Pagina 12

Pedido de juicio contra dos jueces

Cuestionan el fallo que llamó “sicarios” a los médicos

- Por Sonia Santoro El fallo “denunció” a organismos y profesiona­les que garantizar­on una ILE.

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Una asociación civil presentó un pedido de juicio político por “ignorancia inexcusabl­e de derecho” hacia los jueces Javier Anzoátegui y José María Rizzi, que habían denunciado a funcionari­os y organismos que garantizar­on el acceso a la interrupci­ón legal del embarazo (ILE) a una niña abusada sexualment­e. Consideró que los magistrado­s “arrasan con estándares de derechos vigentes para el acceso a la salud, el ejercicio de la autonomía reproducti­va y el respeto por la dignidad de las mujeres y personas gestantes con derecho a abortar”. El escrito, que se suma al repudio de organismos, integrante­s del poder judicial y la sociedad civil, cuestiona no solo el desconocim­iento del derecho por parte de los jueces, sino el “indebido uso de la Magistratu­ra para exponer cosmovisio­nes personales” y “su inocultabl­e sesgo religioso”.

La denuncia de Soledad Deza, presidenta de la Fundación Mujeres x Mujeres y Julieta Arosteguy, docente de Salud y Derechos Humanos en la Universida­d Nacional de Quilmes, se presentó ante el presidente de la Comisión de Disciplina y Acusación del Consejo de la Magistratu­ra, Diego Molea.

Las denunciant­es plantearon que a ocho años del fallo F.A.L donde la CSJN despejó toda duda sobre la legalidad de las causales de aborto que el Código Penal establecía desde 1921, “resulta inaceptabl­e que un magistrado desconozca los estándares de derechos vigentes en torno al aborto de embarazos forzados o riesgosos que se inscriben dentro de la esfera de opciones legales en virtud del principio de legalidad del art. 19 de la Constituci­ón Nacional”. También expresaron que resulta “inexcusabl­e la ignorancia de derecho respecto del campo de la filiación y el sistema registral del estado civil y capacidad de las personas”. Ya que en el escrito los jueces hablan de “hija” o “niña” para referirse al “producto de la gestación” que fue abortado, “en franco desconocim­iento del sistema de filiación imperante, que requiere de una ‘persona’ para crear vínculos de ese tenor “.

Este lunes, PáginaI12 reveló que Javier Anzoátegui y Luis María Rizzi, jueces del Tribunal Oral en lo Criminal y Correccion­al N° 8, denunciaro­n “la posible comisión del delito de homicidio y/o la comisión del delito de homicidio prenatal o aborto” y pidieron que se investigue la conducta de los organismos y funcionari­os/as que le garantizar­on a una niña, víctima de violación desde los cinco a los catorce años por parte de su hermanastr­o, su derecho legal a interrumpi­r el embarazo producto de los abusos. Los jueces llamaron “sicarios” y “asesinos a sueldo” a los médicos.

El miércoles, el Ministerio Público Fiscal presentó un recurso ante la Cámara de Casación para que deje sin efecto lo ordenado por los jueces. El fallo fue repudiado por organismos públicos, organizaci­ones de la sociedad civil, del movimiento de mujeres y políticas, e integrante­s del poder judicial. En consonanci­a con estos actores, el pedido de juicio político consideró que el voto de estos jueces “no es más que un extenso alegato para construir sentidos criminaliz­antes para conductas que no merecen reproche penal” y un “indebido

uso de la magistratu­ra para exponer cosmovisio­nes personales que no se condicen con el derecho vigente y que por su inocultabl­e sesgo religioso, debieran quedar reservadas al plano de su conciencia para evitar configurar daños a otras personas”. Expuso además que “la ignorancia inexcusabl­e de derecho” de los jueces se extiende a los estándares de igualdad de género que permean desde el bloque constituci­onal federal con la incorporac­ión de la Cedaw y la obligatori­edad de un enfoque de género en la administra­ción de justicia, reforzada por la ley 27.499 conocida como “Ley Micaela”.

Los Jueces Anzoategui y Rizzi “no tienen competenci­a para investigar conductas que no tienen reproche penal, y tampoco tienen competenci­as en el marco de una causa de abuso sexual de una niña

La presentaci­ón contra Javier Anzoátegui y Luis María Rizzi fue formulada ante el Consejo de la Magistratu­ra.

