Aquí se fabricaba armamento, estaba la KGB y no entraban turistas. Hoy, los argentinos tomaron hasta el Kremlin...
Hubo un tiempo en que Nizhny Nóvgorod no se llamaba Nizhny Nóvgorod sino Gorki. Gorki por Maxim Gorki, escritor de culto que nació en 1868 y murió en 1936. Debe ser raro vivir en una ciudad que lleva tu nombre. Eso le pasó a Gorki durante sus últimos cuatro años de vida, cuando Nizhny ya era una ciudad distinta a la que conoció cuando era chico. Una ciudad cerrada al turismo porque en sus entrañas se fabricaban cañones y submarinos y tanques, y todo tipo de armamento bélico. Era la ciudad de las Fuerzas Armadas y una cueva de la KGB, la temible inteligencia soviética. Que no sería la inteligencia argentina con el Negro Arribas a la cabeza (¿será demasiado llamarla inteligencia?) pero que tenía lo suyo. El Negro sí que se movía en un ambiente heavy, el de representantes de fútbol. Ahí sí hay espionaje, choreo de pibitos. Misiles no, pero cometas...
Pero volviendo al Nizhny de aquel tiempo, no parecía un lugar apto para que nadie anduviera husmeando por ahí. Hoy, en cambio, es una ciudad amable, de edificios bajos y tonos que oscilan del gris al ocre, donde no quedan vestigios de la famosa inteligencia rusa. Viendo los alrededores del Kremlin, donde cientos de argentinos toman la plaza por asalto, cuelgan banderas y se quedan cantando entre vodka y cerveza hasta la medianoche, es difícil creer que alguna vez haya estado prohibido el turismo. ¿Será realidad esta calma chicha?
Ahora mismo, mientras escribo estas líneas en la soledad de la habitación del hotel Marins Park, frente al Volga sereno en el que descansan algunos yates y un par de catamaranes, presiento que alguien puede estar espiando. Abro la puerta de la habitación y no parece haber nada raro, apenas una puerta vaivén que se balancea ligeramente. Desde una habitación se asoma una mucama, con su uniforme y su sonrisa de hielo. Hay algo de masculino en ella, tal vez una ligera sombra de barba que oscurece sus mejillas. Siento la necesidad de mandar pronto este texto. ¿Será el que están leyendo ahora o lo habrán cambiado? Mañana lo sabremos...
NO PARECEN QUEDAR VESTIGIOS DE LA INTELIGENCIA RUSA.