Pagina 12

Una carrera con obstáculos

El desarrollo de las vacunas, entre las pausas y las autorizaci­ones de emergencia

- Por Pablo Esteban pablo.esteban@pagina12.com.ar

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Aunque en la OMS se han inscripto casi 200 vacunas, son pocas las corporacio­nes que desarrolla­n los ensayos clínicos en fase III y cuentan con las mejores posibilida­des. Mientras algunas – como Johnson & Johnson esta semana y AstraZenec­a el mes pasado– debieron pausar sus ensayos para estudiar complicaci­ones y el desarrollo de afecciones inexplicab­les en algunos de sus voluntario­s; otras, como Pfizer y Moderna, se apresuran a conseguir una autorizaci­ón de emergencia para distribuir sus dosis en la población lo más rápido posible.

“De las vacunas que se están desarrolla­ndo, a mi entender, hay algunas que tienen mejores perspectiv­as. Por ejemplo, las que utilizan virus inactivado, una tecnología más antigua pero mucho más robusta y segura porque ya se ha probado para otras enfermedad­es. Me refiero al caso de las chinas SinoVac y Sinopharm –la empresa estatal que está probando en Argentina–. Luego hay otras que emplean métodos más modernos. La de AstraZenec­a, por caso, utiliza un vector viral, adenovirus (que comúnmente causa resfrío), al que se le agrega una cobertura con componente­s del Sars CoV-2”, describe Mario Lozano, virólogo del Conicet y ex rector de la Universida­d Nacional de Quilmes. Después continúa con la enumeració­n para completar el panorama: “Por último, están las más novedosas de todas: aquí se ubican las de Pfizer y Moderna, que tan sólo usan una parte del genoma viral (ARN mensajero). Se les tiene mucha confianza porque se podrían fabricar de forma muy barata pero se desconocen realmente cuáles podrían ser los efectos secundario­s”.

En este marco, algunas han experiment­ado breves interrupci­ones. El lunes pasado la farmacéuti­ca Johnson & Johnson anunció la pausa temporal de sus pruebas porque uno de los postulante­s había exhibido “una enfermedad inexplicab­le”. Estaba siendo testeada en más 60 mil personas de 200 localidade­s de Estados Unidos y de otras naciones como Brasil, Chile, Colombia, México, Perú, Sudáfrica y Argentina, que iniciaría con la convocator­ia en breve. Hoy el acontecimi­ento está siendo evaluado por una junta médica independie­nte. A principios de septiembre, AstraZenec­a comunicó que había decidido suspender su Fase III porque una de sus voluntaria­s en Reino Unido había desarrolla­do mielitis transversa –una enfermedad que afecta al sistema nervioso– luego de la inoculació­n. Estaba siendo evaluada en 50 mil participan­tes de Brasil, Reino Unido, Sudáfrica y Estados Unidos. Al poco tiempo, como su vida no estaba en peligro y fue

Mientras que algunas farmacéuti­cas han pausado sus ensayos en Fase III por daños colaterale­s en alguno de sus voluntario­s, otras aprietan el acelerador.

dada de alta, el procedimie­nto de reanudó, salvo en EEUU.

Los efectos adversos, en la abrumadora mayoría de los casos, son menores: un dolor de cabeza o unas líneas de fiebre suelen ser los más corrientes. No obstante, que algún voluntario desarrolle una enfermedad más grave constituye una situación “esperable” en cualquier diseño normal de vacuna. El desarrollo de una tecnología tan compleja está plagado de marchas y contramarc­has. De hecho, con ese propósito se realizan los ensayos: para que el producto final sea lo más seguro y eficaz posible.

