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LO QUE SE MERECE

- ARIEL SENOSIAÍN asenosiain@ole.com.ar

Argentina llegó al Mundial sin conocer quién sería el arquero, el 4, el 6, el segundo volante central y el 9. Y con un técnico irreconoci­ble. Imposible distinguir en la figura de Jorge Sampaoli aquel técnico que el fútbol conoció en la U de Chile y en la selección de ese país.

Los equipos de Sampaoli presionaba­n, éste no presiona en ninguna línea. Aquéllos se hacían anchos y el actual no desbordó nunca contra Islandia, que esperaba con siete jugadores por adentro. Esos equipos de este entrenador a veces también confundían por las posiciones de los jugadores, pero por lo menos tenían dinámica y llegaban desde distintos lugares; esta selección, en cambio, es esquemátic­a, previsible, con pases al pie, sin jugadores que puedan romper desde atrás.

Hay una generación a la que debemos destacarle­s varios años de rendimient­os con la camiseta nacional, no los últimos. Mientras, otra camada todavía no está para estos niveles: difícil echar responsabi­lidades a ellos, recién incorporad­os. A unos y otros los une la falta total de reservas anímicas. Los primeros contagian a los segundos. Segurament­e Messi en esto también sea un referente: si no aparece (y en estos dos partidos casi no apareció), no aparece nadie y si se pincha (se activó después del 0-1 y se aplastó con el 0-2), se pinchan todos.

¿De qué manera podía tener funcionami­ento un equipo que no paró de cambiar y salió a la cancha casi sin ensayos? En mil pruebas, una de las pocas que no se habían visto había sido la de incluir a Higuaín y a Agüero. Sin embargo, para tratar de ganarle en los últimos minutos en el debut, coincidier­on los dos. Supuestame­nte Pavón no fue titular ayer porque se había chocado con Acuña cuando lo probaron por la izquierda. Entró frente a Croacia por la derecha y pocos minutos después lo cambiaron de banda. Al único que no probaban, en esa tanda interminab­le de ensayos, era a Dybala. Y Dybala ingresó cuando el equipo se dirigía hacia el abismo.

No hay manera de que, sin equipo, los jugadores puedan potenciars­e. Pero también están las calidades individual­es, hoy lejos de lo que fuimos. Salgamos de Messi. Y hasta de Agüero o de Higuaín, aun con sus irregulari­dades para la Selección. ¿En cuántos otros puestos tiene jugadores indiscutid­os?

Hay que fallar demasiado para llegar a este momento. Las responsabi­lidades obligatori­amente deben ser variadas. Las cargan la figura, sus compañeros, los que terminan su ciclo o los que podrían seguir, y fundamenta­lmente el técnico. Es inconcebib­le la acumulació­n de errores y que nadie haya podido cortar la tendencia. No hay dudas: la Selección Argentina tiene lo que se merece.

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¿CÓMO PODÍA TENER FUNCIONAMI­ENTO UN 11 QUE CASI NO ENSAYÓ?
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