Washington DC, blindado y desierto
El despliegue de miles de militares en la capital de EE.UU. Tanto el centro de la ciudad como las sedes de los Parlamentos de varios estados del país extremaron las medidas de seguridad.
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Por miedo a nuevas protestas de simpatizantes del mandatario saliente Donald Trump, tanto el centro de Washington como las sedes de los parlamentos de varios estados del país se blindaron y quedaron prácticamente aislados. La imagen marca la tensión que existe en Estados Unidos en la víspera de la asunción presidencial de Joe Biden el próximo miércoles, y que se multiplicó tras el ataque al Capitolio del pasado seis de enero.
La semana pasada, el FBI advirtió que existían convocatorias para realizar protestas de seguidores de Trump frente a las legislaturas de los 50 estados y de la capital. Por eso, el domingo algunos de esos distritos como Michigan, Ohio y Pensilvania decidieron reforzar la seguridad de esos edificios hasta blindarlos. Lo mismo pasó en la capital, Washington DC, donde más allá de algunas detenciones aisladas aún no se vieron escenas de violencia o de tensión similares a las que días atrás impactaron al mundo.
La capital de Estados Unidos se convirtió en una fortaleza desde la violenta invasión al Congreso: al menos diez mil miembros de la Guardia Nacional ya fueron desplegados y varias calles en el centro fueron bloqueadas con barreras de concreto. Este operativo convertirá a la investidura de Biden en la que cuente con mayor despliegue de seguridad de la historia de Estados Unidos. Los 25 mil militares que se esperan en Washington este miércoles serán el quíntuple del total de cinco mil soldados desplegados ahora en Irak y Afganistán.
Las autoridades de Washington DC detuvieron este fin de semana a una mujer que se hizo pasar por policía y a un segundo hombre armado cerca del Capitolio, después de haber detenido este viernes a otro, quien aseguró que se había perdido. Por ahora no se confirmó que ninguno de los tres detenidos tuviera una intención clara de provocar nuevos episodios de violencia en la capital, o que fueran seguidores del mandatario republicano.
El último hombre detenido, identificado como Guy Berry, paseaba la madrugada del domingo por la avenida Massachusetts, a un kilómetro del Capitolio, con su pistola “claramente visible” en una cartuchera, de acuerdo con el relato policial. Fue arrestado por portar una pistola sin licencia, poseer cargadores de alta capacidad y tener munición no registrada.
Un día antes, el sábado por la mañana, una mujer fue detenida en uno de los puntos de acceso al amplio perímetro cercado que cubre todo el centro de Washington. La mujer, que no fue identificada, dijo que era una agente de seguridad y exhibió un medallón de bolsillo que suele pertenecerle a comandantes militares. La policía del Capitolio no creyó su historia y la mujer finalmente fue detenida acusada de hacerse pasar por un agente de seguridad, por no obedecer a un agente de la ley y por huir de él.
Estos dos nuevos arrestos se suman al de otro hombre, Wesley Allen Beeler, al que la policía acusó de intentar entrar el viernes en el perímetro cercado del centro de Washington con al menos un arma y más de 500 balas. Sin embargo, Beeler aseguró al Washington Post que solo se acercó al punto de control situado cerca del Capitolio porque se había perdido en la capital, a la que había llegado desde Virginia para trabajar como agente de seguridad de una empresa privada. “Fue un error inocente”, aseguró Beeler, y agregó que sí tiene licencia para llevar armas, pero la había olvidado en casa, y que no es cierto que llevara más de 500 balas en el auto, tal como sostiene la policía. @
Al recibir la Casa Blanca de Donald Trump, el presidente Joe Biden también heredará una serie de complejos desafíos. La pandemia, la crisis económica, el cambio climático y la injusticia racial son “crisis que demandan acción urgente”, dijo el futuro jefe de gabinete, Ron Klain. Biden firmará una docena de decretos en su primer día como presidente de Estados Unidos este miércoles, mientras las autoridades despliegan un inédito operativo de seguridad en Washington y en las capitales de varios estados del país para prevenir nuevos hechos de violencia por parte de simpatizantes radicalizados del mandatario saliente.
