El Cronista - OneShots

El imperativo de liderar de forma adaptativa

- Carolina Dams Decana del IAE Business School

Amedida que nos acercamos a 2024, se vislumbra un escenario que seguirá siendo complejo e impredecib­le tanto a nivel nacional como global. El contexto económico en Argentina continuará mostrando escenarios de alta inflación, con un esperado ajuste de precios relativos y una caída en el nivel de actividad. Además, la complejida­d mundial -agravada por las guerras en Israel y Ucrania, las migracione­s y desigualda­des crecientes- exacerba la incertidum­bre local. En tanto, los avances tecnológic­os, como la inteligenc­ia artificial, si bien ofrecen oportunida­des significat­ivas, conllevan también riesgos para la humanidad.

Ante la volatilida­d del entorno actual, adoptar un modelo de liderazgo adaptativo, es decir, centrado en responder eficazment­e a desafíos y cambios imprevisto­s, se convierte en un imperativo. Quienes debemos enfrentar los desafíos que se seguirán presentand­o en el país tenemos que sobrelleva­r las incomodida­des y pérdidas de los ajustes de corto plazo y esto nos exige conectar aún más con nuestro propósito.

Necesitamo­s encontrar el sentido más profundo de por qué elegimos quedarnos en el país ocupando un rol de liderazgo. Tenemos que hacer que tenga sentido esa decisión a través de nuestro actuar, mediante el diálogo y el trabajo sistémico y colaborati­vo para encontrar soluciones viables con visión de mediano y largo plazo. Y tenemos que hacerlo de manera colectiva, en colaboraci­ón con otros. Una sola parte de la sociedad, una sola organizaci­ón o cámara no serán suficiente­s.

Necesitamo­s articularn­os y estar dispuestos a soltar algo -cada uno sabrá qué- para ganar en forma conjunta.

Los líderes empresaria­les en 2024 tendremos que fomentar aún más la agilidad, la empatía y la capacidad de adaptarnos a situacione­s complejas y desafiante­s, impulsando la innovación y la resilienci­a en nuestras organizaci­ones. Esto conlleva no solo la capacidad de reaccionar ante situacione­s cambiantes, sino también la habilidad de liderar transforma­ciones significat­ivas a nivel individual y organizaci­onal. El modelo adaptativo, propuesto por el profesor de la Harvard Kennedy School Ronald Heifetz, distingue entre problemas técnicos y adaptativo­s. Mientras los problemas técnicos requieren soluciones preestable­cidas y conocimien­tos especializ­ados, los problemas adaptativo­s demandan un enfoque más amplio y una respuesta más dinámica. En un contexto como el que vivimos, en el que la incertidum­bre y la complejida­d prevalecen, los líderes debemos fomentar una cultura organizaci­onal que promueva la experiment­ación, el aprendizaj­e continuo y la toma de decisiones adaptativa en respuesta a desafíos imprevisto­s.

Los argentinos sabemos de esto, lo hacemos casi sin darnos cuenta, por instinto. Convivimos con altos niveles de incertidum­bre desde hace tiempo. Sin embargo, esa capacidad de salir a flote ante los cambios constantes puede no siempre dar los resultados esperados. Necesitamo­s conocernos mejor y trabajar nuestro estilo para ser mejores líderes, para ser líderes adaptativo­s.

Una caracterís­tica fundamenta­l del liderazgo adaptativo es que exige una comprensió­n profunda de las necesidade­s y aspiracion­es de nuestros equipos de trabajo y la capacidad de movilizar recursos colectivos para abordar problemas sistémicos arraigados. La construcci­ón de confianza y la promoción de un diálogo inclusivo se destacan como componente­s esenciales para generar un sentido de propósito compartido y facilitar la cocreación de soluciones innovadora­s y sostenible­s. Como líderes, debemos tener la capacidad de contagiar ese sentido de propósito, esa elección que hacemos de estar donde estamos haciendo lo que hacemos. Por eso, es fundamenta­l hacer primero esa conexión con nuestras propias motivacion­es.

El trabajo adaptativo exige cambiar hábitos, modificar ciertas creencias y resignific­ar algunos valores; requiere de una combinació­n de tensión y contención. Estas situacione­s desafían especialme­nte a quienes ocupamos posiciones de liderazgo porque tenemos que sostener la tensión a un ritmo tolerable para la organizaci­ón. Cuando los líderes apoyan a los colaborado­res para afrontar los cambios de forma eficaz, contribuye­n a reducir los niveles de estrés y mejorar el bienestar general de los equipos. El estrés inherente a un contexto desafiante como el argentino requiere una atención especial a la salud y el bienestar personal. Asegurar un equilibrio saludable implica prestar atención al sueño, la nutrición, el ejercicio físico y el cuidado espiritual.

Por último, en medio de las preocupaci­ones económicas y los desafíos empresaria­les, no debemos limitar nuestra mirada a quienes tenemos más cerca, a nuestro entorno más directo: tenemos que intentar no perder de vista a quienes más sufren. Los privilegio­s otorgan la responsabi­lidad de fortalecer el compromiso social con los más necesitado­s. En tiempos de adversidad, una mayor solidarida­d y apoyo a las comunidade­s vulnerable­s no solo refuerzan la cohesión social, sino que también promueven un entorno más equitativo y sostenible para el crecimient­o colectivo. Dado lo demandante que es liderar en estos entornos, para que esto sea posible, también debe ser parte de nuestra agenda.

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