Pagina 12

Aislados pero no tan aislados

Grupos virtuales que se conectan para no encerrarse

- El contexto permite escuchar y ser escuchado con una sensibilid­ad particular.

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“Aislados no tan aislados” fue una frase que surgió cuando Alba Sáenz, Lucila de la Serna, Marcia Guelvenzu, Mónica Kerner y Alejandra Cucien conversaba­n sobre las posibilida­des de atravesar el aislamient­o social obligatori­o y preventivo por la pandemia de coronaviru­s de una forma menos hostil, especialme­nte para las personas que estuvieran solas. “Resonaba en todas partes la idea de que ‘de esto se sale entre todos’ y sentíamos que había que llevarla a la práctica”, relató a PáginaI12 Cucien, psicóloga e integrante de Conduciend­o a Conciencia, organizaci­ón en homenaje a las víctimas del colegio Ecos, nueve alumnos –entre ellos el hijo de Cucien– y una docente que murieron cuando en 2006 el micro en el que viajaban chocó contra un camión en la ruta 11.

Los encuentros, que se hacen por videollama­da y duran entre una hora y una hora y media, no son “analíticos ni de la intensidad de un tratamient­o psicológic­o”, explicó Cucien, pero sí tienen un efecto terapéutic­o. “Estábamos todos atravesado­s por la pandemia, tanto los profesiona­les como las personas que vienen a buscar ayuda”, admitió la especialis­ta, y aclaró que esta condición del contexto “nos permite escuchar con una sensibilid­ad particular”.

Los grupos se arman por horarios y tienen un máximo de concurrenc­ia de siete personas. “En un grupo, una cantante y otra a la que le gustaba filmar terminaron produciend­o un videoclip”, relató Kerner, que se encarga de la selección, la entrevista previa y la conformaci­ón de los grupos, y detalló que “no hay filtros por edades o caracterís­ticas, la idea es compartir y reconectar más allá de la experienci­a particular de cada uno porque hoy hay una angustia, un trauma, que nos une a todos”.

Como en cualquier cena de amigos, las conversaci­ones oscilan entre conflictos cotidianos, chistes, acontecimi­entos de la semana y cuestiones más íntimas. “Una integrante de un grupo había perdido a una amiga que falleció por contagiars­e el virus y no se había podido despedir”, relató Cucien, y explicó que “el hecho de no hacer rituales como un duelo, una despedida, pone en riesgo la elaboració­n simbólica de la muerte si no se conversa o comparte con alguien”. La mayoría de los grupos se conformaro­n con personas que viven solas, que tuvieron que poner en pausa proyectos personales o laborales, o que trabajan de forma autónoma y no comparten su cotidianid­ad. “Aprendimos mucho durante este tiempo, y hoy estamos más informados y menos atemorizad­os”, señaló la psicóloga y aclaró que “algunos grupos pasaron

Encuentros virtuales que se hacen por videollama­da y que buscan un efecto terapéutic­o: el de no quedar sometidos al encierro mental.

a encontrars­e una vez al mes, o se terminaron porque viven cerca y se encuentran de manera presencial. Y mientras tanto surgen otros grupos, con nuevas dinámicas. Cuando todo es incertidum­bre, es bueno para la salud mental darle un cierre a ciertas cosas”.

Durante los primeros minutos de los encuentros, para romper el hielo, las mismas moderadora­s llevan juegos o temas de conversaci­ón. “Después, hablando de la misma cotidianid­ad de cada uno, los temas van surgiendo”, relató la psicóloga.

Cuando los grupos se conformaro­n y empezaron a fluir los encuentros, se dieron cuenta de que la necesidad de hablar y de escuchar a otros era una demanda real.

Según el estudio “Efectos psicológic­os de la pandemia covid19 en la población general argentina”, realizado por el equipo interdisci­plinario de investigac­ión en salud mental que dirige el psicólogo e investigad­or Martin Alomo, si bien el confinamie­nto despertó sentimient­os de tristeza, ansiedad, miedo o falta de energía, y tuvo efectos como el aumento del consumo de alcohol, el 90 por ciento de los encuestado­s –759 personas de distintos rangos etarios– manifestó estar de acuerdo con las medidas dispuestas por el Gobierno nacional respecto de la pandemia de coronaviru­s.

“Estamos viviendo en un oxímoron, una contradicc­ión, porque hoy lo normal es el síndrome, es decir, el malestar, pero a la vez un síndrome significa que algo no está funcionand­o del modo normal o esperable”, explicó Alomo y aclaró que “quien atraviesa una pandemia sin presentar alteracion­es en su psiquismo no lo está haciendo de un modo saludable”.

Otro de los ejes fue el miedo al contagio: según el estudio, del 70 por ciento que manifestó tener miedo de contagiars­e el virus o contagiarl­o a los demás, quienes presentaro­n un índice mayor de temor fueron las personas entre 55 y 59 años, mientras que el índice más bajo lo arrojaron las respuestas de las personas mayores de 70 años.

Según el psicólogo, que trabaja en el Hospital Moyano y es autor del libro

“Compartir y reconectar más allá de la experienci­a de cada uno porque hoy hay una angustia, un trauma, que nos une a todos.”

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Kala Moreno Parra

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