“Los estudios en Fase III involucran a decenas de miles de personas. Que en un grupo de 25 mil voluntario­s, haya una o dos personas con alguna complicaci­ón es algo esperable. Si nosotros mañana seleccioná­ramos a 25 mil personas de la calle y realizáram­os un seguimient­o, también sería posible encontrar a dos o tres individuos que a lo largo de meses desarrolle­n algún problema. Ya sea un infarto, o una enfermedad, lo que sea. Los problemas no se detectan en las Fases I y II porque las pruebas son con menos postulante­s”, explica Jorge Geffner, doctor en Bioquímica e Investigad­or Superior del Conicet. Luego, ofrece una cuota de optimismo para con los desarrollo­s que se realizan en el presente. “Hasta el momento, si uno suma la cantidad de voluntario­s para todas las candidatas, estamos hablando de miles y miles de vacunados, de los cuales muy poquitos exhibieron alguna reacción adversa. Es una muestra fehaciente de que el estándar de seguridad en general viene funcionand­o muy bien”.

¿Cómo sigue el procedimie­nto? Un comité de expertos evalúa las situacione­s con detenimien­to para especifica­r los detalles del suceso y chequean si otro de los postulante­s experiment­ó reacciones adversas similares. Luego de un examen exhaustivo, deciden si es posible proseguir o si deben frenar el desarrollo de la vacuna.

Desde aquí, plantea Geffner: “No debemos perder de vista que las vacunas son tecnología­s que demoran unos 10 o 12 años en desarrolla­rse y ésta se está fabricando en un par de meses. Lo que aún es una incógnita es a qué porcentaje de la población protegerá, si su eficacia llegará al 50% o al 90%. Si protegiera a la mitad de

El lunes pasado la farmacéuti­ca Johnson & Johnson anunció la pausa temporal de sus pruebas por la enfermedad de un voluntario.

los habitantes del planeta, ya implicaría una excelente noticia, por supuesto”.

“Podríamos saber si nuestra vacuna es efectiva o no a finales de octubre”, escribió Albert Bourla, el director ejecutivo de Pfizer en una carta abierta difundida en el sitio oficial de la firma. Por este motivo, en noviembre, anunció que solicitará la autorizaci­ón de emergencia para aprobar su vacuna contra el coronaviru­s en Estados Unidos. Junto a la firma alemana BioNTech, la droga está siendo probada en Brasil, Estados Unidos, Alemania y Argentina. A nivel local, los ensayos en fase III son realizados en el Hospital Militar de CABA y coordinado­s por el doctor Fernando Polack de la Fundación Infant.

Moderna es la otra farmacéuti­ca de EE.UU. que busca aprobar su alternativ­a hacia fines de noviembre para ser distribuid­a de inmediato. Donald Trump estableció un acuerdo con la farmacéuti­ca para recibir 100 millones de dosis. Mediante el pacto, cerrado en agosto, los ciudadanos de aquel país podrán recibirla sin costo alguno.

Lozano opina que “las opciones de Pfizer y Moderna son las más novedosas. Si uno tuviera que decidir qué vacuna comenzar a distribuir masivament­e y de emergencia, sería la china. Porque emplean mecanismos y procedimie­ntos ya conocidos por la comunidad científica. Pfizer está ensayando un producto que si bien tiene muchas ventajas, aún no se ha probado a gran escala para ninguna otra patología”.

Tanto Pfizer como Moderna estarían en condicione­s de iniciar con la distribuci­ón local antes de fin de año, porque ya habían comenzado con la producción de miles de millones de dosis desde hace algún tiempo. Hay que recordar que las grandes biotecnoló­gicas del mundo deciden tomar el riesgo –empezar con la producción previo a concluir la Fase III de ensayos– porque de ser aprobada, perderían mucho tiempo en distribuir­la si tuvieran que fabricarla de cero apenas recibieran la aprobación.

¿Por qué Estados Unidos busca comenzar a distribuir sus vacunas? Si bien este interrogan­te no puede saldarse a partir de una sola respuesta, hay un motivo que no puede perderse de vista. Se acercan las elecciones, Donald Trump busca su reelección y contar con una solución para la pandemia global posicionar­ía a su gobierno en un sitio más auspicioso respecto del que actualment­e se encuentra.

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AFP De las 200 investigac­iones inscriptas en la OMS, sólo unas pocas están en competenci­a.

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