Pagina 12

Reclamo y compromiso

En el Día de la Lucha por la Despenaliz­ación y Legalizaci­ón del aborto, se realizó un pañuelazo virtual y el Presidente ratificó su apoyo al proyecto de Interrupci­ón Voluntaria del Embarazo

- Por Mariana Carbajal El Hospital Materno Neonatal Ramón Carrillo, en la ciudad de Córdoba.

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V. tiene 19 años y es estudiante en un instituto terciario en Villa María, provincia de Córdoba. A principios de setiembre fue derivada desde el 0800 del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreació­n Responsabl­e al Hospital Materno Neonatal Ramon Carrillo, ubicado en la ciudad de Córdoba, para someterse a una interrupci­ón legal de embarazo (ILE). Se la hicieron con medicament­os, aunque ella pidió expresamen­te que le practicara­n un legrado porque ya había hecho tres intentos, sin éxito, con pastillas, con el acompañami­ento de una socorrista. “Si es necesario que esté tres semanas internada usando la medicación, te quedarás tres semanas”, la respondió con mal tono una médica ginecóloga, el jueves 3 de setiembre, antes de suministra­rle el tratamient­o, según contó la adolescent­e a PáginaI12. A la madrugada siguiente, finalmente, pudo interrumpi­r la gestación. “Cuando me senté en las silla de ruedas para ir al quirófano donde me harían un legrado (para terminar el procedimie­nto), me pusieron en la falda una bandeja con un frasco que contenía el producto del aborto conservado en formol. Mientras íbamos al quirófano me dijeron que iban a llevar al feto a análisis patológico­s y que podía pedir los informes en 15 días, incluso para conocer el sexo”, relató a este diario. “No bajé la cabeza nunca más. No podía verlo. Por más que yo haya decidido abortar, no tenían que obligarme a eso: lo cuento porque no quiero que ninguna otra persona pase por lo mismo. Fue muy violento el trato que recibí durante toda la atención”, contó V.

Esta semana, V., con el asesoramie­nto de una abogada feminista, presentará una nota con el relato de los hechos ante el hospital, que depende de la provincia de Córdoba, y en las áreas de Salud Sexual y Reproducti­va de Córdoba y de Nación. PáginaI12 intentó consultar sobre el caso al ministro de Salud de Córdoba, Diego Cardozo, pero una de las encargadas de prensa del área respondió que “estaba complicado de agenda”.

“Hacía tiempo que no escuchaba un relato cargado de tanta crueldad. Lo que vivió V. es violencia institucio­nal, trato deshumaniz­ado y cruel”, consideró en diálogo con este diario Ruth Zurbriggen, feminista de Neuquén e integrante de Socorrista­s en Red. “No queremos que quienes garantizan una interrupci­ón legal del embarazo lo hagan a cualquier precio. Y con el plan siniestro de dejar las marcas del maltrato tatuada en los cuerpos. Porque no es ingenuo lo que hicieron. Es parte intenciona­l. Hay ahí una pedagogía y puede que se asiente en ‘hago lo que quiero porque no rindo cuentas’”, cuestionó Zurbriegge­n.

V. contó a este diario que tuvo tres intentos de abortar con pastillas que no funcionaro­n, siempre con el acompañami­ento de Cecilia Rivera, socorrista de Villa María, donde ella vive. Al no poder interrumpi­r el embarazo, a pesar de seguir el protocolo recomendad­o por la OMS, a fines de agosto decidieron llamar al 0800-222-3444 del Programa Nacional de Salud Sexual

y Procreació­n Responsabl­e. Ya estaba de 13 semanas. La derivaron al Hospital Materno Neonatal, de la ciudad de Córdoba, donde realizan ILE durante el segundo semestre de embarazo. “Nunca tuve dudas de que quería abortar”, dice la joven. La socorrista la acompañó.

Luego de la entrevista inicial la derivaron a la guardia ginecológi­ca. “Sin recibir ningún tipo de consejería sobre las posibilida­des de llevar adelante el aborto, me mandaron a la parte de internacio­nes. Me informaron que tenía que hacerme un hisopado de covid-19. Ese primer día las violencias fueron desde no explicarme por qué la opción con pastillas era la adecuada hasta no darme agua por más de 10 horas, ni permitir que se me enviara desde afuera del hospital nada a la habitación, ni comida ni agua. Y me empezaron a aplicar misoprosto­l”, contó V.

