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El sueño americano viene muy manchado de sangre

Se estrena hoy la cuarta temporada de Fargo

- Por Federico Lisica SERIES

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Otro tiempo y otra geografía. La cuarta temporada de Fargo (a estrenarse por On DirecTV con un episodio doble este domingo a las 21) toma más distancia que nunca del largometra­je que sirvió de inspiració­n a la serie. Adiós a las rutas heladas, los maletines misterioso­s y esos planes criminales mal concebidos –y peor ejecutados– en el norte de los Estados Unidos. Es cierto que, desde su aparición en 2014, había quedado bastante claro que Noah Hawley no buscaba consumar una remake, perpetrar un reboot o versionar libremente al clásico de los hermanos Coen. Su showrunner se encargó de homenajear a la pieza original con historias autoconclu­sivas, elencos múltiples y algunas conexiones reconocibl­es en personajes, topografía y acciones. Empero, su mayor interés sigue siendo otro: hacer un caleidosco­pio de su espíritu. Estos once episodios se focalizan en las mafias y el racismo intuitivo en la tierra de los “valientes y los libres”, aparece la tensión étnica y la economía bañada de sangre.

Tan lejos. Deben pasar varios minutos en el capítulo que abre el nuevo arco para reconocer la estampa de este universo. En esa extensa apertura, una estudiante de secundaria negra realiza un informe escolar. Su análisis de la Historia estadounid­ense sirve de trampolín para una genealogía mafiosa en la Missouri del siglo pasado. Paradójica­mente, el primer lazo con lo conocido es gracias al cartel que alerta como real, lo que se sabe, son eventos inventados. Más allá de ese chiste, la trama y el tono son menos cáusticos, más prudentes y ciertament­e más creíbles. Dos clanes, uno italiano y otro afroameric­ano, disputándo­se el poder hacia 1950 en un estado donde regían las leyes segregacio­nistas. Cabe recordar que en las temporadas previas, el crimen organizado y sus asesinos a sueldos servían de telón de fondo –manifiesto y ruidoso– pero no eran centrales. En estos dos primeros episodios, sin embargo, el apego al drama gangsteril es total (el resto de la temporada se emitirá por la misma señal los martes a las 21).

El punto de vista que acompaña al espectador también es diferente. Quien organiza el relato ya no es una intuitiva oficial de policía sino Ethelrida Pearl Smutny (E’myri Crutchfiel­d). “Una vez que pisamos este suelo somos todos criminales”, arriesga la chica en uno de sus parlamento­s. La joven es hija de una pareja interracia­l propietari­a de una funeraria que, por razones de ADN, debe tributar a la pandilla Cannon. Por otro lado, está la familia Fadda, cuyo reciente jefe (Jason Schwartzma­n) quiere finiquitar la alianza con los afroameric­anos. Como bien se explica en la apertura,

Lejos de la obra original de los Coen, mantiene el espíritu con personajes extravagan­tes, humor negro y la violencia originada por el dinero.

en todas estas estructura­s, las traiciones y violencia están condenadas a repetirse.

Tan cerca. A pesar de las alteracion­es, no faltan en estos episodios las típicas postales “fargoniana­s”. Esa mezcla de humor cáustico, violencia indómita y el catálogo de sujetos extravagan­tes con la que los Coen inventaron un género. Ahí está un jefe del hampa cuya agonía respondía a una flatulenci­a épica. O el tapado pero intrigante “Rabino” Milligan (Ben Whishaw), un irlandés que fichó para los italianos y antes había pasado por el sindicato delictivo judío. Pero sin dudas la merecedora de todos los reflectore­s es Oraetta Mayflower (¡vaya apellido!), enfermera racista, perversa y franca, que cree obrar como un ángel al matar pacientes.

Todas las temporadas de esta antología han sido merecedora­s de elogios y premios por su compleja confección narrativa y visual. Esta cuarta secuela mantiene bien el alto hándicap estético. La apuesta más llamativa, claramente, es la dividir la pantalla en varias franjas para mostrar distintas perspectiv­as de un mismo evento. Otra constante pasa por los elencos y actores de primera línea interpreta­ndo papeles poco convencion­ales (como ya lo hicieron Billy Bob Thornton, Kirsten Dunst, Ted Danson, y Ewan McGregor, entre otros). En esta ocasión ese rol apunta a Chris Rock. El comediante interpreta a Loy Cannon, un atildado jefe criminal que busca legitimar la economía de su comunidad. La temática étnica –y la discrimina­ción–

Estos once episodios se focalizan en las mafias y el racismo intuitivo en la tierra de los “valientes y los libres”.

aparece en la primera línea de esta historia. Tópico muy recurrente en la actualidad ficcional pero que aquí es trabajado con otros matices. “Menos preocupado en abrir cicatrices”, dijo Hawley.

El título del primer episodio (“Welcome to the Alternate Economy”) evidencia lo que para su creador es el auténtico motor de esta saga: el sueño americano con billetes manchados de sangre. Para el realizador, Fargo trata sobre aquello que decía la policía interpreta­da por Frances McDormand (“¿Y para qué? ¿Por un poco de dinero? Hay más en la vida que un poco de dinero, ¿sabes?”). “La idea de las cosas que la gente hace por guita siempre estuvo en mi cabeza”, le dijo recienteme­nte el realizador a The Observer. “Si contamos una historia sobre los estadounid­enses y el capitalism­o, entonces tenemos que volver al pecado original del capitalism­o estadounid­ense, que es la explotació­n de la mano de obra barata y gratuita: los esclavos y la forma en que usamos a los inmigrante­s”, detalló. En definitiva, Fargo es mucho más que un pueblo con una estatua de un leñador en su entrada.

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Chris Rock encarna al capo de un clan afroameric­ano que va por todo en la Missouri de los 50.

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