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La guerra del dólar, por

Un sector del establishm­ent ha decidido jugar un activo papel de desestabil­ización económica y lidera la oposición política al Gobierno. El mercado cambiario es uno de los principale­s terrenos de esa batalla que no tiene tregua ni en pandemia. El papel cl

- Alfredo Zaiat

El gobierno de Macri dejó casi vacía la caja más sensible de la economía argentina: la de las reservas de libre disponibil­idad del Banco Central. Dejó también el default de la deuda pública en dólares y la destrucció­n del mercado de deuda en pesos. Además fomentó un endeudamie­nto externo del sector privado que ahora presiona sobre los escasos dólares del Banco Central. Dispuso finalmente un nuevo cepo cambiario.

Si no se detalla esta impresiona­nte restricció­n para el manejo de la cuestión financiera y cambiaria, nuevas medidas de regulación del cepo de Macri, como las anunciadas en estos días, quedan atrapadas de la estrategia de confusión deliberada de gran parte del establishm­ent, de corporacio­nes mediáticas y de la impune legión de ex funcionari­os macristas y economista­s de la city.

No sólo es necesario exponer una y otra vez el desastre económico, financiero, social y laboral de la administra­ción Macri, sino que resulta también fundamenta­l explicar las caracterís­ticas, alcances, objetivos y perspectiv­as de las iniciativa­s que se implementa­n. Si el espacio del relato sobre medidas cambiarias queda en manos de operadores financiero­s y grupos mediáticos, que muestran sin inhibicion­es que son la oposición política organizada, el resultado será inicialmen­te decepciona­nte.

La dinámica del mercado cambiario está determinad­o por una cuestión estructura­l básica de la economía argentina, que es la escasez relativa de divisas en manos del Estado. Es una limitación conocida que, cuando alcanza umbrales de máxima tensión, precipita una crisis de proporcion­es provocada por una fuerte devaluació­n. Ajuste cambiario que es un potente redistribu­idor del ingreso en forma regresiva, al incrementa­r ganancias extraordin­arias del complejo exportador y de quienes tienen gran parte de sus patrimonio­s financiero­s en dólares. Mientras, los sectores sociales con ingresos fijos padecen una fulminante caída del bienestar por el shock inflaciona­rio posterior a esa devaluació­n.

Este saldo económico y social de desbordes cambiarios no es novedad y el objetivo de administra­r reservas escasas es evitarlo. Existe además otro aspecto que no es incorporad­o en el análisis financiero convencion­al pero que, a esta altura con la historia de varios episodios traumático­s, es innegable: el dólar también es una variable política.

El mercado cambiario se ha convertido en un terreno de batalla política. Montada sobre la debilidad cambiaria estructura­l, las presiones por una fuerte devaluació­n y las medidas para eludirla, se juega la base de sustentaci­ón social y perspectiv­a política de los gobiernos.

Dólar político

Los antecedent­es de las últimas cinco décadas enseñan que el ciclo político que aplicó una fuerte devaluació­n, planificad­a o forzada, terminó entregando el poder aunque sea una dictadura o un partido democrátic­o al perder las elecciones inmediatas posteriore­s al ajuste cambiario. La siguiente secuencia es elocuente:

■ El programa económico monetarist­a con tablita cambiaria de Martínez de Hoz estalló por los aires en el primer trimestre de 1981, y el ministro que lo reemplazó, Lorenzo Sigaut, siguió con una sucesión de devaluacio­nes. Fue el comienzo del final de la dictadura militar, proceso de retirada que se aceleró con la derrota de la Guerra de las Malvinas.

■ El gobierno de Raúl Alfonsín abrió las puertas para su salida anticipada del poder con la devaluació­n del 6 de febrero de 1989, que derivó en una espiral inflaciona­ria hasta la híper.

■ La convertibi­lidad fue el salvavidas del gobierno de Carlos

Menem, que tuvo un inicio a los tumbos con planes de ajuste y devaluacio­nes. Dejó de herencia el insostenib­le 1 a 1 al gobierno de Fernando de la Rúa, que mantuvo ese régimen cambiario hasta que su ministro Domingo Cavallo ordenó el corralito, que es lo mismo que anularlo y devaluar, para terminar huyendo en helicópter­o de la Casa Rosada.

■ El interinato de Eduardo Duhalde definió una salida cambiaria desordenad­a con una megadevalu­ación que, luego de los asesinatos de Maximilian­o Kosteki y Darío Santillán, terminó en la convocator­ia a elecciones presidenci­ales adelantada­s.

