MARCÓ TARJETA
España mostró todas sus credenciales futbolísticas: le ganó a Irán con paciencia en un grupo parejísimo que se está definiendo... ¡por las tarjetas recibidas!
España tiene todo lo que necesita un buen hacker: inteligencia, paciencia, talento y oportunismo. Un pack full que le resultó (muy) necesario para vulnerar el sistema defensivo de Irán. Para ser gráficos, es más fácil entrar en ojotas y malla a las oficinas del FBI que pisar el área iraní con pelota dominada. Carlos Queiroz no es técnico: es ingeniero. Construyó un sistema encriptado
casi invulnerable. Para acceder a la zona de gol necesitás dos cosas: o descifrar un password cifrado de seis caracteres (una por cada defensor), o bien, tener la habilidad de detectar el punto débil de la red.
Hierro acertó al construir el ataque español. Necesitaba pasadores de pelota verticales (Andrés Iniesta, Busquets), gente hábil en las bandas (Lucas Vázquez, Isco), dos laterales que pudieran pararse casi como extremos pero entendiendo la necesidad de cerrarse para sorprender (Carvajal y Jordi Alba), y un ariete que se banque la fricción (Diego Costa). Si De Gea necesitaba tener un buen partido -o, al menos, pasar inadvertido- des-
pués del bolonqui que hizo ante Portugal, ayer lo consiguió: durante 45 minutos, el iraní que tenía más cerca estaba en la tribuna. A excepción del delantero Sardar Azmoun, el resto de los asiáticos estaban parados detrás de la mitad de la cancha, tapando grietas y conformando un sistema de juego flexible que pasaba del 5-4-1, ¡al 6-3-1! El plan era cuidarse y lastimar de contragolpe, pero la velocidad con la que España recuperaba la pelota le desactivaba los deseos de desarmar su bloque defensivo. Por eso, sólo se dedicó a aguantar con mucho orden. Los volantes españoles tocaban pero no había grietas. Ni
una. Había, entonces, que forzarla. Y lo consiguieron entre Iniesta y Costa.
Cincuenta y cuatro minutos tardó España, pero lo logró cuando el Cerebro se filtró con pelota dominada entre dos volantes y le pasó la pelota a Diego Costa. El ariete la recibió, giró y cuando intentaba acomodarla, Ramin se interpuso en su camino y generó una carambola que terminó adentro del arco de Beiranvand. Irán se desmoronó. Hierro lo celebró. Porque el 1-0 significó algo más que llegar a la punta del grupo B, alcanzando a Portugal en todas estadísticas posibles (ver No se van a pegar). Fue un triunfo de la fe y de la paciencia, de la perseverancia de un estilo que sostiene hace diez años y que -después del affaire Lopeteguinecesitaba de una victoria mundialista. Mostró sus credenciales. Marcó tarjeta.