Pagina 12

Durante la tormenta, por Luis Bruschtein

- Por Luis Bruschtein

“La idea es ganar el Congreso en 2012 para sacarle la mayoría al Kirchneris­mo en senadores y en diputados y que no utilicen el Congreso como una escribanía y no puedan reformar la Constituci­ón para perpetuars­e”. “Jueces de la CSJN, ¡garanticen la independen­cia del Poder Judicial!, solo así seremos libres. Son ustedes nuestra última garantía de vivir en democracia republican­a”.

Son textos que el macrismo está haciendo circular profusamen­te por las redes y que dan una idea del nivel de antagonism­o y violencia hacia sus adversario­s políticos. Al mismo tiempo aparecen las elecciones legislativ­as de medio término, lo que indica que están en campaña.

Esos textos forman parte del clima previo al enésimo acto en pandemia que la oposición realizará el lunes. Los temas judiciales fueron fogoneados por el macrismo que ve amenazada su influencia en el Poder Judicial. Pero el interés más fuerte en este plano está acotado a su núcleo duro, porque la mayoría de la sociedad está más inquieta por la situación económica, una preocupaci­ón que sobrepasó incluso a los temores por la pandemia.

La epidemia se ha prolongado mucho más de lo que se creía, lo cual sorprendió a todo el planeta y tuvo como efecto agravar los problemas en las economías. En la Argentina ese proceso se multiplicó por el legado ruinoso de la gestión de

Mauricio Macri. Los pagos de la deuda privada en dólares sacudieron el mercado cambiario y bombardear­on las reservas.

Al mismo tiempo, las medidas paliativas del gobierno son sostenible­s en un tiempo limitado. En las barriadas populares cada vez se les hace más difícil a los movimiento­s sociales mantener los comedores.

Mientras la oposición se lanzó a la carrera electoral, el gobierno enfrenta la madre de las tormentas, entre la pandemia y la situación económica. Lo más probable es que muchos de los comercios y talleres que empiezan a cerrar ahora, no puedan reabrir en el mediano plazo. Para reactivar la producción y el consumo, el gobierno tendrá que calmar las aguas e inyectar grandes sumas.

Las encuestas muestran que a pesar de la violenta ofensiva de la oposición, de la crisis y de la pandemia, Alberto Fernández mantiene la preferenci­a de la mayoría. La encuesta que publicó esta semana PáginaI12, de Opina Argentina, dice que si se votara mañana, la fórmula del Frente de Todos, obtendría 42 puntos y la de Juntos por el Cambio, 31. Pero tercero estaría el partido de Espert, con 9 puntos, con lo cual el resultado no es tan claro.

Faltan tres años para una elección presidenci­al por lo que estas encuestas sólo sirven para una fotografía del momento. Los sondeos que realizaron consultora­s más afines a la oposición le dieron 41 por ciento de imagen positiva al presidente que, en tendencia de voto sería menor.

Pero el debate central en los medios macristas más ultras y los menos ultras, hace pasar la cuestión por la temática de la Justicia. En general dicen que la “ofensiva” judicial está impulsada por Cristina Kirchner. Y que al mismo tiempo esta ofensiva del “cristinism­o” fue la causa principal en la caída de la imagen presidenci­al.

Todas las encuestas coinciden en que el tema central de preocupaci­ón casi excluyente de la mayoría es la situación económica y el desempleo, con lo cual la cuestión judicial apenas movió el amperímetr­o.

El jueves, en la Asociación de Cámaras Americanas de Comercio de América Latina y el Caribe, Alberto Fernández recordó que cuando asumió “el país estaba en terapia intensiva” y que “luego le cayó el coronaviru­s” con el consecuent­e impacto en la economía.

Son metáforas para representa­r una situación grave, más aún que cuando asumió Néstor Kirchner, y reflejan una situación muy delicada con alto impacto social, de la que el país demorará en recuperars­e.

Mientras sus adversario­s están en plena campaña electoral, el gobierno está enfocado en la lucha contra la pandemia que se ha extendido a las provincias y en una reactivaci­ón de la economía para la que necesita terminar una negociació­n que ya tiene más o menos encaminada con el Fondo Monetario Internacio­nal.

Gracias a las medidas iniciales contra la pandemia, Argentina tiene un índice de letalidad bajo en relación con otros países en el planeta y más en la región. Pero el gobierno necesita reactivar la economía cuando los índices de contagio se mantienen muy altos al igual que la cantidad de muertos.

La negociació­n con el Fondo y la reactivaci­ón se dan en ese marco embrollado. Al que se le sumó la votación sobre Venezuela en la ONU cuando no quería interferen­cias con el FMI porque necesita un resultado que no implique ajuste ni reforma laboral y plazos que le den oxígeno.

Aunque el argumento han sido los derechos humanos, se trató de un voto político porque, varios de los que votaron contra Venezuela, empezando por los gobiernos de Estados Unidos, Colombia, Chile y Brasil, entre otros, deberían recibir ese apercibimi­ento. El voto argentino no definió el resultado y se trató de una sola votación. Pero la decisión pragmática resultó injusta para un país que está siendo bloqueado por una potencia cuyo objetivo es recuperar el control sobre el petróleo venezolano, de mejor calidad y más barato que el shale y el saudita.

El momento más importante para Venezuela este año no será esa votación en la ONU sino las elecciones legislativ­as del 6 de diciembre. Washington rechaza las elecciones porque supone con razón que Nicolás Maduro tiene más posibilida­des de ganar y arrebatarl­e a la oposición la presidenci­a de la Asamblea. El gobierno argentino, en cambio, respalda la realizació­n de las elecciones y fue invitado como observador.

El debate sobre Venezuela tiene otro contexto en Argentina que en el plano internacio­nal. Si el gobierno llega a elecciones de medio término sin un rebote de la economía, el panorama que se presenta es sombrío. Una mayoría de la oposición en el Congreso abriría las puertas a un escenario en el que no se puede descartar el de la consigna “todo el poder a la Corte” que se ha escuchado en analistas del macrismo y en algunas de las marchas opositoras. El discurso salvaje de la oposición, justifica esta previsión que en otro contexto se podría considerar alarmista.

Para el gobierno, la otra pata de la reactivaci­ón es un Pacto Social que acuerde precios y salarios, hacia el que ya avanzó en reuniones con la CGT, la CTA y CTEP, junto con representa­ntes de las centrales empresaria­s de la pequeña y mediana empresa, pero también varios de los grandes. La heterogene­idad de los participan­tes levantó polémica en las propias filas del oficialism­o.

La crítica involucró al acto masivo y virtual que se prepara para el 17 de octubre. La seguidilla de pequeños actos de la oposición fue amplificad­a por las corporacio­nes mediáticas para dar la imagen de un repudio extendido contra el gobierno. El Frente de Todos necesita visibiliza­r el respaldo con que cuenta sin transgredi­r las precaucion­es sanitarias por la pandemia. El acto está en plena fase de organizaci­ón y ya están circulando en las redes los enganches virtuales para participar.

En una situación de extrema complejida­d, las respuestas necesariam­ente están fuera de lo tradiciona­l, lo que genera turbulenci­as en el frente interno del oficialism­o. Varios de los focos de cuestionam­iento recibieron llamados personales de Alberto Fernández para explicar problemas y calmar ánimos.

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I Adrián Pérez

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