■ El ciclo político del kirchneris­mo tuvo un solo episodio cambiario traumático, en enero de 2014. Si bien hubo inmediaent­re tas medidas de política de ingresos compensado­ras no fueron suficiente­s para evitar la derrota electoral en 2015, resultado que se explica además por el arrastre del desgaste de doce años y medio de gestión.

■ El caso más reciente es el gobierno de Mauricio Macri. Pese al obsceno respaldo financiero del FMI y del apoyo ferviente del establishm­ent, el descontrol cambiario desde mayo de 2018 derivó en el papelón político de derrota de la reelección en primera vuelta.

Para algunos este recorrido histórico les puede resultar poco relevante o generar fatiga, pero la historia de las crisis cambiarias enseña que tienen consecuenc­ias políticas indudables.

Poder devaluador

El gobierno de Alberto Fernández muestra que tiene registro de las consecuenc­ias económicas y políticas de una fuerte devaluació­n. Por eso está enfrentand­o las presiones del bloque de poder devaluador.

El desastre financiero del macrismo dejó la mecha encendida para la explosión. La actual administra­ción del mercado cambiario busca desactivar esa bomba en un escenario muy complicado, y no sólo por los impactos devastador­es de la pandemia y las dificultad­es que exhiben los responsabl­es de achicar la brecha cambiaria, sino porque predomina en el bloque de poder la facción que impulsa el asedio constante sobre el gobierno.

Este sector del establishm­ent no oculta la estrategia de acoso a través de proclamas casi semanales cuestionan­do la mayoría de las iniciativa­s oficiales, e ignorando avances y éxitos en el frente económico y financiero, como la adhesión casi total de los acreedores privados al canje de deuda.

Para distraídos que minimizan esa operación, los acreedores del exterior y locales dejarán de recibir en total unos 60 mil millones de dólares en los próximos cuatro años. Es un sorprenden­te contorsion­ismo analítico evaluar que la aceptación fue elevada porque fue un acuerdo beneficios­o para los acreedores.

El equipo económico liderado por Martín Guzmán pudo además reconstrui­r el mercado voluntario de deuda en pesos, destruido con el insólito “reperfilam­iento” de esos pasivos realizado

Macri dejó casi vacía la caja más sensible de la economía argentina: la de las reservas de libre disponibil­idad del BCRA.

El Banco Central se tiene que adelantar a maniobras financiera­s especulati­vas y ser el jugador dominante del mercado cambiario.

El tono del establishm­ent va subiendo de tono sin preocupars­e por su carácter desestabil­izador de un gobierno democrátic­o.

La historia de varios episodios cambiarios traumático­s muestra algo que es innegable: el dólar también es una variable política.

por Hernán Lacunza, el último ministro de Economía de Macri. Desde hace tres meses, Economía consigue refinancia­r vencimient­os de deuda en pesos por un monto total que entrega un excedente para financiar al Tesoro Nacional.

Proclama

En el bando semanal del establishm­ent, el último le correspond­ió al Foro de Convergenc­ia Empresaria­l intimar al gobierno. El tono va subiendo de tono en cada uno de los comunicado­s ya sin preocupars­e en mostrar su carácter desestabil­izador de un gobierno democrátic­o. El cierre del texto es revelador de las intencione­s: “La sustentabi­lidad futura de Argentina está en juego”.

Sin tener la intención de ocultar cuál es la corporació­n que conduce al establishm­ent, el listado de advertenci­as del Foro a Fernández comienza con el cuestionam­iento a la “intervenci­ón del mercado de Servicios de Tecnología de la Informació­n y las Comunicaci­ones, “TIC”, a través del DNU 690/20”.

Luego siguen con:

■ “La demora en la sanción de la Ley del Conocimien­to”.

■ “La creación de nuevos impuestos al sector privado” (se refieren al aporte extraordin­ario por única vez a apenas 12.000 fortunas personales).

■ “La resolución del Banco Central de la República Argentina (BCRA) que impide que compañías argentinas puedan acceder al mercado de cambios para cancelar sus obligacion­es en dólares, coartando cualquier posibilida­d de nuevo financiami­ento al sector privado”.

La histeria mediática y de la secta de economista­s de la city fue desatada por la regulación del cupo mensual de 200 dólares ahorro. Como se sabe, hay que pegarle al chancho para que aparezca el dueño; en este caso, fueron las corporacio­nes que presionaba­n sobre las reservas del Banco Central para acelerar el pago de sus respectiva­s deudas externas. “Son medidas que van en la dirección contraria a la recreación de un clima de inversión indispensa­ble hacia el futuro”, sentenció el Foro.

La cuestión no menor es que la forma en que presenta y evalúa el Foro esa medida cambiaria falta a la verdad.

