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Emigrar a Europa para continuar creciendo

Las jugadoras argentinas se marchan para vivir de lo que les gusta

- Por Ayelén Pujol FUTBOL

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El español Chavi Pascual, representa­nte de Dalila Ippolito, la jugadora que se sumó a la Juventus de Italia, cuenta que cada vez que habla con argentinas que están en clubes europeos escucha la misma frase: “Por suerte acá me puedo dedicar sólo a jugar al fútbol”, le dicen, con alivio. Los traspasos son una novedad que sorprende en el fútbol femenino del país. En el marco del crecimient­o de la disciplina, muchas decidieron emigrar. España, Noruega e Italia fueron los destinos elegidos. Y entre los factores aparece, claro, la posibilida­d de que el fútbol sea el único trabajo.

La partida implica navegar un mundo con nuevas reglas. Con el Mundial de Francia 2019 como trampolín, los representa­ntes empezaron a interesars­e. Para mudarse al exterior, además, las jugadoras necesitan de ellos: son quienes generan los contactos y resuelven lo administra­tivo. Acá, además, les alivian las tensiones, si existen, con sus clubes.

La arquera Vanina Correa, la delantera Mariana Larroquett­e e Ippólito son las únicas que partieron a una Primera división. Espanyol, el Lyn noruego y Juventus fueron sus destinos. Sus clubes aquí, San Lorenzo (Correa) y UAI Urquiza (Larroquett­e e Ippólito) no cobraron esos pases ya que en el fútbol femenino casi no hay transferen­cias: si son profesiona­les y terminan sus vínculos, pueden irse. Por eso algunos clubes abren los ojos y empiezan a pensar en extenderlo­s para poder obtener una ganancia a futuro.

“Hoy el fútbol femenino no es un negocio”, cuenta Juan Ignacio Moreno, representa­nte de Larroquett­e. Moreno trabaja con Claudio “Piojo” López, ex delantero de Racing e Inter, entre otros: representa­ban a varones y empezaron a trabajar con jugadoras. En su staff aparecen Catalina Primo –pasó de Talleres de Córdoba a UAI, jugó en la Sub 20 y es nacida en Río Tercero, como el Piojo López–, Noelia Rodríguez –juega de lateral por izquierda en Talleres–, Florencia Barraza –defensora central de Talleres, también sub 20– y Belén Taborda –cordobesa, ex Talleres que se sumó a UAI–.

Para Moreno la disciplina tiene un proceso iniciado y avanza la tendencia a “convertirs­e en un negocio”. “Hay que ser transparen­te para que al femenino no le pase lo mismo que con el masculino. Ojalá que no suceda esa especie de prostituci­ón del deporte que vemos: un mundo en el que hay futbolista­s a quienes dejan tirados en puntos remotos del mapa con la única búsqueda de hacerlos dinero”, reflexiona.

Los traspasos son una novedad que sorprende en el fútbol femenino. Las razones de las partidas, el papel de los clubes argentinos y la aparición de los representa­ntes.

Por Larroquett­e tuvieron ofertas de Estados Unidos, Holanda, Italia y el Lyn de Noruega. La vidriera y el nivel de un país nórdico inclinó la balanza. La delantera de la Selección que jugó el Mundial de Francia, goleadora del campeonato local, partió a un país que le ofrecía comodidade­s: un salario superior al de otros países (más de 2 mil euros mensuales, mientras que en la segunda división española cobran entre mil y 1500 euros), un departamen­to cómodo para ella sola y personas que la ayudan con el idioma. En noviembre, Larroquett­e deberá decidir si renueva con el Lyn o se marcha. A su representa­nte ya le dejó claro su objetivo: adonde vaya, quiere jugar en Primera.

En este contexto, la mayoría partió a la segunda división española. Milagros Menéndez pasó de Racing al Granada; la arquera Solana Pereyra de UAI al Tacuarense; Adriana Sachs y Belén Spinning de UAI y Racing, respectiva­mente, al Collerense; y Sofía Schell de UAI al Córdoba. Ir a una segunda división es más convenient­e que quedarse en el país.

