cuadro. Lo único que hizo bien fue hacerse cargo de todo después del partido e intentar proteger al pobre Willy Caballero, que no podrá dormir de la angustia por el decisivo error cometido.

Messi también fracasó. Es un fracaso que duele más, porque es el de un héroe, el mejor jugador del mundo, que hubiéramos querido que se coronara con la Selección. No puede, no hay caso. Ni de penal contra Islandia ni ahora con Croacia donde prácticame­nte no participó. En trance desde el himno, con una especie de plegaria con ojos cerrados antes del partido incluida, algo que no se le vio nunca, definitiva­mente superado por este dolor que lo parte al medio y no le permite disfrutar. Nunca se vio un suicidio futbolísti­co así.

Lo de Sampaoli da bronca. Lo de Messi da una pena enorme. Los dislates de Sampa cuestan caro porque hoy es difícil pensar que todavía seguimos vivos en el Mundial. Cómo será de malo lo que vimos que ni con chance matemática concreta podemos creer que sea posible. Pero no tiene más ulteriorid­ad. Sampaoli será un entrenador más que fracasó en la Selección y punto. Mañana vendrá otro y a empezar de nuevo.

El inmenso dolor es lo que nos pasa con Messi. Tener al mejor y no poder coronar es una frustració­n que no podremos olvidar. Hace un tiem- po Sampa dijo que el fútbol le debía un Mundial a Messi y tal vez fue lo más lúcido que hizo como DT de la Selección. Pero hasta ahora Messi le debe un Mundial a Messi. Jugar con una sonrisa, hacerse cargo de su calidad, marcar la diferencia. No pudo ser el líder que se necesitaba y quedó atrapado en una telaraña de miedos que se devoraron sus sueños. En los cuatro Mundiales que jugó hay un pero. Y los grandes les ganan a todos los peros poniéndola bajo la suela y metiendo un caño.

Nunca el que se vayan todos estuvo tan cerca del sentimient­o popular en el fútbol. Se pensaba que era la lápida reservada a los políticos, pero esta desilusión se lleva puesto todo. Tanto, que no deja pensar siquiera que todavía tenemos una chance de seguir jugando el Mundial. Los argentinos estamos curtidos en esto de remarla. También en que nuestros líderes se manden macanas. Por eso cuando un número uno de verdad falla se nos viene el mundo abajo. Las esperanzas de este Mundial no se llamaban Sampaoli. Si teníamos una chance, era por Messi. Y hoy que otra vez no fue el Messi que esperábamo­s ya no sabemos a quién pedirle que nos salve. Hacemos cuentas con decimales entre Nigeria e Islandia como si todavía necesitara otro capítulo esta horrible pesadilla.

LO DE SAMPAOLI DA BRONCA, PERO LO DE MESSI DA UNA PENA ENORME.

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