“SOY EL RESPONSABLE”
Sampaoli asumió toda la culpa por el papelón que dejó a Argentina al borde de la eliminación del Mundial y habló como si su ciclo estuviera terminado.
No, no había renunciado ni Argentina quedado eliminada en la segunda fecha del Mundial. Pero esa idea flotó constantemente en los aproxidamente 20 minutos que duró la conferencia de prensa de Sampaoli, post cachetazo contra Croacia. El semblante, la postura, la voz por momentos temblorosa y cada palabra dejaron constantemente la sensación de un ciclo terminado, aun cuando, si bien la mano viene chivísima, no hace falta numéricamente un milagro para que la Selección avance a la próxima fase. Los tiempos verbales y los términos que usó el DT generaron un clima que pareciera irreversible aunque hoy Nigeria le dé una mano a su equipo. Visiblemente golpeado, con educación para bancarse y responder cada pregunta, y un tono que difícilmente motive a pensar que la cosa puede cambiar, el entrenador se cargó sobre su espalda toda la mochila de otra vergonzosa actuación. Se la sacó al ausente Messi, se la sacó al indefendible Caballero, se la sacó a cada uno de los que entraron al campo de juego y se la puso él. “La clave la derrota tiene que ver con responsabilidades mías. La responsabilidad es toda mía. Por el plan de partido, por situaciones que palanteadas de otra forma hubieran salido mejor. Tenía
SU POSTURA Y LA DE LOS JUGADORES ES LA DE UN ELIMINADO.
pensado que el plan del partido iba a generar presión sobre el rival y disputa en la mitad de la cancha, contra una Croacia que tiene talento. Después de la desgracia del primer gol, se quebró emocionalmente y no tuvimos argumentos para modificar la historia. Todo lo que le sucede al equipo sobre la merma de rendimientos tiene que ver con la conducción”, dijo el técnico, pretendiendo recibir las balas que, aunque haya intentado frenarlas con su cuerpo, también tienen destino de vestuario.
Y nada del Sampaoli extremadamente enérgico que se vio durante el encuentro apareció a la hora de enfrentar los micrófonos. En los 90’, fue otra persona, exaltado, viviendo el juego con intensidad, pegado a la línea, discutiendo con los árbitros (le dijo al juez que pidiera el VAR por un patadón a Salvio), peleando con los rivales (de sus labios se notó que salió un claro “cagón” a uno de los croatas”), lamentándose por el horror de Caballero y buscando levantar el ánimo tras el cachetazo. Después, se derrumbó.
A medida que aparecieron el segundo y el tercer tanto de los europeos, Sampa cayó a la par de sus futbolistas. Colgado del techo del banco y escuchando el “Sampaoli botón, la puta madre que te parió” que llovió desde las tribunas, como nunca le había sucedido a un DT dirigiendo a la Selección, esperó a que terminara la tortura balcánica para escaparse al vestuario ni bien pitaron el final. “Le tengo que pedir disculpas a la gente porque tenía tanta ilusión como ellos y estoy muy dolido por este resultado. No le dimos lo que ellos quieren”, dijo, a punto de quebrarse, y con expresiones más emparentadas con las de un renunciante que con alguien que aún tiene chances... “El proyecto no prosperó y es difícil que se destaque individualmente. Tengo mucho dolor por la derrota. Pero seguramente no habré leído el partido como correspondía”, analizó también, en una frase que por confusa causó la posterior explosiva declaración de Agüero, que desnudó la tensa relación con los jugadores. Luego, aclaró: ”El proyecto de partido... Hace mucho que no me tocaba esto y me tocó ahora con la camiseta de mi país. El plan de este partido no resultó. Hay que esperar y pelear por la mínima oportunidad que quede. No nos queda otra. El sentimiento es de dolor, no de vergüenza, por no haber estado a la altura de lo que esperaba el pueblo argentino”.
Por su culpa, por su culpa, por su sola culpa... Sampaoli se castigó porque Messi no apareció. Se castigó por otro pésimo planteo. Se castigó y lo más preocupante es que tanto su postura como la de los jugadores no alimentan esperanza.