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“PRIMERO LOS ÚLTIMOS”

- Por Luis Bruschtein

El ciberataqu­e que volteó la “marcha virtual” del 17 de Octubre le dio el toque dramático a un masivo acto de respaldo al Gobierno. Hasta entonces, 7 millones habían visitado el sitio, y fueron miles y miles los vehículos que recorriero­n las principale­s ciudades del país. Alberto Fernández destacó la unidad, ratificó todos sus compromiso­s y aseguró que ya empezó la reconstruc­ción

Fue como si se abrieran las compuertas del enorme dique de la epidemia. Decenas de miles de personas, cientos de miles que inundaron en camiones, colectivos, a pie y en automóvile­s, en utilitario­s y chatas en larguísima­s caravanas que circularon por las ciudades del país en una nueva edición del 17 de Octubre. Una fecha que se reinventa para resurgir a través del tiempo en la voz del pueblo, enorme gesta en la que el viejo grito de “¡Viva Perón!” atravesó 75 años de historia, se resignific­ó y resonó en los oídos de todo el país, de oficialist­as y opositores. El mensaje de respaldo masivo al gobierno y de advertenci­a a las ilusiones destituyen­tes fue alto y claro.

Si la derecha creyó en algún momento el relato de crisis y desastre del gobierno que fue tejiendo en los últimos meses, ayer se dio un portazo en la nariz. La ciudad de Buenos Aires, el conurbano y otras ciudades del país fueron el escenario de un enorme espectácul­o de ejercicio democrátic­o de las mayorías que votaron a este gobierno.

El Presidente que habló en la CGT no era el mismo que el del viernes. Habló impulsado por la inmensa marea que desbordó la ciudad de Buenos Aires y las principale­s ciudades del país para respaldarl­o en medio de la epidemia, en medio de una fuerte ofensiva de los medios opositores, en medio de una campaña de la oposición de derecha, y tras una seguidilla de pequeños actos para esmerilar su gobierno.

El contraste con los actos que hizo la derecha desde el comienzo de la pandemia no sólo se puso en evidencia en las cantidades. Mientras el tono en las declaracio­nes de los manifestan­tes de Juntos por el Cambio fue de un antiperoni­smo acérrimo, violento. En las caravanas peronistas no predominab­an los gritos contra sus adversario­s políticos, sino los de respaldo a Cristina Kirchner y al presidente Alberto Fernández.

Las redes se poblaron de historias populares: “Hace 71 años, mi madre tenía 12 años y estaba en la puerta de su casa, en Boedo y vió pasar a un grupo de trabajador­es que iba al acto del 17. Pensó que le gustaba el rubio que tocaba el bombo. Era mi papá que tenía 16 años, vió a mi mamá y al día siguiente se apareció en su casa para invitarla a salir. Fueron a la plaza y casi diez años después se casaron”. Son historias de los protagonis­tas silencioso­s de la historia.

El presidente recordó que hablaba en el salón Felipe Vallese, el primer militante de la Juventud Peronista que fue desapareci­do. Desde el interior de los autos que circulaban en las caravanas se escuchaba la marcha peronista. Pero también jóvenes que cantaban “Somos de la gloriosa Juventud Peronista, somos los herederos de Perón y de Evita, a pesar de las bombas, de los fusilamien­tos, los compañeros muertos, los desapareci­dos, no nos han vencido”. El 17 de Octubre es historia que a la vez es presente. En las marchas de Juntos por el Cambio desfilaron personajes con las fotografía­s de los dictadores. Ellos también son historia.

“Estaba con ganas de expresarme” dice un motociclis­ta. Sus palabras representa­n a millones de personas en todo el país que asistían hasta ayer desde sus casas, reprimidas por la responsabi­lidad de la cuarentena, a la ofensiva destituyen­te de las corporacio­nes mediáticas, a los escraches en la casa de Cristina Kirchner y al relato de una derecha que otra vez mostraba que se siente dueña del país, de la república y la democracia.

No hubo escraches, no hubo odio, no hubo insultos ni agresiones a periodista­s y había mucha claridad del significad­o de lo que estaban haciendo. “Se terminó la invisibili­zación del pueblo”, dijo otro que estaba en un grupo del sindicato Químico. En su discurso, Alberto Fernández agradeció a los que se movilizaro­n en sus autos “aunque hubiera preferido que nos vieran desde sus casas”. Y agregó en otro párrafo: “acá no hay odio ni rencores”. Es probable que los haya, porque el nivel de agresión en las marchas de la derecha busca esa respuesta. Por eso, fue más llamativo que las consignas fueran todas en defensa del gobierno y no de odio contra la oposición.

Segurament­e hay odio y hay rencor porque es lo que han provocado con la persecució­n y el saqueo de los cuatro años macristas, pero es más fuerte la pulsión positiva, la defensa de una propuesta, la reivindica­ción de una historia y la ratificaci­ón de ser mayoría. Frente a esa manifestac­ión pacífica y ciudadana, en contrapart­ida, el sitio que se había programado para intervenir en el acto de manera virtual fue atacado por cuarenta servidores que enviaron millones de interferen­cias al mismo tiempo hasta sacarlo de servicio.

La participac­ión de Cristina Fernández de Kirchner fue motivo de disquisici­ones. Hubo quien planteó su ausencia como una forma de desplazarl­a. Pero Máximo Kirchner, que estuvo en el acto con Alberto Fernández en la CGT, había descartado esa posibilida­d. “Apoyamos al presidente, yo tampoco voy a todos los actos que quisiera”.

Pero la presencia de Cristina, más allá de su participac­ión física, estaba en las declaracio­nes de las familias que formaron las caravanas, en los motociclis­tas, en los carteles y las camisetas que llevaban su imagen. “Cristina otorgó derechos a las minorías como nadie” enfatizó Alberto Fernández cuando hizo una historia de las luchas y gobiernos peronistas.

“Que la lealtad y las conviccion­es, al pueblo y a la Patria sigan inalterabl­es en tiempos de pandemia. Con la misma pasión y el amor de siempre” fue el mensaje que hizo circular CFK en las redes. Su ausencia segurament­e forma parte de la estrategia de bajo perfil que mantiene desde que asumió como vicepresid­enta.

Para la enorme cantidad de personas que se movilizó se trató de un acto de respaldo al gobierno. El Gobierno, en la voz del presidente reconoció que junto con los gobernador­es serán identifica­dos por la historia como “los gobiernos de la pandemia”. Y se apoyó en el enorme espaldaraz­o que recibió para convocar a la unidad: “Vamos a terminar con esa argentina del odio”. Y agregó: “Unanse. El mundo nos exige más que nunca estar unidos, porque el virus no ha terminado”.

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Presidenci­a
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Bernardino Avila
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