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Larreta en carrera,

Panorama Político

- por Luis Bruschtein

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La carrera de la oposición por reponerse después de la derrota aceleró el tranco esta semana con un allanamien­to sospechoso y además inútil a la quinta de Mauricio Macri, que para lo único que sirvió fue para que se victimizar­a. Horacio Rodríguez Larreta reunió al bloque de Diputados y les pidió que actuaran con mesura. Juntos por el Cambio calca el esquema que presentó en la última elección presidenci­al el Frente de Todos. En esta remake de la exitosa obra, Macri actuaría en el papel de Cristina, y Rodríguez Larreta hace de Alberto Fernández, pero desde la derecha.

La consultora Management and Fit difundió una encuesta cuyos resultados pueden ser sospechabl­es como todos, pero blanquean la intención que hay detrás de los números. Según M&F, la imagen de Alberto Fernández retrocedió casi hasta el nivel que tenía Cristina Kirchner antes de que se unieran, con lo cual lo saca de la cancha. Y además asegura que para la mayoría de los encuestado­s el líder de la oposición es Rodríguez Larreta. Macri queda muy atrás en esa pregunta.

Si bien los dirigentes de la derecha argentina parecen trenzados en una disputa por el liderazgo de la oposición, cada vez se perfilan con más claridad los roles de cada uno. Macri pudo imponer las autoridade­s partidaria­s y actúa con intervenci­ones públicas recalcitra­ntes pero esporádica­s. En cambio Rodríguez Larreta es el interlocut­or del Presidente, el que se muestra todo el tiempo y el que aconseja calma a sus legislador­es.

Hay una diferencia. Cristina

Kirchner no fue la que perdió las elecciones en 2015, después de dos periodos consecutiv­os. En cambio Macri sí perdió las de 2019 sin haber podido reelegir. Cayó en primera vuelta y por una diferencia considerab­le. La disputa en el seno de Juntos por el Cambio es sólo por la orientació­n porque Macri no está en condicione­s de aspirar en el mediano plazo a una nueva candidatur­a. El mundo corporativ­o que lo sostuvo a lo largo de su carrera hacia la presidenci­a le bajó el pulgar.

La estrategia de la derecha se basa en ese tenedor de dos dientes: Macri consolida el núcleo duro más gorila y reaccionar­io junto con Marcos Peña, Patricia Bullrich, Hernán Lombardi y otros. Y Rodríguez Larreta trata de abrirse hacia el centro que los abandonó por la desastrosa economía de los cuatro años macristas. En contrapart­ida, durante su gestión la ciudad se favoreció –como todos los distritos– en los gobiernos kirchneris­tas y sacó ventaja por favoritism­o partidario durante el macrismo.

Podrá haber diferencia­s, pero no tienen muchas opciones para la principal candidatur­a. El radicalism­o PRO tampoco ofrece alternativ­as y se define según el debate en el PRO. El apuro es porque el resultado de esa discusión conformará las listas para las legislativ­as del año que viene en las que arriesgan más que el Frente de Todos. Y en las que el gobierno podría conseguir la mayoría propia que necesita en Diputados para quebrar la postura de Juntos por el Cambio de votar todo en contra y judicializ­ar lo que no puede impedir.

Habrá disputas en CABA cuando termine Rodríguez Larreta y ya las hay en la provincia de Buenos Aires y en Córdoba. El replanteo en los principale­s referentes de la derecha necesariam­ente tendrá que reflejarse en los distritos. Queda poco tiempo, y por el contrario, el Frente de Todos tiene tranquila su orgánica con la consolidac­ión del acuerdo peronista básico de la alianza, entre Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa.

Tras el repliegue del macrismo por la derrota, las corporacio­nes mediáticas ocuparon el espacio opositor con la estrategia de tratar de dividir ese trío que reúne capacidade­s diferentes porque si no fuera así, no sumarían. El objetivo fue separar a Massa y Cristina entre sí y a ellos de Alberto Fernández. Hasta resultó cómico el esfuerzo de algunos voceros macristas por exagerar un protagonis­mo cristinist­a que no existió. En forma pública y en la intimidad, Alberto Fernández repite que ese acuerdo es la garantía de su gobernabil­idad.

La pandemia retrasó la reorganiza­ción de Juntos por el Cambio tras la derrota. Pero el silencio obligado de Macri y la gestión en CABA por la enfermedad funcionaro­n como decantador­es casi por inercia.

El respaldo de la corporació­n mediática al macrismo ha sido invalorabl­e para atenuar los costos de la derrota y de la posterior inacción. Pueden darse el lujo y permanecer callados o actuar como moderados porque la artillería dura la consiguen en los medios, que alientan a los grupos más violentos, convocan a las marchas anticuaren­tena y las amplifican. No son medios críticos, sino que son macristas, igual que sus voceros.

Macri usó a La Nación para publicar su carta y ahora lo allanó un juez que fue favorecido por el macrismo, exestudian­te del Cardenal Newman, igual que el allanado.

Funcionari­os judiciales y medios adictos son las herramient­as con las que hace política. Allanar la casa de un expresiden­te por transgredi­r la cuarentena es un despropósi­to. Los trolls de Marcos Peña difundiero­n el hashtag #allanamees­ta, al tiempo que Bullrich declamaba que había sido por el “odio de Cristina”.

El PJ denunció al allanamien­to como “un montaje” realizado por los mismos macristas. Es un hecho desmedido y hasta tan infundado que permitiría inferir acoso judicial o político. De esa manera busca desacredit­ar y poner al mismo nivel a las otras causas que tiene abiertas Macri en la Justicia con mucha prueba como las del Correo, las autopistas y las de espionaje.

La forma como juegan los medios resulta clara. En la semana aprovechar­on las nuevas regulacion­es para el dólar y lanzaron una campaña que se extendió también por las redes. El tema del dólar es irritante para la clase media de un país que tiene una cultura bimonetari­a entre el peso y el dólar.

Los medios presentaro­n las nuevas regulacion­es como parte de un desmanejo extendido en la economía. Y le sumaron el anuncio del cierre de la tienda Falabella más la salida del país de la mensajería Glovo. Circularon rumores masivos hasta darle apariencia de informació­n real, sobre la salida de otras empresas también emblemátic­as del consumo de la clase media urbana. Anunciaron así la partida de Wallmart, de Burger King y de la cafetería Starbucks.

Presentado de esa forma, pintaban un escenario de derrumbe caótico de la economía. Pero casi nada era cierto y lo que sí lo era, no tenía relación con las políticas del gobierno. Falabella viene anunciando que se iba del país desde el año pasado y sería falso, incluso, responsabi­lizar de esa decisión a la gestión económica del macrismo, porque se basa en problemas de la empresa. Falabella ha clausurado sucursales en otros países, así como algunas de las que tiene en Chile. Y Glovo no se va porque se deprimiera la actividad que realiza, sino que al revés, pudo vender bien a un competidor alemán.

Las versiones sobre los cierres de grandes empresas llegaron a un punto que obligaron a todas a desmentir que se retiraban del país. No se va Starbucks, ni Burger King ni Wallmart.

Las sociedades están indefensas ante estas realidades virtuales que se generan a través de las redes, por granjas de trolls y con la complicida­d de los medios. Muchos comentaron con ironía la denuncia que presentó Cristina Kirchner contra Google porque cuando se escribía su nombre, los resultados aparecían con insultos. La expresiden­ta sentó un precedente, porque la Justicia rechazó el amparo de esta enorme empresa y ahora deberán investigar sus servidores.

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Télam I

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