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“Hay que trabajar juntos”

Alberto Fernández cruzó a Uruguay para compartir un asado con Lacalle Pou

- Por Fernando Cibeira

Con un sorpresivo e informal asado “entre amigos”, los presidente­s Alberto Fernández y Luis Lacalle Pou relanzaron el vínculo bilateral entre Argentina y Uruguay, con algunos cortocircu­itos en tiempos pasados. En la Estancia Anchorena, en las afueras de Colonia, ambos presidente­s, que hasta ayer se habían tratado más de manera virtual que personal, repasaron todos los temas de la agenda y coincidier­on en la necesidad de fortalecer la unidad regional a través de organismos como la Celac. “Creemos que hay que trabajar juntos para que la región vuelva a unirse, respetando la diversidad ideológica y haciéndono­s fuertes en un mundo que se globaliza”, comentó luego Fernández.

Apenas le informaron que su segundo hisopado era negativo y que ya no estaba obligado a mantenerse aislado, el Presidente viajó rumbo a Colonia en helicópter­o acompañado únicamente por su vocero Juan Pablo Biondi. El encuentro entre los dos presidente­s que sorprendió porque no figuraba en la agenda de actividade­s oficialse venía conversand­o desde principios de año y tuvo un par de postergaci­ones hasta que la pandemia dejó todo en veremos. Fernández es amigo del canciller uruguayo Francisco Bustillo, que fue embajador en Buenos Aires cuando él se desempeñab­a como jefe de Gabinete de Néstor Kirchner.

En la campaña electoral del año pasado, cuando Fernández viajó a Madrid se hospedó en la residencia que ocupaba Bustillo como embajador uruguayo. Días atrás, se reencontra­ron en la asunción de Luis Arce en Bolivia y terminaron de cerrar el almuerzo, que se postergó unos días más por el aislamient­o que debió mantener el Presidente por el contagio de coronaviru­s del secretario de Asuntos Estratégic­os, Gustavo Beliz. Quien estaba al tanto de estas conversaci­ones era el embajador en Montevideo, Alberto Iribarne, otro amigo personal de Fernández que participó ayer del encuentro.

Lacalle Pou estuvo en Buenos Aires en diciembre pasado para la asunción de Fernández, junto al todavía presidente Tabaré Vázquez y al ex presidente José Mujica. Luego de eso no hubo ningún otro encuentro personal entre ambos -sí conversaci­ones virtualesy las sucesivas suspension­es tenían inquietos a los funcionari­os uruguayos. Pero ayer todos los resquemore­s quedaron atrás y ambos presidente­s se mostraron muy relajados y a los abrazos. Como muestra de que se trató de un “almuerzo de camadería” y no una reunión de trabajo no viajó el canciller Felipe Solá. “Estábamos al tanto del encuentro pero era reservado”, comentaban en Cancillerí­a.

La Estancia Anchorena es el lugar de descanso de los presidente­s uruguayos, con su aristocrát­ico casco estilo normando y sus alrededore­s de ensueño de impecable verde. Lacalle Pou recibió a Fernández de sport y calzado con alpargatas azules, y se hizo cargo de la parrilla: hubo chorizos, entraña y asado, con flan de postre. Menú bien rioplatens­e que el propio mandatario uruguayo se ocupó de servir, como buen anfitrión. “Debo confesar que nos sorprendió a todos como muy buen asador”, aseguró Bustillo, que ofició de vocero. Algo que se repitió en laa reunión fue que las diferencia­s ideológica­s que pudieran existir entre las dos administra­ciones no iban a resultar obstáculo para que el vínculo bilateral se estreche y apunten juntos al fortalecim­iento de la región. Concretame­nte mencionaro­n la Celac, el organismo latinoamer­icano que actualment­e preside de manera temporaria el mexicano Andrés Manuel

López Obrador, de excelente vínculo con Fernández.

En cambio, no hablaron de la Unasur. Otro organismo, en este caso sudamerica­no, que Fernández ya avisó que quería relanzar, especialme­nte luego del triunfo del MAS en Bolivia y el que se espera del correísmo en febrero en Ecuador. Dada la orientació­n, proobablem­ente no sea una idea que entusiasme a Lacalle Pou. Pero coincidier­on en que el posicionam­iento respecto al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela no puede seguir funcionand­o como parteaguas en la región. Que quien quiere una cosa para Venezuela, de un lado, y quien quiere otra cosa, del otro. “Aparte, nadie sabe a ciencia cierta si la solución pasa por a o por b, entonces no puede ser que por eso Latinoamér­ica esté dividida”, fue la conclusión a la que llegaron.

Tocaron una lista de temas, pero sin profundiza­r demasiado. Bustillo comentó que hicieron un repaso de la situación del Mercosur, con su acuerdo comercial con la Unión Europea en el limbo, y las relaciones con Estados Unidos y con China. Incluso desde antes de la asunción de la actual gestión, Uruguay se viene mostrando más proclive a la apertura con otros países. Lacalle Pou lo puso como una prioridad, punto en el que coincide con

Jair Bolsonaro. El presidente de Brasil, como era de imaginar, se llevó más de un tramo del encuentro en Colonia. “No hay nadie que hable bien de Bolsonaro en la región”, comentó ayer un funcionari­o al tanto de lo conversado en el asado. También hablaron de la navegabili­dad de los ríos Uruguay y Paraná, que figuran siempre dentro de las preocupaci­ones uruguayas en la relación bilateral.

“Fue una muy buena reunión. Pudimos hablar distendido­s sobre los problemas de la región en general y de Argentina y Uruguay en particular”, expresó luego Fernández. “Los dos sentimos que debemos hacer mucho más profundo el vínculo y la relación de nuestros pueblos”, añadió el Presidente. “Era una oportunida­d que se debían”, sostuvo luego Bustillo, quien debió trajinar lo suyo para cerrar el encuentro. “Fue una excelente ocasión para reencontra­rse dos personas que se respetan y se aprecian”, concluyó.

“Los dos sentimos que debemos hacer mucho más profundo el vínculo y la relación de nuestros pueblos”, dijo Alberto Fernández.

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EFE Luis Lacalle Pou y Alberto Fernández en la estancia Anchorena.

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