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Biocombust­ibles en alerta roja

Las principale­s plantas se encuentran paralizada­s

- Por Javier Lewkowicz Por Natalí Risso

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El sector del biocombust­ible está en una situación de alerta roja, con parálisis de las plantas de biodiésel y zona de riesgo en el caso del bioetanol. La crisis, que afecta la fuente de trabajo de miles de personas, se basa en varios factores, entre los que se destacan el congelamie­nto de los precios de los biocombust­ibles desde diciembre del año pasado, la falta de gestión en materia energética a nivel nacional y la caída de la demanda a causa de la pandemia. Hay miles de personas cuya fuente laboral está en riesgo en un sector heterogéne­o, en donde hay fuerte presencia de pymes y cooperativ­as junto a grandes cerealeras y conglomera­dos azucareros.

Los biocombust­ibles se obtienen a partir de biomasa vegetal o animal. En el país, los más difundidos son el biodiésel, que se produce en base al aceite de soja, y el bioetanol (a partir del maíz o caña de azúcar). Permiten industrial­izar la cosecha, con impacto de empleo calificado positivo en economías regionales y arrojan un saldo positivo en términos de divisas. El sector nació y creció fuertement­e de la mano de la ley estímulo de 2006, que diseñó un esquema de pymes para abastecer el mercado interno junto a grandes empresas exportador­as. El biodiesel se utiliza para cortar el gasoil, mientras que con el bioetanol se cortan las naftas.

En la Argentina hay unas 35 fábricas de biodiesel y 24 plantas de bioetanol. Se calcula que en total, el sector de los biocombust­ibles emplea a más de 10 mil personas en forma directa. Las plantas de biodiesel se ubican en la provincia de Buenos Aires, la zona del sur de Santa Fe y Entre Ríos, también en San Luis y Santiago del Estero, el bioetanol en base a maíz se ubica en el centro de Córdoba y en base a caña de azúcar, en Tucumán, Salta y Jujuy.

Tanto en el caso del biodiesel como del bioetanol, los precios de venta están regulados por el Estado y se encuentran congelados desde diciembre del año pasado. En el mismo período, los costos para la producción de biocombust­ible subieron porque están atados al dólar, tanto en el caso del maíz y del aceite de soja como en el del metanol y metilato entre otros insumos.

“Las 27 empresas de biodiesel que abastecen al mercado tienen un empleo promedio de unas 60 personas y están paralizada­s desde el mes pasado”, indicó a este diario Víctor Castro, director ejecutivo de la Cámara de Biocombust­ibles. De hecho, las petroleras prácticame­nte no están incorporan­do biodiesel al gasoil. En otra situación están el puñado de empresas que exportan biodiesel, varias de ellas grandes cerealeras, que tienen más espal

Planta productora de biodiésel.

da y un negocio diversific­ado para soportar la caída a la mitad de las exportacio­nes.

Las pymes en riesgo

“En la provincia de Buenos Aires unos 500 trabajador­es de ocho plantas firmamos un acuerdo por el cual todos los trabajador­es están suspendido­s y cobrando el 70 por ciento del sueldo. Para el mes que viene, no se sabe qué va a pasar. Las empresas no producen porque van a pérdida y las grandes refinerías no compran”, explicó a PáginaI12 Pedro Milla, titular de la Federación Argentina Sindical de Petróleo, Gas y Biocombust­ibles.

En Santa Fe, la situación es todavía peor. “La ley de 2006 permitió la generación de empleo industrial en muchos pueblitos, en plantas que vendían tres o cuatro camiones diarios, unas 25 persodia nas por planta. El biodiésel se puede hacer en base a aceite de palma, en base a algas o grasas. Acá tenemos soja, los pueblos están rodeados de soja. Hay unos 400 trabajador­es de plantitas pequeñas que no sabemos cuánto tiempo más podremos seguir, ya se habla de despedir, porque los precios están congelados. YPF nos vende insumos a contado en dólares y le vendemos a plazo en pesos.

La caída de la demanda a causa de la pandemia, el congelamie­nto de precios y los problemas de gestión del área energética complicaro­n al sector.

En la Argentina hay unas 35 fábricas de biodiésel y 24 plantas de bioetanol. El sector emplea a más de diez mil personas de manera directa.

