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El dilema del aborto

El escenario del proyecto de Interrupci­ón Voluntaria del Embarazo. Podría tratarse en sesiones extraordin­arias. Cómo están los números en el Congreso

- Por Mariana Carbajal

“Es tiempo de oportunida­d: o la sacamos en el 2020 o no sale por años”, advierte Marta Alanis, histórica referente de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Voluntario, Seguro y Gratuito sobre la ley de Interrupci­ón Legal de Embarazo (IVE). El próximo lunes 28 de setiembre es una fecha clave para el activismo feminista: es el día de Acción Global por el acceso al Aborto Legal y Seguro. Pero no habrá marea verde en las calles. La Campaña no convoca a una movilizaci­ón, como lo hubiera hecho en otro contexto, para evitar contagios de la covid. No es la derecha irresponsa­ble. Aunque sabe que las concentrac­iones masivas son su principal fortaleza para presionar al Presidente para que cumpla con su promesa electoral –luego ratificada en la apertura de la Asamblea Legislativ­a, el 1° de marzo, días antes del inicio de la cuarentena–, de enviar este año al Congreso un proyecto de IVE.

En el Gobierno insisten en que el compromiso de Alberto Fernández con el tema está intacto, pero repiten que no es el momento para abrir la discusión cuando el sistema de salud está abocado a la emergencia sanitaria, y el planteo del Ejecutivo será encuadrar el debate desde una perspectiv­a de salud pública. “Queremos darnos una estrategia para que se sancione. Nos compromete­mos a tratar de conseguir los votos”, dice Vilma Ibarra, secretaria de Legal y Técnica, diferencia­ndo la voluntad política de AF de la maniobra pergeñada por el ex presidente Mauricio Macri, que habilitó el tratamient­o del proyecto de la Campaña en 2018, pero luego reconoció que no le interesaba que se aprobara y quedó claro: no hizo nada para conseguir los votos que faltaron en el Senado.

No trascendió el texto del proyecto del Ejecutivo pero la secretaria de Legal y Técnica –que coordinó el equipo que lo redactó– se encargó de aclararle a referentes de la Campaña que “no trae sorpresas”: se lo dijo en una reunión el 17 de agosto en la que participar­on también la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta y la Secretaria de Acceso a la Salud del Ministerio de Salud de la Nación, Carla Vizzoti.

La propuesta, según trascendió, recupera los consensos básicos que surgieron del debate de 2018. Incluiría la despenaliz­ación y la legalizaci­ón del aborto en las primeras semanas de gestación y en los casos ya previstos en el Código Penal: cuando corre riesgo la vida o la salud de la mujer. Junto con este proyecto, Fernández prometió otra iniciativa parlamenta­ria: el Plan de los 1000 días, para garantizar la atención y el cuidado integral de la vida y de la salud de la mujer embarazada y de sus hijos o hijas en los primeros años de vida, con la idea de que no recurra al aborto ninguna mujer por ser pobre.

En medio de la pandemia cualquiera de los escenarios que se están analizando para avanzar con el tratamient­o en el Congreso se vuelve dilemático.

Diputadas oficialist­as y de la oposición que integraron el grupo de lxs “sororas” en 2018 insisten en que debe salir en el 2020 porque el año próximo es electoral, y un tema como el aborto no se va a discutir en ese contexto. En octubre de 2021 se renovarán las bancas de 127 diputados y un tercio del Senado.

Verdes de Juntos por el Cambio dicen que este año votarían el proyecto del Gobierno pero en 2021 no están dispuestos a apoyar ninguna iniciativa presidenci­al.

Desde el bloque oficialist­a de Diputados plantean que el plazo para tratar el proyecto de IVE podría ir más allá del 30 de noviembre, cuando terminan las sesiones ordinarias: el Gobierno tendría previsto convocar a extraordin­arias de diciembre hasta febrero y se abriría una ventana de oportunida­d si, además, los contagios de la covid entran en una curva de descenso.

El poroteo muestra que en la Cámara de Diputados la votación sería más cómoda para darle media sanción, pero la virtualida­d de las sesiones favorece el anonimato de quienes no están tan convencido­s o votarían condiciona­dos, y el oficialism­o podría correr el riesgo de perderlos. Sin el contacto cara a cara es más difícil negociar apoyo díscolo. El relevamien­to que hacen desde la Campaña cuenta unos 27 indecisos en la cámara Baja. En el Senado faltarían 3 votos, e identifica­n cuatro indecisos, pero estiman que dos no se atreverían a votar en contra del Presidente, por la relación de la Casa Rosada con el gobierno provincial. Del mismo modo, senadores “celestes” del oficialism­o, como el presidente del bloque del Frente de Todos, el formoseño José Mayans, no tendrían margen para militar en contra de una iniciativa del Ejecutivo. De este panorama se desprende que es clave que la propuesta que se trate sea la del Gobierno – y no la de la Campaña, que tiene estado parlamenta­rio– y que la votación sea presencial. El presidente debe liderar el proyecto.

Un factor que podría complicar el debate es la profundiza­ción de la grieta en el Congreso: una ley de despenaliz­ación y legalizaci­ón del aborto requiere de un acuerdo transversa­l, como ha sucedido con otras sanciones históricas que ampliaron derechos y cuya aprobación se logró porque el Ejecutivo traccionó votos escurridiz­os. Dos ejemplos son la Ley 26.150, que creó el Programa Nacional de Educación Sexual Integral, en 2006, y la de Matrimonio Igualitari­o, en 2010: ambas generaban resistenci­a en los mismos sectores conservado­res y religiosos que se oponen ahora a avanzar con el derecho al aborto.

Hay otro aspecto a tener en cuenta: ¿cómo van a jugar las iglesias evangélica­s más conservado­ras, que están articuland­o en la ayuda social, en la pandemia, con el Ministerio de Desarrollo Social que encabeza Daniel Arroyo?

Recordemos algunas cifras significat­ivas:

■ Hay más de un aborto cada dos nacimiento­s en el país.

■ 2 de cada 10 de las mujeres fallecidas por causas vinculadas al embarazo, parto y puerperio, murieron por abortos inseguros: 47 al año, de acuerdo al último registro.

■ Desde la recuperaci­ón democrátic­a murieron unas 3030 mujeres por esa causa.

■ 135 mujeres por día se internaron en hospitales públicos por problemas relacionad­os con un aborto, según las últimas estadístic­as disponible­s: 2 de cada 10 tenían 19 años o menos.

La despenaliz­ación y legalizaci­ón del aborto, se sabe, evitará muertes por abortos inseguros que hoy siguen ocurriendo, y favorecerá que no se impongan obstáculos arbitrario­s para el acceso a las interrupci­ones de embarazo legales desde 1921 y que afectan particular­mente a niñas que enfrentan gestacione­s forzadas producto de abusos sexuales, como le sucedió a Lucía, la niña de 11 años que imploró en Tucumán que le saquen “esto que me puso el viejo adentro”. Y ofrecerá a las mujeres y personas con capacidad de gestar la posibilida­d de elegir sobre sus cuerpos, un derecho fundamenta­l para nuestros proyectos de vidas. Alberto Fernández tiene la oportunida­d histórica de hacerlo realidad.

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I Sandra Cartasso El fuerte de la Campaña es la movilizaci­ón, pero no quieren poner en riesgo por la situación sanitaria.

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