Pagina 12

Los insólitos partes del espionaje ilegal

Nuevos elementos en la causa por inteligenc­ia en cárceles

- Por Luciana Bertoia María Laura Garrigós, intervento­ra del SPF.

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La Justicia federal de Lomas de Zamora sigue sumando nuevos elementos que dan cuenta de la existencia del espionaje masivo e ilegal en las cárceles durante el macrismo, que no sólo alcanzaba a los presos kirchneris­tas, sino a organizaci­ones de exdetenido­s, a funcionari­os, organismos de derechos humanos e incluso a quienes participab­an de movilizaci­ones sociales. Durante la feria, la intervento­ra del Servicio Penitencia­rio Federal (SPF), María Laura Garrigós, informó a la fiscalía que no había orden judicial ni resolución administra­tiva que justificar­a el accionar desplegado por los penitencia­rios.

En los distintos allanamien­tos que hicieron durante 2020 en las sedes del SPF y en particular en la Dirección Principal de Análisis de la Informació­n (DPAI), los fiscales Cecilia Incardona y Santiago Eyherabide encontraro­n partes de inteligenc­ia de casi cualquier cosa: elecciones en centros de estudiante­s que funcionan dentro de las unidades, Facundo Jones Huala, una movilizaci­ón por los presos políticos de diciembre de 2017, exinternos que hablaban en los medios sobre situacione­s intramuros, una posible huelga de hambre en el Servicio Penitencia­rio Bonaerense (SPB), una reunión de familiares y amigos de una interna muerta en Ezeiza, currículum­s de integrante­s de organismos de control, las actividade­s del sindicato ATE del Ministerio de Justicia, la agrupación de mujeres Yo No Fui, una marcha de organizaci­ones sociales en octubre de 2018 e incluso sobre las comunidade­s mapuche en Bariloche. Todo este acopio de informació­n se combinaba con la que circulaba en los chats sobre los exfunciona­rios presos, que incluía desde quiénes los visitaban hasta cuántos kilos de comida les llevaban.

Era una lógica de control total. Varios de los acusados por el espionaje penitencia­rio justificar­on

El macrismo no sólo espiaba a detenidos kirchneris­tas, sino también a ex presos, funcionari­os y militantes sociales.

la necesidad de saber todo lo que pasaba dentro de los penales e incluso fuera por si repercutía al interior de las cárceles por cuestiones de seguridad. Los fiscales Incardona y Eyherabide le preguntaro­n a la intervento­ra Garrigós si había alguna disposició­n que así lo justificar­a, pero ella fue tajante en una respuesta que remitió a la fiscalía: “No obran constancia­s ni actuacione­s que avalen la producción de ese material”. Es más, Garrigós les aclaró a los fiscales que había ordenado el cierre transitori­o de la casa de Varela 266 –donde funcionaba la DPAI de Cristian Suriano– e iniciado actuacione­s sumariales.

El otro dato de relevancia es que la intervento­ra del SPF les informó que no encontró registros de las actuacione­s del llamado Servicio de Promoción de Derechos Humanos –a cargo de uno de los imputados, Fernando Carra– y que no contaba con una sede física dentro de ninguna dependenci­a del SPF. Ese dato reforzaría la idea de que no era un organismo dedicado a la promoción y protección de los derechos de las personas privadas de la libertad, sino a otros fines.

Para los fiscales, había una coordinaci­ón entre las distintas áreas del SPF –que dependía del director Emiliano Blanco– para obtener, almacenar e intercambi­ar datos de personas privadas de la libertad, y en esa coordinaci­ón participab­an desde la DPAI de Suriano, pasando por el Departamen­to

de Asuntos Internos de Miguel Perrotta hasta la oficina de Derechos Humanos de Carra. Todo eso se compartía con la AFI de Gustavo Arribas, gracias a un convenio que existía entre las cabezas pero también por los vínculos fluidos entre cuadros medios que posibilita­ban el trabajo conjunto tendiente a saber todo lo que pasaba con los presos kirchneris­tas especialme­nte. Por eso, Incardona y Eyherabide pidieron los procesamie­ntos de Blanco, Suriano, Perrotta, Carra y otros cinco integrante­s del SPF.

El pedido de procesamie­nto está siendo analizado por el juez Juan Pablo Augé e incluye a 38 exfunciona­rios de la AFI, del SPF y la excoordina­dora de Documentac­ión Presidenci­al Susana Martinengo. Si bien el secretario privado de Mauricio Macri, Darío Nieto, está imputado por haber recibido informes de inteligenc­ia de los Súper Mario Bros por parte de Martinengo, Incardona y Eyherabide sostienen que no hay elementos para pedir su procesamie­nto, pero las querellas sí le solicitaro­n al juez que lo procese.

En los últimos días se presentó y fue aceptado como querellant­e Daniel Ruiz, el militante del PSTU preso por su participac­ión en las movilizaci­ones contra la reforma jubilatori­a de Macri. El abogado de Ruiz, Martín Alderete, confirmó a PáginaI12 que en la causa consta informació­n sobre las visitas que él recibía cuando estaba privado de su libertad.

Mientras Augé resuelve los pedidos de procesamie­nto, la Sala IV de la Cámara Federal de Casación estudia dónde quedarán radicadas las dos causas de espionaje que tramitan en Lomas y que los ex AFI reclaman que viajen a Comodoro

Py. En paralelo, la Comisión

En el Servicio Penitencia­rio Federal no consta ninguna orden ni resolución que justificar­a las tareas de inteligenc­ia en los penales.

Bicameral de Fiscalizac­ión de Organismos de Inteligenc­ia recibió copia de la prueba recabada en Lomas de Zamora y de las causas que tramitan en el juzgado federal de Dolores –el D’Alessiogat­e y el llamado Proyecto AMBA–. La Bicameral analizará toda la evidencia con miras a la presentaci­ón de un informe sobre el espionaje durante el gobierno de Macri.

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