Urge un ordenamiento
Con pocas reservas –las netas en apenas 4500 millones de dólares conformadas en su totalidad con Oro y Degs–, una brecha cambiaria arriba del 100 por ciento y una tasa de interés en dólares de la deuda reestructurada en torno al 16 por ciento, las chances de estabilización sin un salto discreto del dólar oficial que se habían abierto después del demoradísimo canje de deuda sin holdouts anunciado a principios de agosto, se achicaron fuertemente.
La brecha cambiaria coordina una corrida sistemática contra las reservas aún en un contexto de superávit en las cuentas externas. Y con esta tasa de interés de dólares, la capacidad que aparecía tras el canje de intervenir efectivamente en la brecha cambiaria no está. La tardía decisión de emitir bonos dólar linked por parte del Tesoro y aumentar tímidamente y en cuotas la tasa de pesos de los pasivos remunerados mientras se incentiva la oferta de dólares de las cerealeras con una baja transitoria de retenciones, son grajeas que van en el sentido correcto, pero no alcanzan para revertir la corrida ya lanzada.
En este contexto, el Gobierno se dirime entre:
■ el dólar e intentar estabilizar el valor de la divisa arriba con un overshooting de tasa de interés como en 2014 y una consolidación fiscal que reduzca el impuesto inflacionario en el marco de un acuerdo con el FMI;
■ un cierre cada vez más rápido del cepo y una mayor brecha cambiaria que también rápidamente se va a trasladar a precios y/o a desabastecimiento.
Los datos de septiembre proyectados por nosotros muestran que este traslado a precios empieza a operar con una tasa de inflación del 2,6 por ciento, precios libres creciendo arriba del 4,5 por ciento y precios dolarizados al 10 por ciento, replicando la dinámica de agosto. En tanto las primeras mediciones de octubre muestran alguna aceleración en esta dinámica en un contexto donde la disparada de la brecha cambiaria está tornando enormemente dificultoso fijar precios de insumos básicos.
De momento, las negociaciones con el FMI arrancaron pero no luce que vayan a ser rápidas y no es evidente que incorporen financiamiento adicional que permita recomponer las reservas del BCRA y/o descomprimir el excedente de pesos de la economía. De cualquier forma, los dólares del FMI y/o de una activación del swap con China sino se utilizan para estabilizar y continúan financiando la sangría de reservas, tampoco sirven. Sobre todo, si además se pretende expandir la economía por la vía fiscal y crediticia y se financia la corrida.
El miedo explícito del Gobierno a mover el dólar y desanclar precios atados con regulaciones crecientes anuncia que van a intentar evitar tomar el primer camino, apuntando a llegar al otro lado del río sin devaluar por encima del crawling peg que maneja el BCRA –devaluaciones mensuales a un ritmo promedio del 2,7 por ciento mensual, consistentes con un dólar oficial de 82 pesos a fin de año–. Lo que no queda claro, es que implica hasta el otro lado del río. Las elecciones de medio término son recién en octubre del próximo año y para eso falta una eternidad.
Un desdoblamiento formal con un dólar financiero libre frente al gran excedente de pesos, con poca capacidad del BCRA para intervenir en la fijación de su precio, sería muy riesgoso. Hoy hay una enorme cantidad de cuentas transaccionales esperando para dolarizarse. Ponerles a disposición el botón del home banking para comprar dólares deja indeterminado el valor del dólar financiero.
Por el contrario, cerrar más el cepo y/o un desdoblamiento formal con restricciones de acceso al dólar más alto, incentivaría aún más la brecha cambiaria y los costos económicos asociados.
La dinámica financiera va muy rápido, todas las opciones tienen costos y los riesgos de fogonazo que lleven a la Argentina a un cambio de régimen inflacionario y vuelvan a distorsionar precios relativos que estaban bastante alineados (dólar, tarifas y salarios), están a la vuelta de la esquina con costos ciertos en términos de espiralización de una pobreza golpeada por la recesión y la pandemia.
Urge un ordenamiento de la política que priorice la estabilización y genere condiciones para revertir el modo huida de activos argentinos coordinado en las últimas semanas que hace que la brecha cambiaria no tenga techo. Los grados de libertad se acotan, y los costos de no actuar o actuar tarde pueden ser muy altos.