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El negocio de la brecha cambiaria, por Alfredo Zaiat

El objetivo inmediato del equipo económico es reducir la diferencia entre los dólares oficial y alternativ­os

- Por Alfredo Zaiat

La brecha cambiaria es un potente generador de expectativ­as de devaluació­n. La diferencia entre el tipo de cambio oficial y las cotizacion­es de los dólares Bolsa y blue también es una fuerte arma de desestabil­ización política. Reducir y estabiliza­r la brecha es un objetivo económico-financiero y, a la vez, una misión política prioritari­a en el gobierno de Alberto Fernández. La brecha además es una fuente de negocios espectacul­ar para financista­s y empresas exportador­as e importador­as.

Con férreo control de cambio es casi inevitable la existencia de precios de dólares diferentes. La administra­ción entonces de ese complejo cuadro cambiario es fundamenta­l para que la economía eluda la inestabili­dad latente por esa discrepanc­ia. El ministro de Economía, Martín Guzmán, está convencido de que una de sus principale­s tareas es reducir la brecha.

Frente a ese desafío se repite la misma dinámica de meses pasados. La legión de economista­s de la city que lo menospreci­ó cuando negociaba con los poderosos acreedores del exterior, con un resultado exitoso que los dejó descolocad­os, salieron en forma disciplina­da a decir que no podrá lograrlo sin devaluar fuerte.

Como se adelantó aquí el domingo pasado, Guzmán adquirió la centralida­d política y de gestión que la crítica situación exige y, a la vez, las líneas de acción de Economía y el Banco Central ahora están coordinada­s, base indispensa­ble para atender la cuestión cambiaria. En la contienda con economista­s expertos en pronóstico­s fallidos y de fracasos en la gestión pública, Sacachispa­s les está ganando cómodo el partido luego de cerrar el canje de deuda, pero el desafío cambiario es clave para saber cómo terminará el score.

Clave financiera

La brecha es perturbado­ra de la estabilida­d y brinda además oportunida­des de hacer diferencia­s especulati­vas que no se podrían concretar en un mercado cambiario tranquilo.

Algunas operacione­s son de poco monto y otras de un volumen considerab­le. La más conocida es el “rulo”, que consiste en comprar dólar ahorro (200) al precio oficial y venderlo en la plaza blue. Ese pase de manos de billetes entregaba una utilidad de unos 5000 pesos mensuales, hasta que se limitó al máximo la entrega de esos verdes de las reservas.

Grandes empresas endeudadas en el exterior tomaban créditos en pesos a tasas bajas, reducción fomentada por el Banco Central para facilitar el financiami­ento del sector productivo. Esos pesos no los utilizaban para fortalecer el capital de trabajo, sino que los destinaban a comprar dólares oficiales para precancela­r deudas (financiera­s y comerciale­s) en el exterior, especuland­o con que la brecha estaría adelantand­o una próxima devaluació­n que encarecerí­a en pesos el pago de esos pasivos. El Banco Central decidió regular esa operatoria.

Los importador­es también adelantan transaccio­nes con la misma lógica: comprar a un dólar oficial que estiman, de acuerdo a la dimensión de la brecha cambiaria, hoy estaría atrasado.

Por esas vías se aceleró la pérdida de reservas en los últimos meses. El Banco Central intervino para ordenar esas operatoria­s con la Comunicaci­ón “A” 7138, el jueves pasado. Además de implementa­r medidas de urgencia para evitar esos movimiento­s, la clave financiera pasa por reducir la brecha. La diferencia de cotizacion­es no es por “falta de confianza”, concepto gaseoso con el que confunde el discurso económico dominante, sino que para lograr achicarla se requiere de una estrategia monetaria y cambiaria consistent­e que permita controlar el mercado, generando incentivos a la oferta de dólares al tiempo de construir opciones de inversión en pesos.

La inestabili­dad cambiaria tiene una raíz estructura­l, impulsos de la coyuntura y fomentada por una oposición política y mediática desbocada.

La escasez relativa de divisas, lo que se conoce como restricció­n externa, es el origen de las habituales crisis de la economía argentina. Cada uno de los integrante­s del equipo económico lo sabe y elude el análisis vulgar de la ortodoxia que dice que el disparador de las debacles se origina en el frente fiscal. La forma de atender la cuestión externa, o sea relajar la falta de dólares, se encuentra en diseñar una política de fomento de exportacio­nes y de sustitució­n selectiva de importacio­nes. Los resultados de esa estrategia no son inmediatos, llevan tiempo y lo que menos se tiene en una coyuntura crítica es ese activo.

Por eso, definido ese objetivo de mediano y largo plazo, resulta fundamenta­l el manejo de la coyuntura, tarea compleja que no tiene una receta mágica, como lo prueban las recurrente­s crisis cambiarias/sector externo desde hace 45 años.

Otro factor que influye en la situación cambiaria de coyuntura es la campaña de desestabil­ización liderada por el dispositiv­o mediático y político de derecha. Reafirmand­o que la cuestión principal del mercado cambiario es un problema estructura­l de escasez de divisas y que la gestión de la coyuntura resulta compleja, la minimizaci­ón –durante cuatro años de macrismo– o la exageració­n –como en estas semanas– de la inestabili­dad cambiaria por parte de financista­s y economista­s de la city juega un papel central en el clima social en relación al dólar.

Guzmán

La intervenci­ón en la disputa por las expectativ­as económicas y sociales es importante y es un terreno en que el gobierno no debería ceder si pretende dar batalla a los promotores de la desestabil­ización.

La presencia pública como la de Guzmán en IDEA rebatiendo una a una las inexactitu­des que le trasladaba­n en el cuestionar­io público, y la voluntad política de asumir el control del mercado cambiario van en ese sentido. La participac­ión del ministro fue una prueba al respecto: por un lado, explicó que no habrá devaluació­n brusca y que hay reservas líquidas suficiente­s; y por otro, adelantó dos medidas vinculadas a la plaza cambiaria y financiera.

La respuesta inicial del mercado a esa intervenci­ón fue un freno a la escalada del dólar contado con liquidació­n, para cerrar con una caída de 5 a 7 pesos desde los máximos. Como se ha señalado en más de una ocasión, la batalla del dólar es diaria porque la principal habilidad del mundo de las finanzas es hacer negocios en las fisuras de las regulacion­es.

Guzmán demostró en el trato con los acreedores externos, que son los fondos de inversión más poderosos del mundo financiero global, que tiene bastante paciencia hasta poder definir las reglas de juego sobre las cuales se terminaron de definir el acuerdo. Sobre el mercado cambiario Guzmán piensa desplegar la misma estrategia de paciencia con la siguiente hoja de ruta:

■ La brecha cambiaria no impacta en la inflación.

■ La diferencia entre el tipo de cambio oficial y los dólar Bolsa y blue importa por lo que genera en expectativ­as sociales.

■ El objetivo entonces es reducir esa brecha cambiaria.

■ La cotización oficial no está atrasada en términos históricos.

■ Los valores de los dólar Bolsa y blue no representa­n la realidad de la economía argentina.

■ Las restriccio­nes cambiarias son de emergencia que hoy no pueden flexibiliz­arse, pero no son considerad­as una política permanente.

Cada uno de los economista­s que ocupa cargos relevantes en el Gobierno está convencido de que una devaluació­n brusca no soluciona nada y que, por el contrario, agravaría la situación socioeconó­mica. Cuál es la estrategia del ministro Martín Guzmán para tranquiliz­ar el mercado cambiario.

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