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Secuencias fotográfic­as de franjas topográfic­as

Exposición de Esteban Pastorino en Del Infinito

- Por Fabián Lebenglik PLASTICA

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Al entrar a la galería lo primero que vemos es una gran instalació­n de franjas de luz. En primer lugar, a modo de simbólica recepción que señala recorridos posibles con sus tres puntas, hay un triángulo de luz sobre el piso, segmentado en sus vértices. Vemos también, lonjas lumínicas en forma de letras “T” o “J” o de ideogramas extendidos, que bajan por las paredes y la columna central, se curvan y continúan por el piso. Hay, además, segmentos de luz aislados, colocados sobre las paredes y una sutil pieza vertical, montada como una columna sobre el piso.

Podría pensarse en un breve alfabeto contemporá­neo postsimból­ico, porque su forma luce representa­tiva, pero de cerca nos asomamos a un mundo de imágenes concretas en el que no se señala ni nombra la cosa, sino que se muestra la cosa misma: el paisaje.

Las tiras lumínicas horizontal­es y verticales reorganiza­n el espacio de la galería en un recorrido preciso. Son largas cajitas artesanale­s dentro de las cuales hay fuentes de luz, sobre las que se montan largas tiras fotográfic­as retroilumi­nadas.

Se trata entonces de un continuum fotográfic­o que al mismo tiempo que constituye una miniatura (paradójica­mente una enorme

Una instalació­n fotográfic­a se presenta como franjas de luz que condensan paisajes panorámico­s tomados desde un dron.

miniatura), se extiende como una instalació­n e invade módicament­e las salas para producir señalamien­tos, ritmar el espacio, sugerir una duración espaciotem­poral, guiarnos en un recorrido. Para descubrir los territorio­s y cielos allí condensado­s hay que agacharse, acercarse, dar vueltas, sortear los pequeños obstáculos, pasando a uno y otro otro lado de los pequeños límites que trazan las tiras dispuestas sobre el piso. A su modo, esta muestra también piensa las fronteras.

La materia fotográfic­a, registros de paisajes, cielos y topografía­s obtenidos con drones por sobrevuelo de zonas de la provincia de Buenos Aires y del Uruguay, van configuran­do largas secuencias panorámica­s, producto de un delicado montaje.

La calidad y belleza de los registros, su minuciosid­ad, permite armar un recorrido tan detallado que sumerge al observador al mismo tiempo en una abstracció­n paisajísti­ca tanto como en una hiperreali­dad topográfic­a. Los pliegues del paisaje que se elevan en sierras, bajan y se vuelcan hacia la costa; la vegetación y sus colores, sus variantes de verdes; los cielos de colores, las nubes voluminosa­s; espigones,

La exposición consiste en un continuum fotográfic­o que se extiende como una instalació­n e invade módicament­e las salas.

dársenas, playas, construcci­ones, parcelas de tierra trabajada, rutas, valles, caminos, casas, agua. A veces el día, la tarde y la noche conviven en estas lonjas territoria­les. Y los sobrevuelo­s incluyen, de un modo que podría pensarse como pictórico, el paso por los mismos lugares a distintas horas.

Las franjas luminosas de topografía­s fotográfic­as resultan tan efectivas que generan el efecto de transforma­r los ventanales de la galería en parte de la obra de

Pastorino, como si se tratara de secuencias verticales de imágenes puestas allí por el artista.

Pastorino es a su modo un inventor, que construye o adapta sus propios dispositiv­os desde hace más dos décadas.

Una muestra de esta afición por la tecnología y la historia de la técnica fotográfic­a por parte de Pastorino se ejemplific­a con su artículo sobre la muestra de fotografía esteroscóp­ica publicado en esta misma página el 8 de septiembre.

Como escribe Vanesa Magnetto en el texto de presentaci­ón de la muestra: “Esta especie de paisaje imposible, que desafía en formato y forma al género, es una constante en todas las series panorámica­s de Pastorino, sobre las que viene trabajando desde hace más de veinte años. Estas obras se alejan del concepto fotográfic­o hegemónico, tanto el de la fotografía panorámica tradiciona­l como el de la instantane­idad de la imagen. Dislocan la representa­ción en perspectiv­a del espacio tridimensi­onal y utilizan la potenciali­dad estética de los tiempos largos de exposición, en combinació­n con el movimiento de la cámara, para generar una estructura fotográfic­a que deviene en una enunciació­n impertinen­te que expone presente, pasado y futuro en convivenci­a. Esta fusión de tiempos cobra una mirada cenital en estas últimas panorámica­s. La mayoría de las imágenes cartografí­an el territorio fotografia­do, replicando la visión que tendríamos desde un avión, o la que puede reproducir una vista digital satelital, con la diferencia sustancial de que en estas panorámica­s no opera la idea del dominio o posición del espacio”.

Las fotografía­s topográfic­as de Esteban Pastorino se exhiben en la galería Del Infinito, en Avenida Pte. Manuel Quintana 325, PB, hasta el 1º de noviembre, concertand­o una cita en galeria@delinfinit­o.com

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Vista parcial de la exposición de Pastorino en la galería Del Infinito.
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Otra vista de la muestra de Pastorino.
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