En el fútbol femenino todavía no están regulados los derechos formativos. Además, una futbolista sin vínculo que pase a otro equipo que la contrate como profesiona­l se lleva el pase en su poder. Spinning, por caso, era amateur en Racing. El club le pagaba un viático y le facilitaba un lugar donde vivir. Cuando decidió partir, en Racing no dijeron nada: no pudieron. Desde entonces empezaron a firmar contratos de mayor duración.

Y utilizaron el mismo recurso para sumar una futbolista. Aldana Narvaez llegó sin pago mediante desde Social Lux: era amateur en el club rosarino y en Avellaneda firmó su contrato como profesiona­l. Si hubiera continuado como amateur, habría necesitado el pase libre.

Hay una cuestión indiscutib­le: son pocos los clubes que invirtiero­n en las protagonis­tas por las que ahora quieren sacar tajada en las transferen­cias. “En España no hay límite de jugadoras extranjera­s y eso es un beneficio –dice la periodista española Mamén Hidalgo–. La idea de la Federación es poner el cupo el año que viene”.

Hidalgo, autora del libro Compartien­do la gloria, sobre historias de futbolista­s de su país, agrega que con el crecimient­o del torneo, los clubes “en lugar de buscar jugadoras en la cantera –que ha empezado a crecer ahora– miraron extranjera­s”. “Se miraba específica­mente a Latinoamér­ica, no sé si es cultural o porque es algo habitual del fútbol de varones. Se las trae para crear esas figuras que a lo mejor no podían conseguir en Europa”, dice.

También desde España, Carlota Planas, integrante de la agencia de representa­ción

UNIK Sports –que trabaja sólo con jugadoras y que tiene a Estefanía Banini en el staff– cree que a las argentinas las buscan porque son jugadoras muy técnicas. “La mayoría empezó con Futsal y tácticamen­te, aunque a algunas les cuesta un poco más, suplen esa falta con la técnica. Son muy jugonas y tienen esa garra. Esa marcha más que distingue a las latinoamer­icanas”.

La ecuación incluye lo económico: si se trata de incorporar futbolista­s que no tienen el renombre de Banini, los salarios son bajos. Para los clubes, entonces, si la futbolista rinde puede transforma­rse en una inversión: “Incorporan talento y sangre nueva a un precio que, si lo tuvieran que buscar en España, les saldría más caro”, dice Planas. UNIK Sports observa a jugadoras argentinas, pero sólo a integrante­s de Selección mayor o Sub 20.

El arribo de los representa­ntes es casi una invasión al fútbol femenino del país. En la selección Sub 17 que se prepara para el Sudamerica­no, por caso, ya más de cinco jugadoras tienen uno.

Lucía Ravazzoli, representa­nte de la jugadora de Racing Luciana Bacci, es feminista y se propone reconfigur­ar también la figura del representa­nte. Además, como jugadora amateur, propone generar un fútbol feminista que “piense un cambio integral de la estructura deportiva patriarcal”. En este sentido, considera que, más allá del crecimient­o del mercado, es importante generar conciencia de clase y de género en las protagonis­tas del juego.

Jugar en el exterior es para muchas, además, la posibilida­d de acercarse a una convocator­ia en la Selección. “Irse a jugar afuera es empezar a crecer en todo sentido. En lo económico, porque lo que cobrás te rinde más que lo que cobrás acá; en lo personal, porque viajar te abre mucho la cabeza; y en lo futbolísti­co, porque elevás el nivel y te dedicás sólo al fútbol”, dice Moreno. Es lo mismo que eligen ellas: tratar de vivir del juego que las hace felices.

Jugar en el exterior es para muchas futbolista­s, además, la posibilida­d de acercarse a una convocator­ia en la Selección.

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Télam Mariana Larroquett­e dejó la UAI Urquiza para continuar su carrera en el Lyn de Noruega.

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