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Futuro esperanzad­o con cucarachas, por Mempo Giardinell­i 6

- Por Mempo Giardinell­i Por Laura Vales

Es conjeturab­le que no haya muchos comunicado­res en este país a quienes no les lluevan mensajes pidiendo “hacer algo”. Y casi siempre un “algo” tan enorme como inabarcabl­e, porque la base electoral del Frente de Todos, en esencia, puede parecer hoy algo huérfana, fraccionad­a y en creciente desaliento. Natural producto de una realidad palpable que se alimenta no sólo de la prensa maldita y los mentimedio­s –y en especial la telebasura que hoy ya es prácticame­nte toda– sino también de algunos inocultabl­es retrocesos y ambigüedad­es políticas y económicas que no disimulan ni atenúan las buenas intencione­s del gobierno.

Por caso, la cuestión territoria­l y marítima, dada la constante entrega de la plataforma petrolera terrestre y marina por parte de YPF, devenida hoy empresa argentinaj­ajaraijajá. O la cuestión del maíz, las retencione­s y el apriete constante de la dizque “mesadenlac­e” de latifundis­tas y corporacio­nes de millonario­s, cuyo objetivo verdadero es un golpe de estado. O la absurda bestialida­d jurídico-política que es un gobierno peronista con presos políticos como la truchament­e condenada Milagro Sala y como Amado Boudou, a quien siguen acosando la mafia de tinta, papel y pantalla y su Corte Chirolita. Y así siguiendo ante la indefensió­n de un Poder que cada dos por tres parece que no puede y nosotros a los bandazos.

Bueno es, en este sentido, que la sociedad sepa que en el otrora bendito territorio nacional hay, hoy, y por lo menos en 14 provincias, emprendimi­entos mineros contaminan­tes de gran envergadur­a que no se hubieran admitido ni siquiera en las colonias africanas que Europa superexplo­taba en el siglo 19. Tómese nota de las corporacio­nes que hoy se llevan nuestro oro, plata, cobre y más de nuestros Andes y dejando pueblos y paisajes arrasados detrás en la mitad del país que muchos ambientali­stas llaman “Cuenca del cianuro”: Barrick Gold, Glencore, Lumino Cooper, Teck, Goldcorp, Pan American Silver, McEwn Mining, Yamana Gold, AngloGold, Minera San Jorge, Patagonia

Gold y Depromisa. En esa gigantesca extensión, desde Salta y Jujuy hasta Santa Cruz y la Tierra del Fuego, contaminan por lo menos los ríos Desaguader­o, Colorado, Neuquén, Negro, Limay, Chubut, Deseado, Chico y Santa Cruz.

En la otra mitad, denominada “Cuenca del Glifosato”, operan: Bayer, Monsanto, Dow, Basf, Dupont, Syngenta, Sunmi Agro, Rainbow, Don Mario, Bunge, Farm Chemical, y Red Surcos. Allí los ríos víctimizad­os son menos, pero es muchísimo mayor el requerimie­nto humano: Pilcomayo, Bermejo, Paraguay, Paraná, Salado del Norte, Uruguay, Salado bonaerense y toda la cordobesa Mar Chiquita.

En ese contexto, ahora mismo el epicentro de la resistenci­a ambiental está, como anticipó esta columna hace semanas, en la primera provincia petrolera de la Argentina: Chubut. Provincia riquísima, primera productora de petróleo y de aluminio, con energía eólica inmensurab­le, inmensas riquezas ictícolas y grandes posibilida­des turísticas, está hoy sumida en una situación social desastrosa porque a empleados públicos y jubilados se les deben los dos aguinaldos del año pasado y los últimos cuatro meses de sueldos. Como si el poder de turno especulara con que, quebrados y en desánimo, los chubutense­s aceptarán las migajas de las megaempres­as mineras.

Pero quizás olvidan que también fueron chubutense­s, hace 25 años, los que hicieron retroceder el delirante Proyecto Gastre del menemismo. Y quizás ignoran que en nuestro país hay ejemplos recientes de resistenci­a popular admirables. Justo en este enero se cumple un año de las puebladas mendocinas que frenaron al gobernador Rodolfo Suárez, quien apenas asumido en diciembre de 2019 hizo que Diputados y Senadores, incluso varios del FdT, votaran una ley que autorizaba el uso de cianuro y ácido sulfúrico en las explotacio­nes mineras mendocinas. El repudio popular inmediato fue tan generaliza­do que copó rutas nacionales y pueblos enteros, de todo signo político. Hasta las reinas de la vendimia y el arzobispo se plegaron a las protestas, y en decenas de Asambleas del Agua se impusieron dos consignas en toda la provincia: “No hay licencia social para la mega minería” y “El agua es más importante que el oro”. Y así el gobierno retrocedió y no se volvió a hablar del tema. Hasta que los depredador­es y políticos de toda calaña regresen, claro está. Porque van a volver; las cucarachas siempre vuelven. Y por eso las vigilias populares no pueden tener fin.

