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C. Williams

- * De de Gran Bretaña. Especial para

hecho con toda la banda, cuando hizo su audición para reemplazar a Scott. Ex frontman de la banda de Newcastle Geordie, tuvo que viajar hasta Londres en tren y llegó a los Vanilla Studios un poco tarde. “Abrí la puerta y entré, ‘Hola amigos, soy Brian de Newcastle, perdón por llegar un poquito tarde’. Y Malcolm solo dijo ‘Ah, ahí estás, llegaste’ y vino y me dio una botella de cerveza negra y dijo ‘Largo viaje, ¿no?’”. Johnson se ríe. “Por supuesto, eso ayudó a calmar mis nervios. No es que estuviera tremendame­nte nervioso pero esta era una gran banda, y yo solo tocaba en pequeños clubes de Newcastle y los alrededore­s. Los muchachos habían estado ensayando durante un tiempo, tratando de superar la muerte de todo un personaje y un gran amigo y compañero como Bon. Y la primera vez que me los encuentro me regalan una gran sonrisa... no los conocía como individuos, podrían haber sido antipático­s pero no lo fueron, toda la banda me trató bien.”

Esa actitud era típica del hermano mayor de los Young, dice el cantante. “Malcolm era muy generoso con todos. Siempre tenía tiempo y te prestaba atención. Pero cuidado, si perdía los estribos porque alguien había sido realmente idiota... no toleraba muy bien a los tontos.” Williams tiene recuerdos similares de su primer viaje para una audición, desde el Merseyside en 1977. “Mal se mostró muy abierto, con una sonrisa y haciendo chistes, tratando de hacerme sentir confortabl­e. Era un gran tipo”.

Cuando Malcolm tuvo que dejar la banda, los demás extrañaron muchísimo su presencia en el escenario. “Angus siempre decía ‘a menudo miro dos veces hacia donde está Malcolm porque siempre se siente como si hubieran dos personas tocando la guitarra’”, recuerda Johnson, y su rostro se ilumina y su voz gana velocidad. “Era así de lúcido. Y Cliff puede decir lo mismo,

“Cuando entramos al estudio, todos sentimos la presencia de Malcolm”, dice Johnson. podía terminar todo un set sin haber pifiado ni una vez. Si alguien llegaba tarde a algo a él no se le escapaba. Si el sonido no estaba en su lugar... nunca podías engañarlo o disimularl­e algo, estaba siempre atento a todo. Simplement­e amaba lo que hacía, y te dabas cuenta de eso: la pasión que le ponía, su pequeña pierna arriba y abajo”. Johnson parece atravesar la pantalla. “Un montón de guitarrist­as acostumbra­ban acercarse y preguntar ‘Malcolm, ¿cómo conseguís ese sonido?’, y Mal solo les contestaba: ‘Pegale duro, man’. Eso es todo lo que decía”. Williams se ríe: “¡Para un tipo que medía 1,60, su sonido

“Hemos estado juntos tanto tiempo que la sensación es que Mal no puede haberse ido. Podemos sentir su presencia.”

era de dos metros treinta!”

Grabar Power Up fue fácil. “En primer lugar tenés que tener buenas canciones”, dice Johnson. “Y estas canciones son fabulosas”. También estaban de regreso en un estudio que conocían y grabaron con Brendan O’Brien, quien produjo los dos discos anteriores de AC/DC. “Brendan trae una vitalidad que es muy difícil de describir”, explica Johnson. “Siempre te mantiene ocupado, nunca estás sentado o quieto, y es de esos tipos que te llama por tu nombre completo: ‘¡Cliff Williams! ¡Brian Johnson! ¡Angus Young!’ Usa todo tu nombre: ‘¡Brian Johnson, subí las escaleras, te toca cantar! Ustedes, chicos, ¡Angus Young, Cliff Williams! ¡Phil Rudd, vení acá, ensayá la próxima canción, tenemos que hacerla en las próximas dos horas! ¡Brian Johnson, movete! ¡Es el fucking Sargento Bilko!”

Estas son canciones gigantes, suficiente­mente grandes en una grabación, pero que merecen ser escuchadas en vivo, a su máxima expresión. Johnson y Williams se lamentan de que aún tenga que pasar cierto tiempo antes que la pandemia permita otra gira de AC/DC. “Somos tipos nerviosos”, dice Johnson. “¡No me gusta estar sin hacer nada, me resulta desagradab­le!”. En estos últimos años el vocalista ha extrañado el escenario. “Para mí es una de las más grandes sensacione­s en el mundo”, dice. “Cuando salís ahí afuera y el público empieza a rugir... la multitud con este magnífico, ensordeced­or rugido: ahí de pronto te das cuenta que más vale que estés preparado para afrontar el trabajo, pibe.”

Su público es más viejo hoy, aunque en los shows ven fans acérrimos con sus hijos sobre los hombros, y sienten esperanza para una nueva generación de fanáticos del rock. “Creo que en estos últimos años el rock’n’roll desapareci­ó un poco del mainstream”, admite Johnson. “La gente puede decir ‘Oh, esa cosa ruidosa, esa cosa vieja’. Pero todo se mueve en ciclos, y creo que es una cuestión de tiempo. Con este album espero que los pibes lo escuchen y digan ‘¡Quiero comprarme una guitarra, quiero tocar eso!’. Porque se merece estar ahí arriba. No es una broma, es una forma de música muy seria y con historia. Una forma de música muy seria, para conseguir la mejor diversión con ella.”

The Independen­t

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