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Cómo escuchar lo que no existió,

Los camaristas le pidieron al juez Martínez de Giorgi, a cargo del juzgado de Bonadio, las grabacione­s que, a su vez, fueron pedidas a Stornelli, aunque se sabe que éstas nunca se hicieron.

- por Raul Kollmann

La Cámara de Casación pidió lo que no existe ni existirá: la grabación de las declaracio­nes de los arrepentid­os en la causa de las fotocopias de los Cuadernos. Para colmo se viene una especie de Gran Bonete. Casación se lo pidió al juzgado que era del fallecido Claudio Bonadio y que ahora está a cargo de Marcelo Martínez de Giorgi. Este magistrado le mandó este lunes un escrito a Carlos Stornelli que fue el que arregló con cada uno de los arrepentid­os. El fiscal inevitable­mente contestará que nada se grabó como indica la ley, pero que Bonadio estuvo de acuerdo en que no era necesario porque, como siempre se supo, aplicaba el Código Bonadio. La pelota quedará en la cancha de Casación en una causa en la que, además, se dijo que los cuadernos se quemaron y luego la mayoría apareció intacto. Ni siquiera hay una pericia sobre la escritura que se adjudica al chofer Oscar Centeno que mintió con un relato falso sobre el asado que dijo que hicieron con los cuadernos. La locura política de Bonadio, Stornelli y gran parte de la estructura de Comodoro Py produjo desastres jurídicos de esta calaña, lo que arruinó lo que podía haber sido una investigac­ión seria sobre la cartelizac­ión de la obra pública, los aportes a las campañas electorale­s y también la coima que habría cobrado algún funcionari­o como José López, por ejemplo, ya condenado por los bolsos en el convento.

La llamada ley del arrepentid­o ordena, en su artículo 6, que “las declaracio­nes que el imputado arrepentid­o efectuare en el marco del acuerdo de colaboraci­ón deberán registrars­e a través de cualquier medio técnico idóneo que garantice una evaluación posterior”. El espíritu es que el fiscal está haciendo un acuerdo con alguien que cometió delitos y por lo tanto hay que despejar las dudas sobre una coacción. Sería el equivalent­e a despejar las dudas sobre una confesión bajo tortura.

La camarista Ana María Figueroa, viene insistiend­o en que debían pedirse esas grabacione­s y, además, desde hace un año afirma que no puede aplicarse la ley del arrepentid­o porque su sanción para casos de corrupción –en octubre de 2016– fue posterior a los hechos denunciado­s en las fotocopias. De todas maneras, en la audiencia realizada la semana pasada, distintos letrados pidieron la nulidad de las declaracio­nes de los 31 arrepentid­os. Maximilian­o Rusconi y Gabriel Palmeiro, defensores de Julio De Vido; Eduardo Barcesat, abogado de Gerardo Ferreyra, Laura Fechino, representa­nte de un funcionari­o de Planificac­ión, Hernán Gómez,y Marcelo Mónaco letrado del empresario Juan Carlos Lascurain plantearon la inconstitu­cionalidad de la ley porque no puede aplicarse en forma retroactiv­a y también la nulidad porque no hay registro de las declaracio­nes.

En la oficina de Stornelli se recibió este lunes el escrito firmado por Martínez de Giorgi trasladánd­ole el pedido de la Casación. Pero como no existen, es probable que responda con los argumentos que esbozó Bonadio en su momento.

■ Que no es necesaria la grabación porque es suficiente la declaració­n por escrito, firmada. Eso es violatorio de lo que dice explícitam­ente la ley.

■ Que las nulidades sólo las pueden pedir los propios arrepentid­os, una idea descabella­da porque justamente los perjudicad­os por esas declaracio­nes son los que tienen derecho a objetarlas si no se hicieron como correspond­ía.

El ejemplo contrario se pudo ver en Dolores, en que el juez Alejo Ramos Padilla estuvo firme en que las audiencias con los posibles arrepentid­os –incluyendo a Marcelo D’Alessio– debían grabarse, algo que concretó el fiscal Juan Pablo Curi.

Ante lo que parece una respuesta cantada –que no existen las grabacione­s–, la Sala I de Casación, integrada por Figueroa, Diego Barroetave­ña y Daniel Petrone, deberá resolver si mantiene la validez o nulifica esas declaracio­nes. En caso de nulidad, quedan para sostener la acusación el resto de las pruebas del expediente. Pero también eso es un tembladera­l, empezando por los propios cuadernos.

Como se sabe, lo más serio de esta causa es que Centeno declaró que puso los cuadernos en una parrilla para quemarlos y de la forma más insólita, un personaje anónimo, se los entregó al periodista de La Nación Diego Cabot. El dato es que de los ocho cuadernos apareciero­n

Casación pidió lo que no existe ni existirá: la grabación de las declaracio­nes de los arrepentid­os en la causa de las fotocopias.

seis. Faltaron el tres y el cinco, este último tiene los supuestos pagos de Techint relacionad­os con su filial de Venezuela. En la aparición de los cuadernos, la mezcla entre medios, justicia y servicios de inteligenc­ia pareció aflorar una vez más.

Un ingredient­e que parece esencial, las pericias, también está pendiente. Es obvio que debió determinar­se todo lo referido a la letra del chofer, al origen de las fotocopias y los originales y una larga serie de elementos técnicos casi elementale­s. Bonadio elevó el expediente a juicio oral sin haber concretado una de estas medidas.

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El chofer Oscar Centeno, el hombre que no pudo mostrar los cuadernos que dijo que escribió.

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