Las puertas de la percepción
Antonin Artaud (1896-1948) viajó a México en 1936 para encontrarse con la espiritualidad primitiva de las culturas autóctonas que preservaban su identidad más allá de las imposiciones coloniales. En Viaje al país de los tarahumaras (1948), narra su vivencia con los indios tarahumaras, con los que tomó peyote, un cactus que tiene un elevado contenido en alcaloides psicoactivos, especialmente la mescalina: “Comprendía que estaba inventando la vida, que esa era mi función y la razón de mi ser y que no me aburría cuando había perdido la imaginación y el peyote me la daba”.
En Las puertas de la percepción (1954), Aldous Huxley (1894-1963) explica paso a paso su experimentación con 400 miligramos de mescalina, supervisado por el doctor Humphry Osmond, quien estaba usando la misma sustancia para el tratamiento de la esquizofrenia. “Media hora después de tomada la droga advertí una lenta danza de luces doradas. Poco después hubo suntuosas superficies rojas que se hinchaban y expandían desde brillantes nódulos de energía, unos nódulos vibrantes, con una vida ordenada continuamente cambiante. En otro momento, cuando cerré los ojos, se me reveló un complejo de estructuras grises, dentro del que surgían esferas azuladas que iban adquiriendo intensa solidez y, una vez completamente surgidas, ascendían sin ruido hasta perderse de vista. Pero en ningún momento hubo rostros o formas de hombres o animales. No vi paisajes, ni espacios enormes, ni aparición y metamorfosis mágicas de edificios ni nada que se pareciera ni remotamente a un drama o una parábola. El otro mundo al que la mescalina me daba entrada no era el mundo de las visiones; existía allí mismo, en lo que podía ver con los ojos abiertos”, confiesa Huxley y no viene mal recordar que en Un mundo feliz (1932), la droga ficticia “soma” se convierte en el personaje central de la obra.
Yonqui, la primera novela que publica William Burroughs en 1953, trata sobre la adicción a la heroína a través de su alter ego William Lee. “La droga es el producto ideal… la mercancía definitiva. No hace falta literatura para vender. El cliente se arrastrará por una alcantarilla para suplicar que se la vendan”, se lee en El almuerzo desnudo (1959), otra novela de Burroughs (1914-1997). Entre los clásicos de la generación beat se destaca En el camino, de Jack Kerouac (1922-1969) y el poema Aullido (1956), de Allen Ginsberg. Marihuana, mescalina, ácido, cocaína… estas son algunas drogas del cargamento que agotó el protagonista de la novela
Pánico y locura en Las Vegas (1971), de Hunter S. Thompson (1937-2005), el creador del periodismo gonzo, novela que fue llevada al cine interpretara por Johnny Depp y Benicio del Toro. Para cerrar otra novela que fue llevada al cine: Trainspotting, del escritor escocés Irvine Welsh, historia que narra la vida de un grupo de jóvenes adictos a la heroína a fines de los años 80 del siglo XX.