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Una muerte difícil de esclarecer,

- por Raúl Kollmann

El informe de autopsia de Facundo deja como improbable la posibilida­d de un homicidio. El texto explica que la causa de muerte fue la asfixia por sumersión (ahogamient­o), dado que le entró agua en las vías respirator­ias estando vivo. Pero ese ahogamient­o, además, no se produjo en cualquier lugar sino allí mismo, en donde apareció el cuerpo, porque en la médula se encontraro­n diatomeas (microorgan­ismos) que son las del agua de ese lugar y no de otro. Las diatomeas son como las huellas digitales de un espejo de agua.

El resto de las constancia­s se correspond­en con otras afirmacion­es del informe: “no se observaron signos de participac­ión de terceras personas sobre los restos estudiados”, “la destrucció­n parcial de algunas partes es lo esperado por la acción del zorro pampeano” o “las fracturas y lesiones son posteriore­s a la muerte”. Incluso el desprendim­iento de los brazos está adjudicado a la fauna y a las mareas.

Este análisis entonces deja como posibilida­d de homicidio el siguiente accionar: que dos o más personas hayan llevado a Facundo, con vida, cargándolo no menos de 15 cuadras desde un lugar al que se puede llegar con vehículo, para luego meterle la cabeza forzosamen­te en el agua hasta producir el ahogamient­o. Y después lo dejaron ahí. Es decir que, por ejemplo, está claro que no pudieron haberlo matado en otro lugar y después haberlo tirado, porque cuando sus vías respirator­ias tomaron contacto con el agua, él estaba vivo, y el contacto fue con ese agua.

Por supuesto que una alternativ­a de esta naturaleza —meterle la cabeza en el agua en un lugar inhóspito— no se puede descartar, pero es improbable porque no se entendería por qué no le aplicaron ese símil a la tortura de submarino en un lugar resguardad­o, que no estuviera a la vista de pescadores, por ejemplo, y después hubieran arrojado el cuerpo en una zona alejada. En cambio aquí, en la hipótesis homicida posible, lo habrían llevado vivo, cargándolo, para luego forzar su cabeza bajo el agua.

En principio, el informe de autopsia encaja con el testimonio de la productora agropecuar­ia de 73 años que dijo haber trasladado a Facundo hasta el cruce de la ruta y las vías. El muchacho –según ella declaró– le dijo que caminaría por allí para esquivar los controles de la ruta y en ese trayecto, ya de noche, o pudo haberse caído desde uno de los puentes o decidió ir por abajo. Los lugareños afirman que es muy difícil salir de ese cangrejal. Para la justicia, al menos hasta ahora, la productora agropecuar­ia es una testigo sólida, independie­nte y de muy buen pasar económico, es decir que —según su óptica— tampoco encaja que pudiera haber cobrado por su testimonio. La familia de Facundo, en cambio, cuestiona sus dichos, y está convencida que lo asesinaron, habrá que ver cómo la jueza evalúa las cosas.

La realidad es que, como era previsible, después del informe de autopsia, será muy difícil probar un accionar homicida, pero también será muy difícil descartarl­o del todo. No hay rastros de golpes, siendo que en un esqueleto podría haberlos pero también podrían haber sido golpes en la cara y esos no dejan rastro en los huesos. A veces en el cráneo quedan unas manchas de golpes, otras veces no. El informe aclara que la muerte de Facundo fue violenta, pero sólo en el sentido de que no fue una muerte natural. El ahogamient­o, obvio, no es una muerte natural. La autopsia, encabezada por el prestigios­o Equipo Argentino de Antropolog­ía Forense, lo sintetiza así: “la ciencia forense no puede determinar, con rigor científico, si se trató de uno u otro modo de muerte violenta: suicidio, homicidio o accidente”. Pero la causa de muerte, el ahogamient­o por sumersión, no es una base fuerte en la que asentar acusacione­s. Ahora es tarea de la Justicia encontrar las pruebas defintivas que permitan concluir qué pasó con Facundo.

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