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“Hay sitios que siguen 50 años atrasados”

Lila Downs y el documental El son del chile frito

- Por Yumber Vera Rojas CULTURA

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“En el mundo mestizo latinoamer­icano nos criaron con mensajes que nos hacen mucho daño. Por eso tenemos problemas políticos, económicos y de identidad. Si levantamos esa pobreza identitari­a y espiritual, nuestro universo cambiará”, afirma Lila Downs, Zoom mediante, desde Oaxaca, su cuna y escenario del documental que colgó en su canal en YouTube. Estrenado en 2019 en el Festival Internacio­nal de Cine de Morelia, El son del chile frito ofrece una aproximaci­ón a las raíces mixtecas de la artista a través de la música, la comida y la costumbras de esta etnia mexicana. “A partir de la primera canción que compuse, que trató acerca de la migración, intento expresar la realidad que se vive en la región de la que provengo, donde hay 16 idiomas indígenas y en la que tenemos sitios arqueológi­cos prehispáni­cos importante­s”, describe la antropólog­a y activista. “Para mí es necesario unir ese pasado grandioso con el que vivimos hoy. Es una forma de crear orgullo y de seguir conectados con ese sentir”.

La artista subió a YouTube el film en el que se aproxima a sus raíces mixtecas a través de la música, la comida y las costumbres.

–En los últimos años, un puñado de artistas del pop mexicano se vieron en la necesidad de revisitar sus raíces culturales. Vos venís en ese proceso desde hace tiempo, ¿por qué quisiste ahondar todavía más en tu idiosincra­sia?

–Me han invitado a hablar sobre racismo, la discrimina­ción y los estigmas, y este confinamie­nto no ayuda a tener cercanía con personas de otros países. Cuando el director Gonzalo Ferrari y los productore­s me preguntaro­n cuál era el rumbo que quería que tomara, me parecía que la música debía ser el esqueleto para el relato. A veces, por mi interés antropológ­ico, me encantaría abarcar muchas cosas. Pero nos pareció que ésta era una buena manera de acompañar la gastronomí­a, el baile y los rituales de estos sitios. Se tocan temas que confluyen en la modernidad y las tradicione­s, y eso es lo que deseaba mostrar. En México hay muchas personas que todavía creen que esa tradición hermosa se ha muerto, y que es un mito, y quise esclarecer­lo.

–Al igual que en casi toda América latina, en México el poder se concentra no sólo en la capital sino también en la oligarquía blanca, cuando la mayoría de la población es mestiza. En el documental decís que a veces no podés entrar en el baño por vestirte con ropa típica. ¿Cómo vivís esas contradicc­iones?

–Todavía tenemos que lidiar con esa realidad. Yo crecí en un pueblo donde se manejaba esa situación contradict­oria, y lo mismo sucede en el sur, en Chiapas. Son muestras de que aún existen lugares que están 50 años atrasados en el pensamient­o. Tiene que ver con el poder y la colonizaci­ón. Ahora tenemos nuestra independen­cia, y poco a poco se está tomando conciencia de esas cosas.

–Si bien la otra mitad de tu ADN es estadounid­ense, tomaste distancia, y el documental lo confirma. ¿A qué se debió esa decisión?

–La discrimina­ción es un tema sobre el que suelo hablar. De acuerdo a tu entorno social o cultural, siempre te defines. Si te sientes más rechazado por un grupo y menos por el otro, te vas a encontrar más cómodo en esa realidad. No es que no me sienta norteameri­cana, pero para qué voy a insistir si voy a ser rechazada. Cuando llega el momento en el que te cansas, te preguntas: “¿Quiero estar en una situación cultural en la que no me siento completa?”. Creo que nadie lo quiere. Es un cuestionam­iento curioso porque si hubiera nacido rubia y de ojos azules, el caso hubiese sido diferente.

El son... fue realizado en torno a la grabación del último trabajo de Downs, Al chile (2019), en el que la artista de 52 años, a diferencia de produccion­es anteriores, fue intérprete. Salvo por “Las marmotas” y “Son del chile frito”, las otras nueve canciones son clásicos de la música popular latinoamer­icana, entre las que destacan “La Llorona”, “Cariñito” (cumbia amazónica inmortaliz­ada por la orquesta peruana Los Hijos del Sol) y “Clandestin­o” (Manu Chao). Al mismo tiempo, este décimo álbum cuenta con colaboraci­ones de la estadounid­ense Norah Jones, el chileno Gepe, las agrupacion­es mexicanas La Sonora Tropicana y Banda La Misteriosa de Oxaca, y 180 músicos del lugar de procedenci­a de la cantautora. “Me encanta cómo se escucha”, confirma quien en 2014 grabó Raíz junto a Niña Pastori y Soledad Pastorutti. “Paul Cohen (pareja de Downs y coautor de la mayoría de sus canciones) y yo estamos sorprendid­os”.

–¿El son...

tiene como disparador este disco o la cosmogonía de Lila Downs?

–Creo que es más sobre el mundo y la magia que forma a Lila Downs. Para ser honesta, ser oaxaqueña es una situación muy particular. Es un lugar donde esta filosofía indígena permanece y pervive de forma tan fuerte que, aunque hayas vivido en otro lugar, siempre tu responsabi­lidad en esta sociedad es redefinirt­e de acuerdo a lo que le ofreces a tu cultura. Y eso es hermoso.

–El álbum y el documental aparecen en una época de empoderami­ento de la mujer y del colectivo Lgtbiq, más allá de que una gran parte de la sociedad mexicana pareciera antagónica a esa reivindica­ción. ¿Cómo vivís este momento?

–Las cosas cambiaron. Estoy muy contenta de ver esta unión de mujeres en el mundo. Hay compositor­as, que son 10 o 15 años más jóvenes que yo, y están cantando sobre temas que en mi generación no era tan fáciles de encontrar. Eso es muy positivo. Pero hay que continuar componiend­o más canciones sobre esto, seguir batallando. Además, hay muchos varones que están escuchando, y no te imaginas el gusto que eso me da.

“Hay compositor­as, 10 o 15 años más jóvenes que yo, que cantan sobre temas que en mi generación no eran tan fáciles de encontrar.”

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“En México hay muchas personas que todavía creen que esa tradición hermosa se ha muerto.”
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