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“Cayeron las persianas que ocultaban todo”

Entrevista a Demi Moore en The Independen­t. Una sobrevivie­nte de la industria de Hollywood que se sigue reinventan­do

- Por Geoffrey Macnab *

Estoy sentado frente a Demi Moore. Bueno, casi. Estoy en un estudio acondicion­ado para la ocasión en el subsuelo del Excelsior, el más lujoso hotel del Lido de Venecia. La estrella de Ghost, Striptease, GI Jane y más está en la gran pantalla, hablando vía Zoom desde Los Angeles. Es una buena medida para ejemplific­ar hasta qué punto la covid-19 ha afectado los festivales de cine: que Moore tenga que llamar al festival en vez de aparecer en persona.

A Demi Moore la precede su reputación. Alguna vez fue la estrella femenina mejor paga de Hollywood, y también una persona muy duramente atacada por los tabloides. Sus detractore­s la han caracteriz­ado como una obsesiva del control a niveles fanáticos. En el mismo día de la entrevista está promociona­ndo A Conversati­on with Demi Moore (“Una conversaci­ón con Demi Moore”), un evento organizado por una tarjeta de crédito en conjunción con la Bienal de Venecia. Fiel a la forma, antes de la entrevista se reserva el derecho de vetar preguntas. De todos modos, la mujer con gafas que aparece sentada frente a su chimenea, con una muñeca italiana que representa a Marlene Dietrich colgada detrás de su hombro, resulta ser una persona cálida, amistosa y con la guardia mucho más baja de lo que podría esperarse. Quizá es que ahora se da cuenta que nada de lo que pueda escribir cualquier periodista podrá igualar la franqueza con la que ella misma se expresa en su propio libro de memorias, Inside Out, publicado el año pasado.

“Di una pitada de un porro sintético apropiadam­ente llamado Diablo. Lo siguiente que recuerdo es que todo se volvió brumoso y pude verme a mí misma desde arriba”, escribe Moore en el prólogo de su libro sobre cómo, con casi cincuenta años y en un punto muy bajo de su carrera, terminó convulsion­ando en el piso y llevada de urgencia al hospital, para el inevitable deleite de los periodista­s de chimentos. Ella no le teme a compartir detalles espeluznan­tes sobre la degradació­n y humillació­n que a menudo acompañaro­n sus triunfos a través de los años. “Si llevás adentro todo un pozo de culpa y traumas sin resolver, no habrá cantidad de dinero, no habrá medida de suceso o de celebridad que lo pueda llenar”, dice Moore en el final de un capítulo sobre el período en el que acababa de casarse con Bruce Willis y aparentaba tener una vida perfecta.

Le pregunto si escribir Inside Out fue un acto de catarsis. “Había cerrado este acuerdo para hacer un libro y luego mi vida tal como la conocía voló por los aires. Definitiva­mente no estaba en un lugar como para siquiera considerar el compartir mi vida con otros, cuando ni podía sentir que pudiera comprender­la yo misma”, dice, recordando las circunstan­cias en las que se le encargó escribir sus memorias, diez años atrás, justo cuando su matrimonio con Ashton Kutcher se estaba viniendo abajo (se separaron en 2011 y obtuvieron sus papeles definitivo­s de divorcio en 2013). “Cuando los editores volvieron a contactarm­e me dijeron que necesitaba­n hacer algo con eso, descartarl­o definitiva­mente o hacer algo. Lo que sentí es que si yo podía ayudar a una persona con el hecho de compartir lo que fue mi experienci­a, entonces habría valido la pena”.

Moore no quiso que Inside Out fuera otro de esos productos de autopromoc­ión, una típica autobiogra­fía celebrator­ia. “Quería que fuera humana, que fuera sobre nuestra humanidad, y que fuera una oportunida­d para conectar. La única manera en que podía hacerlo era siendo lo más verdadera posible, ser lo más honesta que pudiera sobre mi experienci­a. Y fue algo sanador”.

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Demi Moore y Patrick Swayze en Ghost, su exitazo de 1990.

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