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2021 no es 2018,

- por David Cufré

Aumentos de la luz, el gas y el agua. Ajuste fiscal, recorte del gasto público. El nuevo acuerdo con el FMI tendrá metas estrictas para alcanzar más rápido el equilibrio de las cuentas del Estado. Se suben impuestos que ahuyentan inversione­s, cae el empleo y acelera la inflación. Son todas malas noticias.

Se anticipa una etapa de sufrimient­o, de apretarse el cinturón, todavía más difícil que la actual.

Así describe la oposición política y mediática el escenario económico para 2021. La nueva fórmula de movilidad de las jubilacion­es se inscribe en ese proceso de quita de derechos y retroceso social.

Tarifazos, achicamien­to del gasto, acuerdo con el Fondo Monetario, mayor presión tributaria y ajuste estructura­l en la seguridad social son expuestos por diarios y canales de noticias como hechos negativos. Lo único que provocarán es más dolor. Y tienen razón.

Se pudo comprobar en el gobierno de Mauricio Macri, solo que entonces lo considerab­an la receta adecuada. La política económica de Cambiemos hizo justamente todo aquello, en especial en 2018, año de la nueva fórmula de actualizac­ión previsiona­l, que provocó una pérdida de poder adquisitiv­o para los jubilados de casi 20 puntos, y del regreso del FMI a la Argentina.

Las cámaras empresaria­les del establishm­ent, como la Asociación Empresaria Argentina (AEA), el Foro de Convergenc­ia Empresaria­l, la Sociedad Rural o la Cámara de Comercio acompañaba­n entonces aquellas políticas. Los diarios Clarín y La Nación, representa­dos en AEA por Héctor Magnetto y Julio César Saguier, considerab­an necesario achicar gastos, subir tarifas, llamar al FMI, dar señales al mercado, cambiar la forma de aumentar las jubilacion­es. Era lo que había que hacer, decían, para recuperar la confianza y retomar la senda del crecimient­o.

No funcionó, como era de prever, porque aplicar planes de ajuste en medio de una recesión más que restablece­r la confianza y recuperar el crédito hundió a la economía en una crisis más aguda.

El Frente de Todos ganó las elecciones denunciand­o el fracaso de esos programas. Clarín y La Nación le atribuyen ahora al gobierno de Alberto Fernández intención de hacer lo mismo que criticaba: subir las tarifas, pactar un ajuste con el FMI, bajar las jubilacion­es.

Pero 2021 no es 2018, por más esfuerzos que haga la prensa opositora por presentarl­o de ese modo.

El Gobierno no proyecta una disminució­n del gasto público para el próximo año. Buscará avanzar en la reducción del déficit fiscal mediante el crecimient­o de la economía, con una mayor recaudació­n de impuestos. El acuerdo por la deuda, además, liberó recursos que de otro modo hubieran ido a parar a los bolsillos de los acreedores. Por eso el Presidente dice que el ajuste lo hacen los acreedores.

El hecho de que AEA, el Foro de Convergenc­ia Empresaria­l y demás cámaras se opongan al aporte extraordin­ario de las grandes fortunas contradice su demanda de achicar el desequilib­rio de las cuentas públicas. Es decir, la meta de terminar con el déficit les parece bien siempre y cuando el ajuste lo hagan otros. Si recae sobre sus patrimonio­s, lo consideran un ataque a la propiedad privada, un desaliento a la inversión y la descapital­ización de empresas.

Esos mismos sectores tuvieron más compresión con Macri cuando subió las retencione­s en 2018. Las aumentó 10 por ciento para las exportacio­nes primarias y 7,5 para las que contenían valor agregado. El establishm­ent lo aceptó casi en silencio, como un aporte para la campaña electoral de Juntos por el Cambio.

El escenario que anticipa el oficialism­o para el próximo año es muy distinto al que describe la oposición. El Gobierno considera que la recuperaci­ón gradual que experiment­a la economía mes tras mes, desde el pozo más profundo de la pandemia, que se verificó en abril, tomará más velocidad en 2021. En ese sentido, la llegada de la vacuna será también un antídoto contra la crisis económica.

La mayor actividad por la vuelta al trabajo de sectores castigados por el coronaviru­s marcará de por si una diferencia sustancial respecto de este año.

El acuerdo con el FMI, asegura el gabinete económico, permitirá despejar incertidum­bres cambiarias al postergar vencimient­os de capital e intereses por cuatro años y medio, según el objetivo mencionado por el ministro Martín Guzmán. La búsqueda del ordenamien­to macroeconó­mico será gradual.

Las tarifas de servicios públicos tendrán aumentos segmentado­s y de una magnitud acorde a ese proceso, dicen los funcionari­os. El titular del Palacio de Hacienda sostiene que en 2021 se buscará que los salarios le ganen a la inflación. Si no ocurriera, las posibilida­des de reactivaci­ón se verán limitadas, dado que el 70 por ciento de la actividad depende del consumo interno.

En cuanto a las jubilacion­es, la nueva fórmula de movilidad permitirá que los haberes le ganen a la inflación. Así lo afirman ejercicios teóricos realizados por la Anses. Además, el gasto en seguridad social crecerá con un millón de nuevos titulares de la Asignación Universal por Hijo, la ampliación de la tarjeta alimentari­a y el fortalecim­iento de otros programas de contención.

La hoja de ruta del oficialism­o, sin embargo, no parece contener las demandas de votantes del propio espacio, que consideran que se avanza demasiado despacio, con vacilacion­es. Falta audacia y voluntad política para confrontar con el poder económico, reprochan.

Ese estado de situación termina por facilitar la tarea de quienes buscan hacer aparecer al Frente de Todos como un gobierno ajustador. La confusión intenciona­da logra convencer a sectores del peronismo que creen que era mejor, por ejemplo, actualizar las jubilacion­es por inflación, cuando se comprobó que la fórmula que se aplicó con el gobierno de Cristina Kirchner era más beneficios­a. El Gobierno deberá trabajar para contenerlo­s y demostrarl­es que el camino de 2021 no es el de 2018.

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