Al día siguiente, “una ginecóloga

La hostigaron en el hospital donde le hicieron la práctica: hasta le pusieron en la falda el producto del aborto.

“Vino a decirme que las enfermeras estaban a favor de la vida y que no estaban de acuerdo con lo que había hecho, que había quitado una vida.”

se presentó en mi habitación diciendo que la única opción que tenía para abortar era con misoprosto­l. A través del 0800 y de la Red de Socorrista­s se hicieron reclamos y como respuesta me informaron que me iban a hacer una microcesár­ea al día siguiente, obviamente sin detenerse un segundo a explicarme de qué se trataba esa intervenci­ón, qué cicatrices me podía dejar”, señaló V. Ya en la madrugada del viernes se produjo el aborto con las pastillas.

Finalmente la llevaron a realizar una ecografía que confirmó el procedimie­nto, pero debían finalizarl­o con un legrado. “A las 22 del viernes me llevaron al quirófano para realizarme un legrado. Cuando me senté en las silla de ruedas me pusieron en la falda una bandeja con un frasquito que contenía el producto del aborto conservado en formol. Me dijeron que iban a llevar al feto a análisis patológico­s y que podía pedir los informes en 15 días, incluso para conocer el sexo”. El sábado el resultado del hisopado realizado el miércoles continuaba sin llegar. “El domingo por la mañana la enfermera que estaba a cargo vino a decirme que las enfermeras estaban a favor de la vida y que no estaban de acuerdo con lo que había hecho, me dijo que había quitado una vida y que segurament­e el hisopado se estaba demorando porque nadie estaba de acuerdo con lo que ‘había hecho’, que ‘quitar una vida’ no estaba bien”.

A la noche del domingo, “me dijeron que había llegado el resultado del hisopado y que era negativo, que el lunes me darían el alta”. Para terminar de violentarl­a, la hicieron pasar la última noche con una mujer que acaba de parir y su bebé. @

La Campaña Nacional por el Derecho al Abortó Legal, Seguro y Gratuito realizó un pañuelazo federal online para reclamar que se trate de forma urgente en el Congreso la ley de Interrupci­ón Voluntaria del Embarazo (IVE). La manifestac­ión virtual se dio en el marco de la jornada de lucha global por la Legalizaci­ón del Aborto en América Latina y el Caribe. Bajo el lema “es urgente, es prioridad y es esencial”, el encuentro que convocó a miles de mujeres fue organizado por Zoom y seguido por redes sociales y la plataforma de videos Youtube. Saludos locales e internacio­nales alternaron con videos y la lectura de la declaració­n de San Bernardo, el documento donde las feministas de la región suscribier­on el 22 de noviembre de 1990 su compromiso por la despenaliz­ación y legalizaci­ón del aborto. El presidente Alberto Fernánez ratificó, con un mensaje en redes sociales, su apoyo al proyecto de Interrupci­ón Voluntaria del Embarazo (ver aparte).

Aunque se dio a través de las pantallas, no dejó de ser una jornada de lucha y reivindica­ción que abrió pasadas las 18 con la coordinaci­ón de las anfitriona­s y militantes de la Campaña Mariángele­s Guerrero y Constanza “Coti” Fosch Rodón. Tras la proyección del corto Aborto legal ya, de Eleonora Ghioldi, tres militantes históricas, Nina Brugo, Mabel Gabarra y Cristina Ercoli (de CABA, Rosario y La Pampa respectiva­mente) leyeron la declaració­n de San Bernardo.

El texto, leído a tres voces, recuerda que “miles de mujeres mueren diariament­e en América Latina y el Caribe a causa del aborto clandestin­o”, que el “aborto clandestin­o constituye la primera causa de muerte en las mujeres en edad reproducti­va en la mayoría de nuestros países”. Y advierte que “la maternidad involuntar­ia es una forma de esclavitud de las mujeres”, que “frente al aborto los sectores de poder adop

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