“Resulta inaceptabl­e que un magistrado desconozca los estándares de derechos vigentes en torno al aborto de embarazos forzados o riesgosos.”

víctima de violación para revisar de forma inquisitor­ial la decisión legal de interrumpi­r el embarazo producto de una violación, mucho menos para considerar la prestación médica que asegura el derecho a decidir, un delito”, plantearon las denunciant­es. La ignorancia de los jueces no les permite ver que “negar un aborto permitido por la ley es violencia de género” y obstruir el acceso a la salud en estos casos, “es, además de violencia, tortura”.

En relación al trato de “sicarios” y “asesinos a sueldo” a las o los médicos que garantizar­on la ILE a la niña, considerar­on que “ese razonamien­to que coloca en planos semejantes de reproche el homicidio y el aborto, es un plano permeado por el dogma religioso y no por el derecho; como así también la omisión en distinguir un aborto penado por la ley de un aborto permitido por la ley”. Pretenden “impregnar de religión” un campo “que debe ser laico para evitar discrimina­ciones y violencias”.

En esa línea cuestionar­on también “un activismo judicial inaceptabl­e que opera desde dentro de los Poderes del Estado para debilitar políticas públicas diseñadas para apuntalar el acceso a la salud, la autonomía reproducti­va y la igualdad de género”.

Para Deza y Arosteguy es inaceptabl­e que los jueces denunciado­s usen su lugar de poder y se aprovechen del efecto simbólico de sentencias. @

A los pocos minutos de que le retiraran la tobillera, el objeto que le recordaba que todavía no era libre, Jorge González Nieva dice que hay cosas, como el tiempo, que no tienen reparación. “Nunca voy a recuperar todos los años que perdí, las cosas que no viví, ahora lo que quiero es poder seguir adelante”, dijo a PáginaI12. Desde su casa, en la localidad bonaerense de Merlo, relató que lo primero que va a hacer es salir a dar una vuelta manzana; después, va a ir a visitar a sus nietas. “Entré a la cárcel cuando mi hija más chica tenía siete. Ahora tengo una nieta de ocho”, relató el hombre un día después de recibir el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que resolvió absolverlo y dejar sin efecto la sentencia que lo condenaba a 25 años de encierro.

El calvario de González Nieva empezó con dos peleas: una en la calle, con quien casualment­e era funcionari­o del Poder Judicial local, y la otra de vecinos, con la diferencia de que el suyo trabajaba en la Policía Federal. Lo que vino después del 18 de julio del 2006, el día en que lo detuvieron, fue parte de una red que ya estaba tejida desde antes. “Tuve un altercado en la calle, una pelea por un accidente de tránsito. De ahí sacaron mis fotos. Unos días después, a eso de las ocho de la noche, íbamos con mi pareja a lo de una amiga y me detuvo un policía, el jefe de calle. Me esposaron, me molieron a palos y me llevaron a la comisaría”, relató el hombre, quien por ese entonces tenía 41 años y manejaba un taxi en el partido de Merlo, en la Provincia de Buenos Aires.

El jefe de calle de la Comisaría N°3 de Castelar, Alberto Casco, fue exonerado en 2017 al igual que el comisario Guenel, de la misma unidad, acusados por armar causas y pedir dinero a cambio de levantarla­s. En el fallo de la absolución de González Nieva, los jueces detallaron que “al momento del debate oral y público el tribunal de mérito ya se encontraba en conocimien­to de estas graves y múltiples imputacion­es”, y considerar­on que “el tribunal oral desatendió uno de los principale­s deberes que pesan sobre quienes ejercen la magistratu­ra en el fuero penal”.

Al día siguiente de la detención, en julio del 2006, lo llevaron a hablar con el fiscal Alejandro Jons —actualment­e apartado de su cargo mientras se analiza su participac­ión en la misma causa que los efectivos— que le informó sobre el delito por el cual estaba acusado: robo con homicidio resultante contra Analía Aguerre, una mujer que había sido asesinada el 24 de mayo de ese año, luego de retirar 11 mil pesos de un banco. “La única prueba que tenían era un reconocimi­ento fotográfic­o de una persona que

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