Mentiroso compulsivo
que los alumnos filmaran a sus profesores “para asegurar la calidad de sus clases”. Los hermanos se definen como bolsonaristas de la primera hora y recuerdan con orgullo que eran sus asesores hasta antes de la campaña presidencial.
El uruguayo Luis Almagro es el secretario general de la OEA desde 2015, después de haber servido como canciller en el segundo gobierno de José Mujica. Weintraub es el tercer brasileño que Almagro nombra en su gabinete de siete secretarios. Los dos primeros fueron nombrados por los gobiernos de Dilma Roussef y Michel Temer, y ahora le toca a Bolsonaro, que tal vez por tratarse del área de derechos e igualdad está mandando a su “antorcha humana”. El sobrenombre de Weintraub refleja su falta completa de moderación y su hábito de levantar la tensión en cualquier negociación.
Weintraub tiene un particular punto de vista sobre la idea de derechos, reflejada en su curiosa defensa de las quemas en el Amazonas. Según este profesor de derecho, quemar el pulmón planetario es una opción de libertad individual protegida por
El video con el discurso que Jair Bolsonaro envió para la ceremonia de apertura de la asamblea general de la ONU expuso dos evidencias incontestables. La primera: Bolsonaro sigue tropezando en las palabras a la hora de leer lo que otros escriben para él. Sus dificultades de lectura muestran deficiencias graves en su formación, si es que la tuvo en la infancia. La segunda: con voracidad cada vez más escandalosa, el aprendiz de genocida refuerza su capacidad de mentir compulsivamente.
Su discurso del pasado martes expuso al mundo lo que los brasileños lúcidos ya se dieron cuenta hace mucho: Bolsonaro es un mentiroso compulsivo pero consciente. Habló no para las Naciones Unidas, sino para el rebaño de incondicionales fundamentalistas que lo siguen en su país. Para esa manada ciega el ultraderechista aseguró que su gobierno creó un auxilio de emergencia de mil dólares que beneficia a millones de brasileños, que no hay desforestación, que los incendios brutales son obra de indígenas y habitantes de la floresta. Afirmó que atendió a más de 200 mil familias de indígenas, que su gobierno es un ejemplo de cómo enfrentar la pandemia de la covid-19, y otros delirios demenciales. Se dijo sentir orgulloso de que Brasil siga recibiendo pesadísimas inversiones externas.
La verdad es que el auxilio de emergencia, sumado, no supera los 720 dólares a lo largo de seis meses. La verdad es que desde hace décadas no se registraban tantos incendios intencionales y semejante desforestación, y que todo sigue fuera de cualquier control. No hay, al contrario de lo que dijo el ultraderechista, ninguna política de protección ambiental. Al revés: hay incentivo a la destrucción disfrazado, por la vía de la omisión. La verdad es que Bolsonaro vetó la provisión de agua potable a los indígenas e impidió que brigadas de Médicos sin Frontera ingresaran en las reservas. La verdad es que la pandemia ya llevó a casi 140 mil personas e infectó a otros cuatro millones 700 mil. Y que su gobierno fue y es omiso. Y por eso criminal. La verdad es que en este 2020 tuvimos la más espectacular fuga de inversiones externas y cotizaciones extranjeras en la Bolsa de Valores de la historia. Y ahora, empiezan a surgir barreras para exportar productos del campo brasileño. La verdad es nunca jamás tuvimos un presidente tan vejaminoso, que hunde a cada hora la imagen del país en el mundo.
La verdad es que Bolsonaro es una vergüenza sin remedio. La verdad es que mi país vive tiempos tenebrosos, de puro horror. el ejercicio de la soberanía nacional, y quienes objetan son globalistas. Tampoco hay que esperar que este funcionario active el tema derechos humanos en el organismo multinacional. Recientemente, Weintraub twiteó que “el garantismo jurídico funciona 100% para proteger a los delincuentes durante la ‘pandemia’, Pero para proteger al trabajador que quiere ganar el pan, andar por la calle, la plaza, la playa, ir a la iglesia, el garantismo se transforma en autoritarismo”.
Sobre la pandemia, Weintraub tiene una definición tajante: “La máscarilla es la insignia del Partido Comunista”. Y como él no es comunista, ya está compartiendo orgulloso por Twitter sus discusiones con transeúntes en Washington, sede de la OEA, que le piden que use barbijo. Probablemente les explique que “no hay una pandemia, hay una plaga izquierdista” y les traduzca un volante que difunde con energía, el del petitorio del grupo Médicos por la Libertad para que las mascarillas ya no sean obligatorias.
También puede explicarles cosas de norteamericanos a los norteamericanos, a poco más de un mes de las elecciones presidenciales. “El multimillonario Michael Bloomberg piensa donar cien millones de dólares a la campaña de Biden. ¿Queda duda de que los globalistas son más complejos que los meros marxistas? Monopolistas y oligopolistas apoyando con fuerza a los progresistas/socialistas/comunistas. De eso se trata”.
Dado que Estados Unidos es miembro de la OEA, estas opiniones podrían causar enojo por la injerencia en la soberanía nacional, que Weintraub considera sagrada. Pero eso no frena su verborragia sobre otros países miembro, en particular Argentina. Si Alberto Fernández es un “lunático comunista”, su declaración de que “América latina va a ser un gran país” debe ser repudiada como parte de la conspiración globalista/comunista. Igualmente, las medidas para frenar la pandemia, que el flamante secretario considera “un embuste, una mentira amañada”.
Para Weintraub, “Argentina es el segundo país del mundo en número de muertos (por el coronavirus) en proporción a la población, 3,8 por cada cien mil.” El abogado cita su fuente, un segmento del Canal 26 argentino, pero tiene un problema, que uno de sus propios seguidores le corrige avisando que Argentina en realidad es el país número 24 en muertos por población.
Weintraub no se corrigió, pero no es la primera vez. El y su hermano siguen defendiendo la teoría de que la cocaína entró a Brasil como parte de la conspiración comunista armada por Venezuela.