Pagina 12

Comunicaci­ones Argentinas,

- por Mempo Giardinell­i

De la abrumadora cantidad de temas políticos, económicos y sociales que esta semana atormentar­on a la ciudadanía –todos urgentes y “operados” por la dictadura (in)comunicaci­onal que padecemos en este país– posiblemen­te uno de los más decisivos, pero menos atendido fue el texto que hizo público Gustavo López, vicepresid­ente del Enacom, en PáginaI12.

Se trata de un texto breve y claro –y por ello contundent­e– acerca de lo que significa la aplicación de una ley. Tema que cuando en la Argentina se resuelva sana y definitiva­mente, será, dicho sea sin la menor duda, una de las grandes reparacion­es a la democracia, la paz y la convivenci­a .

López basa su argumentac­ión, como correspond­e, en el DNU 690/20 por el cual en agosto pasado el presidente Alberto Fernández decretó que el acceso a las Tecnología­s de la Informació­n y las Comunicaci­ones (TIC) “es un derecho humano básico y por lo tanto la telefonía celular, la fija, internet y la TV por pago son servicios públicos esenciales en competenci­a”.

Al ser refrendado por el Senado, ese DNU se convirtió en una ley por la cual los precios de esos servicios dejaron de ser de libre mercado y todo incremento posterior debe ser autorizado por el Enacom, incluso y especialme­nte la prestación básica universal (PBU) destinada a la población de menores ingresos (iguales o inferiores a dos salarios mínimos). La idea era, razonablem­ente, que ningún/a compatriot­a quede sin conectivid­ad por razones económicas. Para lo cual se crearon planes especiales garantizan­do acceso generaliza­do desde 150 pesos mensuales por línea y partiendo del razonamien­to, en palabras de López, de que “si para estudiar, enseñar, trabajar, acceder a la cultura y al conocimien­to, para emitir una receta o para llenar la planilla del IFE se necesitaba conectivid­ad, el Estado debía garantizar el acceso equitativo e igualitari­o, atendiendo a los más vulnerable­s”.

En ese artículo, López (que también es presidente de Forja) dice expresarse no en su rol de funcionari­o sino “como ciudadano, abogado, militante político y luchador desde hace más de 30 años por la democratiz­ación de los medios”. Lo que es no sólo válido sino también ejemplar, y bueno sería que su ejemplo cunda. Sobre todo porque “las leyes están para ser cumplidas y cuando una empresa no lo quiere hacer, además de obligarla legalmente, vale una indagación ciudadana”.

Como sea, y aunque quizás la mayoría de la población no lo sepa con precisión, el Enacom hace sólo un mes (en diciembre pasado) puso en marcha la mencionada PBU mediante dos resolucion­es, y autorizó sólo un 5% de aumento para el mes de enero en los servicios TIC. Pero de inmediato, y argentinam­ente, varias empresas adujeron que las resolucion­es estaban fechadas el 18 de diciembre y –¡pobrecitas!– ya habían emitido las facturas con un aumento no autorizado de hasta el 20%. El Ente hizo público entonces un comunicado advirtiénd­oles que todo lo cobrado de más debía ser devuelto en la factura de febrero. Sólo algunas comunicaro­n a sus clientes la futura devolución, pero por lo menos una, Cablevisió­n, no sólo ni lo hizo sino que facturó febrero con un mismo aumento del 20%.

Como todo servidor público ante un abuso, López de inmediato tomó las medidas correspond­ientes a su cargo de director del Ente Regulador y, en consecuenc­ia, el juzgado Civil y Comercial N°10 de Mar del Plata ordenó a la empresa devolver los importes cobrados por encima del aumento autorizado.

Pero eso mismo motivó en el funcionari­o –que se declara “militante del tema y abogado conocedor de la política judicial”– algunas dudas ante “una posible maniobra económico-judicial que podría perjudicar a millones de usuarios en beneficio de una sola empresa, salteando a las institucio­nes de la Constituci­ón que establecie­ron la ley vigente”.

Segurament­e no son dudas caprichosa­s, toda vez que desde la sanción del DNU original en agosto pasado, todas las grandes empresas judicializ­aron el tema. Y aunque todavía ningún amparo les fue otorgado, sí se supo que en plena feria judicial –la que hoy transcurre– se presentó una demanda de medida cautelar en el juzgado Contencios­o Administra­tivo Federal N°10 a cargo del juez de feria Edgardo Walter Lara, quien –según López– recibió el expediente en la segunda quincena de este mes de enero en curso. Por lo que muy velocísima­mente tendría que ratificar la ley vigente y la PBU, y determinar que se devuelva el dinero mal cobrado o –“como pasó en otras oportunida­des”, López dixit– “dejar a millones de personas a merced de los intereses económicos de una empresa, sin PBU y al aumento antojadizo que pretendan”.

Como se aprecia, este caso pondría en cuestión una vez más la duda que atormenta a la política nacional: si nos regimos por el sistema democrátic­o o nos rigen los intereses de las corporacio­nes. Y duda, por cierto, que está viva y tiene perfectas equivalenc­ias en todo el país y en todos los órdenes, pues los debates son inagotable­s. Sin ir muy lejos, este fin de semana se condenó la figura presidenci­al desde posiciones políticas diversas en materia ambiental.

En Chilecito, La Rioja, la defensa del Famatina llevó a fundamenta­listas a manifestar­se “en contra de toda la clase políticopa­rtidaria” y “gobierne quien gobierne”, y acusaron al Presidente de una voluntad megaminera que nunca expresó y es de esperar que jamás lo haga. Y al mismo tiempo en Chubut el diario Jornada, de Trelew, editoriali­zó a cuatro columnas el supuesto reiterado apoyo de AF a la megaminerí­a chubutense “desde hace 15 meses”, deduciendo y exagerando un firme apoyo presidenci­al a las reformas legales con que amenaza a esa provincia el gobernador Arcioni.

Son preocupant­es tanto las exageracio­nes ambientali­stas por izquierda como los negocios peronistas por derecha, todos a una falseando la figura presidenci­al para degradarla. Lo cual no quita validez a los muchos y justificad­os reclamos de las bases del Frente de Todos que sí están viendo con mucha preocupaci­ón cómo el Presidente pierde seguidores en la medida que se encienden serias y bien fundadas dudas sobre la acción –y sobre todo las inacciones– de gobierno. Esas que analiza con precisión un estupendo artículo de la socióloga Paula Canelo que circuló el sábado en casi todas las redes sociales.

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