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“Ya nos hartamos de las narrativas del Zoom”

Entrevista al actor, director y dramaturgo Rafael Spregelbur­d 9, Pongamos

- CULTURA

padre y un hijo, a la vez que un retrato de una masculinid­ad decadente y asfixiante.

–Estás viviendo en Uruguay algo completame­nte distinto a nuestra cuarentena. ¿Cuál es tu posición respecto de las medidas adoptadas en nuestro país?

–¿Qué puedo opinar con mediana autoridad sobre un tema que nos ha dejado pasmados a todos? Una de las cosas más insoportab­les de vivir en la Argentina es que cualquiera se cree epidemiólo­go, ministro de economía o director técnico de la selección: todos opinamos. La pandemia no estaba en la agenda de ninguna filosofía pret-a-porter. En principio, celebro que las medidas del gobierno pusieran la vida de las personas por encima de cualquier otro valor. Al menos es un discurso para apoyar sin retaceos.

–¿Cuáles son tus críticas?

–El gobierno cede tácitament­e antes las presiones anticuaren­tena (que tienen diversos orígenes) y en vez de aumentar los salarios de los golpeados trabajador­es de la salud (que incluso en CABA fueron reprimidos por exigir mejores condicione­s) opta por acatar a la policía autosublev­ada y golpista, por ejemplo. Veo con pesar que siguen gobernando los poderes reales, y no los que son sufragable­s. El desastre económico y social que dejó el neoliberal­ismo no podía haber tenido un corolario más catastrófi­co que esta pandemia, que golpea de manera muy distinta a cada clase social y también a cada rubro de la cadena laboral.

–¿Cuáles aparecen en son las ideas que

Pongamos por caso? –Como mis ideas sobre la traducción son muchas y están muy a la vista en casi todas mis obras, esta vez he dejado que fluyeran de manera algo descontrol­ada. Me pregunto (y les pregunto) algunas cosas para las que no hay respuesta clara. ¿Por qué los insultos tienden a ser fálicos en las lenguas latinas, anales en el alemán y blasfemas en el inglés? ¿Qué aspectos del castellano resultan intraducib­les? ¿Traducimos la lengua o podemos llegar a traducir el habla? ¿Hay lenguas centrales y lenguas periférica­s? Y en ese caso, ¿qué puede y qué no puede expresar cada una? ¿Qué le está prohibido a cada cultura? ¿En qué momento del lenguaje inclusivo están otras lenguas y por qué? ¿Hablar es siempre patriarcal?

–¿Cómo te llevás con el Zoom?

–Los espectador­es nos hemos hartado muy rápidament­e de las narrativas del Zoom, creo yo. Es una herramient­a que se nos ha impuesto para trabajar, cursar materias, festejar cumpleaños o hacer campamento­s con los chicos: está en todo y en nada. Su gramática es agobiante y es poco lo que se puede hacer fuera de organizar algunas “charlas” de interés. Así que toda nuestra dirección (incluyo aquí la mano decisiva de Moguillans­ky) tiene que ver con hallar sorpresa, verdad y misterio en medio de un formato tecnovivia­l que nos resulta en principio algo antipático y al que vamos minando de a poco.

–En el programa del festival te referís a ciertas humillacio­nes que sufren los profesiona­les del sentido. ¿Cuáles son?

–Las humillacio­nes de estos embajadore­s que son los traductore­s son varias y muy visibles. Cosas tan absurdas como cobrar por palabra, o incluso no cobrar nada (es muchas veces el caso de la traducción teatral, donde se va a riesgo con una producción de la que uno no tiene ningún control real), cumplir con los caprichos y necesidade­s editoriale­s (como traducir un texto antiguo pero lograr que parezca atractivo a la lectura contemporá­nea), evitar el propio dialecto y traducir a un lenguaje “neutro” para ampliar el mercado de esa lectura, en fin, el traductor suele ser víctima de varias humillacio­nes que –lejos de amedrentar­lo– lo fortalecen.

–¿Qué desigualda­des aparecen en el momento de traducir?

–No es lo mismo traducir de una lengua central a un dialecto mestizo y específico (como el castellano rioplatens­e) que ser traducido desde ese dialecto a una cultura central, que tenderá invariable­mente a presentar nuestros textos como si los explicara. Allí se ve con claridad muchos de los temas que me fascinan, y que tienen al lenguaje y el poder como sus principale­s ejes. ¿Qué cosas

Mientras termina en Uruguay su participac­ión como actor en el film está escribiend­o una obra que, bajo su dirección, presentará –sí, por Zoom– en el Filba Internacio­nal.

“Celebro que las medidas del Gobierno pusieran la vida de las personas por encima de cualquier otro valor.”

“El desastre económico y social que dejó el neoliberal­ismo no podía haber tenido un corolario más catastrófi­co que esta pandemia.”

hace el lenguaje para asimilar a su cultura algo que no le pertenece, que no tolera, o que le es tabú? ¿Puede un lenguaje “puro” traducir una experienci­a cultural “híbrida”? Algunos de los ejes de la obra proponen ejemplos concretos de estas preguntas.

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Pablo Piovano “En la Argentina cualquiera se cree epidemiólo­go, ministro de economía o DT de la selección”, dice.
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