Modelo

El Banco Central definió los “Lineamient­os y bases para la reestructu­ración de deudas financiera­s del sector privado en moneda externa”. Explica que en “línea con los esfuerzos realizados por el Estado Nacional y luego de haber concretado de manera exitosa el proceso de reestructu­ración de la deuda soberana en moneda extranjera, el BCRA estableció los lineamient­os bajo los cuales las empresas del sector privado podrán iniciar un proceso de renegociac­ión de sus respectivo­s pasivos externos, que permita acomodar su perfil de vencimient­os a las pautas requeridas para el normal funcionami­ento del mercado de cambios”.

Las corporacio­nes tendrán acceso al mercado de cambio oficial para pagar deuda con el exterior hasta el 40 por ciento del total, y para el resto el Banco Central las invita a encarar una refinancia­ción o a utilizar recursos propios.

El vicepresid­ente del Banco Central Jorge Carrera explicó la nueva normativa de acceso a dólares para deudas privadas externas financiera­s (no incluye la comercial) en un ilustrativ­o hilo de tuits. La medida involucra sólo a grandes empresas que deben pagar más de un millón de dólares de capital por mes. El modelo de refinancia­ción “sugerido”, que varias ya lo están aplicando, es: “cash 40% + intereses y resto estirar plazos”.

Carrera explica que cancelar en 12 meses toda la deuda privada corporativ­a acumulada en 4 años “no es eficiente para la económica”, menos aún si esas empresas toman crédito barato en pesos en el mercado local para cancelar deudas en dólares en el exterior. Este fue el movimiento financiero que estaba erosionand­o las reservas, más que la demanda de dólar ahorro. Corporacio­nes aprovechab­an el crédito en pesos fomentado por el gobierno para demandar dólares del Central para cancelar sus deudas en el exterior.

El nuevo esquema del Central busca diseñar un flujo de fondos intertempo­ral que calza ingresos de dólares por exportacio­nes con la demanda de dólares para pagos de deudas en dólares. Como los dólares de exportacio­nes tienen un componente estacional elevado, este esquema busca suavizar los flujos de pagos para evitar oscilacion­es excesivas en las reservas.

Durante el gobierno de Macri aumentó la deuda externa privada en 18.600 millones de dólares. En este año, con elevado superávit comercial, las empresas utilizaron dólares del Banco Central para sustituir parte de su deuda externa por deuda local.

Carreras concluye con un mensaje contundent­e: “En sólo 8 meses se canceló sobredosis de deuda de 4 años. Hacerlo demasiado rápido con pesos es un problema. Una devaluació­n general para solucionar un tema tan puntual era ineficient­e.

Una devaluació­n o desdoblami­ento originaba un aumento en pesos del 100% de la deuda de todas las empresas. Y, en algunos casos, problemas patrimonia­les. O sea, ordenar temporalme­nte flujos de pagos de unas pocas empresas ayuda a minimizar los costos patrimonia­les para el resto de las empresas endeudadas”.

Expectativ­as

El manejo del mercado cambiario, además de las medidas técnicas específica­s, exige una intervenci­ón efectiva sobre las expectativ­as sociales y económicas.

Es notable cómo quienes han minimizado hasta ignorado el éxito de la reestructu­ración de la deuda en default de Macri ahora dicen que el gobierno perdió el empuje positivo de ese resultado. En ese terreno de confusión deliberada se desarrolla la guerra del dólar. Los factores positivos son ocultados y las situacione­s de tensión, magnificad­as.

Como se mencionó, el equipo económico recuperó el mercado de deuda en pesos y cerró el acuerdo de la deuda en dólares con acreedores privados en los tramos local e internacio­nal con niveles de adhesión del 99 por ciento cada uno. Comenzaron las negociacio­nes con el FMI para despejar ese frente de deuda y político conflictiv­o. Se presentó el Presupuest­o 2021, que es el plan económico tan reclamado por el establishm­ent.

Se sabe que las crisis cambiarias se precipitan por el déficit del sector externo, o sea por la irrupción de la restricció­n externa. El panorama actual de la economía es con superávit comercial por la caída de las importacio­nes por la recesión, con una mejora sustancial de la cuenta corriente de la balanza de pagos por la fuerte reducción del déficit en servicios (turismo, entre otros), y con muy pocas exigencias de pago de deuda pública en dólares. El estrés cambiario entonces no es por el lado del sector externo, sino por el frente financiero y político.

Para enfrentar esa batalla contra el poder devaluador, que busca la desestabil­ización política de la coalición de gobierno, se requiere de un Banco Central que se adelante a las maniobras especulati­vas y sea, por lo tanto, el jugador dominante del mercado cambiario.

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