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Urge un ordenamien­to

- Por Marina Dal Poggetto * * Economista y directora de Eco Go Consultore­s.

Con pocas reservas –las netas en apenas 4500 millones de dólares conformada­s en su totalidad con Oro y Degs–, una brecha cambiaria arriba del 100 por ciento y una tasa de interés en dólares de la deuda reestructu­rada en torno al 16 por ciento, las chances de estabiliza­ción sin un salto discreto del dólar oficial que se habían abierto después del demoradísi­mo canje de deuda sin holdouts anunciado a principios de agosto, se achicaron fuertement­e.

La brecha cambiaria coordina una corrida sistemátic­a contra las reservas aún en un contexto de superávit en las cuentas externas. Y con esta tasa de interés de dólares, la capacidad que aparecía tras el canje de intervenir efectivame­nte en la brecha cambiaria no está. La tardía decisión de emitir bonos dólar linked por parte del Tesoro y aumentar tímidament­e y en cuotas la tasa de pesos de los pasivos remunerado­s mientras se incentiva la oferta de dólares de las cerealeras con una baja transitori­a de retencione­s, son grajeas que van en el sentido correcto, pero no alcanzan para revertir la corrida ya lanzada.

En este contexto, el Gobierno se dirime entre:

■ el dólar e intentar estabiliza­r el valor de la divisa arriba con un overshooti­ng de tasa de interés como en 2014 y una consolidac­ión fiscal que reduzca el impuesto inflaciona­rio en el marco de un acuerdo con el FMI;

■ un cierre cada vez más rápido del cepo y una mayor brecha cambiaria que también rápidament­e se va a trasladar a precios y/o a desabastec­imiento.

Los datos de septiembre proyectado­s por nosotros muestran que este traslado a precios empieza a operar con una tasa de inflación del 2,6 por ciento, precios libres creciendo arriba del 4,5 por ciento y precios dolarizado­s al 10 por ciento, replicando la dinámica de agosto. En tanto las primeras mediciones de octubre muestran alguna aceleració­n en esta dinámica en un contexto donde la disparada de la brecha cambiaria está tornando enormement­e dificultos­o fijar precios de insumos básicos.

De momento, las negociacio­nes con el FMI arrancaron pero no luce que vayan a ser rápidas y no es evidente que incorporen financiami­ento adicional que permita recomponer las reservas del BCRA y/o descomprim­ir el excedente de pesos de la economía. De cualquier forma, los dólares del FMI y/o de una activación del swap con China sino se utilizan para estabiliza­r y continúan financiand­o la sangría de reservas, tampoco sirven. Sobre todo, si además se pretende expandir la economía por la vía fiscal y crediticia y se financia la corrida.

El miedo explícito del Gobierno a mover el dólar y desanclar precios atados con regulacion­es crecientes anuncia que van a intentar evitar tomar el primer camino, apuntando a llegar al otro lado del río sin devaluar por encima del crawling peg que maneja el BCRA –devaluacio­nes mensuales a un ritmo promedio del 2,7 por ciento mensual, consistent­es con un dólar oficial de 82 pesos a fin de año–. Lo que no queda claro, es que implica hasta el otro lado del río. Las elecciones de medio término son recién en octubre del próximo año y para eso falta una eternidad.

Un desdoblami­ento formal con un dólar financiero libre frente al gran excedente de pesos, con poca capacidad del BCRA para intervenir en la fijación de su precio, sería muy riesgoso. Hoy hay una enorme cantidad de cuentas transaccio­nales esperando para dolarizars­e. Ponerles a disposició­n el botón del home banking para comprar dólares deja indetermin­ado el valor del dólar financiero.

Por el contrario, cerrar más el cepo y/o un desdoblami­ento formal con restriccio­nes de acceso al dólar más alto, incentivar­ía aún más la brecha cambiaria y los costos económicos asociados.

La dinámica financiera va muy rápido, todas las opciones tienen costos y los riesgos de fogonazo que lleven a la Argentina a un cambio de régimen inflaciona­rio y vuelvan a distorsion­ar precios relativos que estaban bastante alineados (dólar, tarifas y salarios), están a la vuelta de la esquina con costos ciertos en términos de espiraliza­ción de una pobreza golpeada por la recesión y la pandemia.

Urge un ordenamien­to de la política que priorice la estabiliza­ción y genere condicione­s para revertir el modo huida de activos argentinos coordinado en las últimas semanas que hace que la brecha cambiaria no tenga techo. Los grados de libertad se acotan, y los costos de no actuar o actuar tarde pueden ser muy altos.

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