Por la frutilla del postre...
A una semana de haber ganado su primer partido en el circuito ATP, Francisco Cerúndolo busca el título más importante a los 22 años. Albert Ramos fue una dura prueba. “Hice el mejor partido de mi carrera”, dijo.
Se cae al piso. Se toma la cabeza. Se encuentra atónito: no sabe si llorar o gritar de la emoción. Saluda a su rival y aprieta el puño mirando a su esquina, donde se encuentra su entrenador Wally Grinovero. Ahora, para el otro lado, busca a su grupo de amigos, que no paró de gritar en todo el caluroso mediodía de Baires, y a sus padres que se encuentran en la tribuna. Manos al cielo y alegría total. Así vivió Francisco Cerúndolo (137°) los instantes sucesivos a consumar su triunfo ante Albert Ramos Viñolas (46°) por 7-6 (5), 36 y 6-2 en las semifinales del Argentina Open.
En lo estrictamente tenístico, el argentino movió los hilos del juego. De hecho, por un momento parecía que todo pasaba por sus manos. Tanto lo bueno como lo malo. De winners a errores no forzados, sin paradas intermedias. Y el saque, uno de sus grandes aliados para la remontada contra Pablo Andújar en cuartos de final, casi que no le permitió ganar puntos gratis ni quedarse con pelotas tan accesibles para su segunda jugada. Por eso, la derecha tomó una importancia vital. Y con su drive machacó y machacó para un lado y para el otro, con el propósito de encontrar los espacios suficientes para conseguir el punto. Obviamente tuvo games malos, como el octavo del segundo set, que le significó la pérdida del servicio y luego el parcial. Sin embargo, supo recuperarse y pudo cerrarlo.
Hoy puede hacer aún más historia, pero Cerúndolo ya puede afirmar tranquilo que vivió la mejor semana de su aún incipiente carrera y que -de mínima- se ubicará a partir del próximo lunes en el puesto 112, y hasta podría ser 98° si consigue levantar el trofeo. El joven de 22 años buscará imitar lo que hizo su hermano menor Juan Manuel, en Córdoba. Qué rápido pasó todo, qué rápido crece el futuro del tenis nacional.