Estados Unidos se está acercando rápidamente a los 400 mil muertos por coronavirus y registra más de un millón de casos nuevos por semana. La economía atraviesa serias dificultades, con diez millones de empleos menos disponibles en comparación con el comienzo de la pandemia. Biden reveló esta semana sus planes para reactivar la actividad económica a través de nuevos y millonarios pagos de estímulo, y dijo que buscará acelerar los esfuerzos para distribuir la vacuna contra la covid-19 en todo el país. Apenas asuma, Biden firmará decretos que incluyen un plan para que el país se una nuevamente al acuerdo climático de París y para revertir la prohibición de Trump a la entrada de personas de varios países de mayoría musulmana.
Donald Trump abandona la presidencia como el líder de la oposición, con perspectiva de lanzar su candidatura en cuatro años. Cuando salga de la presidencia, Jair Bolsonaro no contará con una situación tan favorable. Siempre hubo diferencias entre ellos, en medio de tantas similitudes. Las diferencias empiezan a contar más en el momento en que dejan el poder.
Trump fue un importante creador de opinión, a través de la cadena NBC, durante más de diez años, antes de que los estadounidenses lo eligieran presidente. Era un millonario, dueño de edificios, campos de golf, casinos, entre otros. El magnate neoyorquino tenía una relación conflictiva con el Partido Republicano, que se ha resistido a su influencia.
Los dos mandatos de Obama representaron una hegemonía muy amplia del Partido
La lucha contra el coronavirus será el primer gran desafío que deberá asumir el nuevo presidente estadounidense. Se trata de la única nación desarrollada que lleva un año sin poder controlar su primera ola de covid-19, y registró más de 3.200 muertos diarios en la última semana. El ritmo desenfrenado de contagios disparó las hospitalizaciones y varios estados se encuentran al borde del colapso sanitario.
En el país del mundo más afectado por la pandemia, las primeras medidas prometidas por Biden incluyen: testeos gratuitos, tapabocas obligatorios a nivel nacional, y establecimiento de nuevos criterios para el cierre de comercios. Una de sus promesas que más titulares acaparó es la de administrar 100 millones de dosis de la vacuna contra la covid19 en sus primeros 100 días en la Casa Blanca, tras el inicio de una campaña de inmunización que avanza más lenta de lo previsto. El principal infectólogo del país, Anthony Fauci, dijo que se trata de un plan “absolutamente realizable”.
Biden aseguró que defenderá la ley ACA (Affordable Care Act), más conocida como Obamacare, que extendió el seguro médico a personas que no podían pagarlo y en campaña llegó a hablar de una Bidencare, que prolongaría el acceso y promovería una reducción en los precios de medicamentos a través de una mayor regulación estatal. La propuesta constituye un giro de 180 grados respecto al gobierno de Trump, que desde
Demócrata, de tal forma que Hillary Clinton era la favorita para ser elegida en 2016. Sin una candidata que pudiera rivalizar con ella, el Partido Republicano cedió a la candidatura de Trump como el único el que podía competir con Hillary. A pesar de que tuvo menos votos, Trump triunfó con una ofensiva final acelerada, apostando por los estados donde podría ganar, aunque por una pequeña diferencia, para obtener los votos en el Colegio Electoral que lo llevaron a la presidencia. Fue un logro que el Partido Republicano no habría conseguido si no hubiera sido por Trump.
A partir de ese momento, se estableció un nuevo tipo de relación entre Trump y los republicanos. Estos quedaron rehenes del gobierno del magnate, en la medida en que Trump podría contar con un partido implantado a nivel nacional, con muchos gobernadores y la mayor parte del Senado.