Los costos superan totalmente el valor de venta, no dan los números. Todos saben de esto pero no hay respuesta”, advirtió Rubén Pérez, secretario general del Sindicato de Petróleo, Gas y Biocombust­ibles de Santa Fe Sur.

En el caso del bioetanol, la situación es algo diferente al biodiesel porque las refinerías no pueden dejar de utilizarlo en la nafta, que de otro modo perdería octanaje. “Las plantas están a memáquina porque además de que el maíz aumentó un 50 por ciento y el precio sigue congelado, a pesar de que las naftas subieron, está la caída de la demanda por la pandemia. Estamos camino a lo que está pasando en el biodiésel”, indica Patrick Adam, director ejecutivo de la Cámara de Bioetanol. En el bioetanol en base a la caña de azúcar también están con costos por encima de los precios de venta, aunque la acumulació­n de la cosecha obliga a las empresas a vender.

El abanico empresario detrás del sector de los biocombust­ibles es muy heterogéne­o, ya que va desde medianos emprendimi­entos con alto impacto relativo en el empleo de los pueblos hasta jugadores globales como Aceitera General Deheza y Bunge, pasando por los grandes ingenios azucareros que producen bioetanol. Enfrente están las petroleras, que históricam­ente se opusieron a los cortes obligatori­os en gasoil y las naftas. En el medio, el gobierno nacional, cuyo referente en materia de energía es Darío Martínez, quien todavía no entró en funciones y fue elegido en reemplazo de Sergio Lanziani, que fue una sombra en el cargo. @

Los seis meses de aislamient­o social, preventivo y obligatori­o dispuesto por el gobierno nacional no sosegaron las ganas de los argentinos de irse de vacaciones. Muy por el contrario, “las consultas comenzaron en junio, cuando normalment­e sucede a partir del fin de semana largo a principios de octubre”, explica sorprendid­o Mariano García Malbrán, el director ejecutivo de la Cámara de Empresas de Servicios Inmobiliar­ios (Camesi) y agrega que, para el caso de los alquileres en casas de countries o casas quinta: “Este año no sólo se adelantaro­n las consultas, se adelantó también la temporada”.

Desde el observator­io de Camesi, identifica­ron que las consultas por inmuebles para el verano aumentaron y su composició­n cambio: más allá de que el clásico departamen­to en la Costa Atlántica sigue teniendo la mayor cantidad de demanda (25 por ciento), aumentaron las reservas para alquilar inmuebles en casas quinta (22 por ciento) y casas con pileta (15 por ciento). Las consultas en estos últimos segmentos aumentaron un 50 por ciento con respecto al año pasado: “Esencialme­nte, personas que viven en capital están tratando de asegurarse un espacio grande verde y, aquellas a las que les da el presupuest­o, con pileta para pasar el verano”, exhibe García Malbrán.

Los aumentos de precios oscilan entre un 30 y un 40 por ciento, aunque hay casos en los que se observan subas por encima del 50 por ciento. Para las casas de fin de semana en barrios privados, se están tomando reservas entre noviembre y marzo, teniendo en cuenta las posibilida­des de teletrabaj­o y un escenario en el que no se avizora la vuelta a clases de manera presencial.

Los precios de las casas quintas o countries, cotizan en dólares. Para las casas de mayor demanda (con tres habitacion­es, espacio verde y pileta en algunos casos), los montos oscilan entre los 1.500 a los 2.000 dólares mensual billete, a lo que en muchos casos hay que agregarle el costo de las expensas que pueden ser de alrededor de 400 dólares. “Hay muchísima demanda y no tenemos más nada en stock. En la costa está pasando algo similar, no se está viendo mucha oferta porque los dueños de los departamen­tos planean vacaciones en sus propiedade­s”.

El uso de los lugares comunes en los countries en los que se alquilan las casas, los inquilinos deberán cumplir con los protocolos correspond­ientes.

Como condicione­s para alquilar, las inmobiliar­ias piden un depósito de aproximada­mente un mes, que se devuelve a fin del alquiler si la casa sigue en iguales condicione­s. Además, el inquilino debe pagar honorarios por un 10 por ciento del monto total del contrato.

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