“LO IMPORTANTE ES ENCONTRAR SOLIDEZ”.
Sampaoli no esconde. Directamente no tiene claro cómo formará su selección. La reflexión se desprende de los cambios en la práctica de ayer, a sólo 24 horas de un partido tempranamente decisivo, cuando sólo suele haber espacio para algún retoque o ejercitar la pelota parada, hasta ahora determinante en el Mundial.
Imaginemos desde lo probable entonces. Lo seguro son los tres centrales: Mercado, Otamendi y, esta vez corrido a una función que conoció en Independiente, Tagliafico. Más laterales volantes: Salvio y Acuña. El que jugaría cerca de Mascherano sería Enzo Pérez. Y además de Messi y Agüero quedaría una pieza: Meza o Pavón.
Seguramente sea, de una u otra manera, el esquema que utilizó en Quito en la clasificación. En eso sí acertó el técnico: “Un esquema no gana un partido”. Aquel día lo ganó Messi.
Aquella vez, Tagliafico no estaba, Mascherano jugó atrás, Biglia de 5 y Benedetto fue el 9. Salvio y Acuña tuvieron el recorrido que tendrán hoy en Nizhny. Las dos funciones en las que habría que reparar son las que en el antecedente de Ecuador tuvieron Enzo Pérez y Di María.
El de River tiene una virtud clave para ser el segundo volante central: recibe en distintas líneas de la cancha. No quedará incómodo como Biglia contra Islandia. Con espacio, conduce por adentro; sin lugar para trasladar, igual llega desde atrás. Quizás sea el más parecido a lo que este cuerpo técnico tenía con Vidal y Aranguiz en Chile, lo que le da Paulinho a Brasil. La incertidumbre sobre el mendocino ya se repite demasiado: el nivel de su semestre, tanto como su merma física cerca de los 15 minutos de cada segundo tiempo.
En Ecuador la línea de Di María fue paralela a la de Messi. Desbordó para uno de los goles del 10, pero en general jugó más cerrado de lo que acostumbra: el juego vertical quedó para Acuña. Por esa razón quizás piensen en Meza sobre Pavón. El volante de Independiente puede pedirla de espaldas, se junta y ocasionalmente se tira a un costado.
Los detalles en esta zona serán claves: el fuerte de Croacia es el mediocampo. Allí probablemente entre Badelj de contención para liberar a Modric, allí equilibra Rakitic y desde allí desbordan los de afuera (Rebic y Perisic) para abastecer al delantero (las diagonales de Kramaric o la presencia física de Mandzukic).
Argentina no deberá quedar en inferioridad numérica en el medio: al triángulo que formen el contención, Rakitic y Modric deberá oponerle el de Mascherano, Enzo Pérez y seguramente Meza. El otro riesgo es que en una contra, Croacia pueda explotar las espaldas de los carrileros; rápido tendrán que salir hacia las bandas Mercado o Tagliafico, y que del otro lado baje a cerrar el carrilero.
Se trata de un rival de cuidado. Con buen manejo de pelota y dinámica. Sin la fortaleza física de Islandia pero con muchos más recursos técnicos. Difícilmente espere tan cerca de su área porque no está armado de esa manera, aunque puede alternar ratos de presión con un repliegue ordenado entre sus tres cuartos y el círculo central.
La selección tiene jugadores que pueden ganar el partido en un par de jugadas. Pero incluso para mantener una necesaria ventaja a favor, no podrá perder el medio, siempre importante y hoy fundamental.