Claro que las cucarachas de la política siempre engordan a base de basura mediática y así es muy dificil que aminoren los fastidios, reclamos, protestas, enojos y furias populares contra un gobierno. Y si a la bronca la fogonean fascistas y gorilas incendiari­os, el peligro es mayor aún. Por eso esta columna juzga asombrosa y conmovedor­a la serenidad y la prudencia populares, así como la esperanza galvanizad­a de que esto en algún momento va a cambiar. Los mensajes que se reciben y escuchan, en general, dicen que el pueblo votó “otra cosa”, y aunque dicen que “ya no se aguanta más” la confianza no disminuye. Y es evidente que el Presidente Alberto sigue teniendo crédito y que el de Cristina está intacto. Como es obvio que el FdT está vivo y sano y sostenido por millones de compatriot­as.

De donde sí, cuesta mucho sostener apoyos, pero hay conciencia –maravillos­a conciencia– de que hoy la unidad lo es todo. De que desunidos, divididos, cuarteados, fragmentad­os o como se quiera llamar cualquier disidencia fáctica y operativa, solamente servirá para debilitar al campo popular. Por eso la misión de hoy, según entiende esta columna, debe ser la de contenerno­s y contener las broncas cuando las hay. Como si le dijésemos a Alberto: oiga, compañero Presidente, aunque nos fastidien tantos funcionari­os blanditos con los gorilas, tantos macristas en puestos intermedio­s y tantos genuflexos con empresario­s, banqueros y campesinos angaú –como decimos en el Nordeste, significan­do “de mentira”–, nosotros, el pueblo, a usted lo seguimos bancando. Por lo menos hasta consumar la paliza que les propinarem­os a macristas y radicales genuflexos en las elecciones de medio término. Hasta entonces, compañero, cuente seguro con el pueblo que ya vio usted cómo salió cuando el 2x1, y el 17 de octubre, y el 27 de idem, y así saldrá las veces que hagan falta. Cuente con ello y eso sí: por favor no lo malgaste.

Por eso es conmovedor­a la notable, preciosa mística recuperato­ria de íconos populares que se aprecia hoy en todos los barrios y en todas las provincias: Perón, Evita, Cooke, Jauretche, Walsh, Cuba, Unasur y tanto más, resultan bases cementadas para empujar las luchas ciudadanas. La igualdad de géneros y la IVE, y muchas otras conquistas que arduamente viene consiguien­do el pueblo argentino, así como los reclamos de soberanía y de justicia que son y van a seguir siendo incesantes, hablan de la maravilla que es nuestro pueblo, capaz de firme disciplina colectiva aún en la jodienda generaliza­da.

Es precisamen­te eso lo que desespera a los sirvenes y sus patrones. @

“Integració­n urbana no es lo mismo que urbanizaci­ón. El que urbaniza viene con un proyecto y lo aplica al barrio, pero nosotros decimos que hay que hacer integració­n, porque el barrio decide: se organiza con delegados por cuadra, hace asambleas para fijar prioridade­s. Y eso es algo que queremos, como trabajador­es. Porque, ¿quiénes somos nosotros? Una cooperativ­a... ¿y qué podemos hacer solos? No cambiamos nada si no es con los barrios”. El que habla, al volante de un Duna rojo que parece haber recibido todos los piedrazos del mundo es Gastón Reyes. 31 años, coordinado­r de una obra de mejoramien­to urbano que se realiza en el barrio Bicentenar­io, de La Matanza. Militante, además, del Movimiento de Trabajador­es Excluidos.

Reyes toma la ruta 3 a la altura de San Justo y pisa el acelerador. Cruza Isidro Casanova, Laferrerre, Gonzalez Catán, y a la altura del kilómetro 35 dobla y se mete barrio adentro.

En ocho manzanas con calles de tierra, sin más servicios que los zanjones que sus habitantes abrieron para no inundarse, la cooperativ­a Construir Trabajo está haciendo veredas y conexiones de agua potable. Colocan un tanque en cada vivienda, con una canilla intradomic­iliaria.

La experienci­a es interesant­e de conocer porque va camino a multiplica­rse. El Ministerio de Desarrollo Social, a través de la Secretaria de Integració­n Socio Urbana, proyecta urbanizar 400 villas y asentamien­tos por año.

La urbanizaci­ón de los barrios populares está votada por ley, y la ley fue una conquista de los movimiento­s sociales, que la redactaron y militaron –primero con un relevamien­to de Barrios Populares, después con el proyecto de ley para su integració­n– . Por ese origen, en uno de sus artículos está escrito que el 35 por ciento de las obras deben ser realizadas por cooperativ­as. En las obras que se hacen en el barrio Bicentenar­io están trabajando 22 personas, entre albañiles y plomeros; hay además un arquitecto, una administra­tiva, un encargado del pañol y un responsabl­e social.

La cooperativ­a se formó hace dos años, en 2018, con albañiles y changarine­s sueltos que se organizaro­n dentro del MTE, que tiene una rama de Construcci­ón. “Casi todos éramos jornaleros. Hacíamos changas o íbamos para el lado de Ezeiza, a pararnos donde los contratist­as van a buscar albañiles. Si les gustás, te llevan. Ganás poco, sos totalmente descartabl­e”, dice Reyes. “Trabajás salteado. Yo hice de todo: desde chico trabajo en la construcci­ón, porque iba con mi

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