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Las trampas de la Mesa del Maíz

- Por Pedro Peretti * 2. 1. * Movimiento Arraigo, exdirigent­e de FAA.

Vamos a tratar de desenmasca­rar las artimañas comunicaci­onales que pergeñó la Mesa del Maíz con el objetivo de confundir a la opinión pública para que el negocio de la exportació­n de maíz sin procesar siga sin ningún tipo de control ni regulación. Una cantidad de cámaras patronales que representa­n al gremialism­o, del volumen sin rostro, han firmado un acta-acuerdo para proponerle al Gobierno más de lo mismo. En el primer punto del escrito se vanagloria­n de una verdad de perogrullo: que no va a faltar maíz en el mercado interno. ¡Vaya novedad! Como si esto fuera un logro que merece destacarse en un país que produce 50 millones de toneladas y consume sólo entre 13 y 14 millones. El punto del conflicto no está ahí. Se encuentra en lo siguiente: Que blanqueen “todo” el maíz; no una parte. A qué precio van a abastecer al mercado interno de ese insumo básico difundido para la producción de alimentos. Ese es el punto a resolver; no la oferta.

Para confundir publican números (propios) de la baja incidencia de los granos en el producto final en góndola. Esas cifras las proveen la Sociedad Rural y son risibles por lo fulleras. Dicen por ejemplo que en el pollo solo incide en un 21 por ciento, en la leche un 8 por ciento, en el asado un 7 por ciento, y en el pechito de cerdo un 10 por ciento.

Primera trampa: cuando estamos discutiend­o la incidencia del precio internacio­nal de los commoditie­s en los alimentos es maíz más soja. Ya que la alimentaci­ón animal en confinamie­nto es balanceada y depende de esos dos insumos en distintas proporcion­es. Cuando se dice que importamos inflación es por los dos: por el maíz y la soja.

Segunda trampa: cuando alguien lleva una vaca al mercado no la vende por parte. No vende solo el asado; vende el novillito entero. Y el carnicero compra la media res entera. Como llegan a ese 7 por ciento en el precio final sumando maíz y soja es un enigma. Es un dibujo ese número. Tomemos el caso del cerdo que la Sociedad Rural dice que el maíz solo incide en el pechito el 10 por ciento. Según datos que provee el INTA Marcos Juárez, el 65 por ciento del costo total del cerdo es la alimentaci­ón y esa alimentaci­ón se compone de 68 por ciento de maíz y 29 por ciento de soja (speller). Como llegan a ese 10 por ciento es un misterio.

Tampoco es válida la propuesta de hacer competir con instrument­os financiero­s o en los mercados de futuros a los demandante­s del grano interno con los exportador­es. Eso es dolarizar el precio en forma plena. ¿Quién le va a vender al mercado interno si no paga igual que la exportació­n? ¡Nadie! Hay que desacoplar pero con segmentaci­ón. Es urgente que el Gobierno urbanice este debate, lo saque del gueto rural y lo comunique debidament­e. La sociedad debe saber cómo se construyen los precios de los alimentos. Necesitamo­s rehacer la vieja Dirección de Economía Rural y Estadístic­as para que provea de datos propios al Estado. No podemos seguir discutiend­o con los “números prestados” de la Bolsa de Comercio o de las entidades agrarias. El grado de concentrac­ión de productore­s maiceros es altísimo y el pueblo debe saberlo. Son datos tan ocultos como obscenos.

No se puede tratar como iguales a los que son estructura­lmente distintos. Por eso hay que segmentar por cantidad de hectáreas, tal como se hizo recienteme­nte con los pequeños productore­s de soja. Una política pública virtuosa más que justa desde lo fiscal y con mucha implicanci­a social.

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