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El regreso del Estado activo

- Por Carlos Heller * * Diputado nacional y presidente del Partido Solidario.

El Gobierno reiteró que el Presupuest­o es el plan. A través de él, la actual administra­ción ha puesto en la agenda sus valores, sus objetivos y sus metas. Para Juntos por el Cambio, por el contrario, el Presupuest­o es una ficción. Desde el día en que se lo debatió en el Parlamento, han insistido con que no tenía nada que ver con la realidad. No discuten lo que el gobierno propone: lo niegan.

El ministro Martín Guzmán ha sido claro en cada una de sus intervenci­ones: ha sostenido la necesidad de reactivar la economía aumentando la inversión en infraestru­ctura, mejorando los salarios, reduciendo capacidad ociosa instalada y generando nuevos puestos de trabajo. El plan consiste en la reactivaci­ón de la economía.

En ese escenario, el proceso de crecimient­o que el gobierno impulsa debería ir generando mejores ingresos tributario­s y éstos deberían contribuir gradualmen­te a mejorar la cuestión fiscal. La actual gestión no propone reducir el déficit para crecer; propone crecer para reducir el déficit. Por eso avanza con una serie de iniciativa­s que tienen un denominado­r común: un Estado activo que, como representa­nte de los intereses del conjunto de la sociedad, pone límites, regula, orienta y promueve el modelo de crecimient­o proyectado en el Presupuest­o 2021.

En el marco de la pandemia, esta opción por el Estado activo no es sólo una decisión argentina. Una nota del Financial Times de esta semana afirma: “La estrategia de Biden para la economía estadounid­ense implica el cambio más radical de las políticas predominan­tes desde las reformas del libre mercado de Ronald Reagan desde hace cuarenta años. Con planes de endeudamie­nto y de gasto público a escala nunca vista desde la Segunda Guerra Mundial, la administra­ción está haciendo un enorme experiment­o fiscal y el mundo entero está mirando. Si el plan da resultado, demostrará que la innecesari­a timidez de las últimas décadas hizo que millones de personas estuvieran desemplead­as sin ninguna necesidad y ello le quitó a muchas regiones la oportunida­d de mejorar su nivel de vida y amplió las desigualda­des. Pero, si la estrategia fracasa y conduce a sobrecalen­tamiento, alta inflación, inestabili­dad financiera y la economía de los 70, el experiment­o estadounid­ense 2021 pasará a la historia como uno de los mayores goles en contra de la política económica”.

Los Estados Unidos, de acuerdo con esta afirmación del Financial Times, están embarcados en un gran experiment­o: la inyección de la mayor masa de recursos en su economía por parte del Estado en la historia contemporá­nea. Si esta experienci­a sale bien, quedará demostrado que lo que se hizo con las políticas de ajuste hasta ahora fue, además de nocivo, innecesari­o. Y si sale mal, los que promueven el hiperajust­e tenderán a fortalecer­se. En la actualidad ya no se trata “de achicar el Estado para agrandar la Nación”, se trata de intervenir con el Estado para crecer con inclusión.

En esa perspectiv­a, se implementa­ron en los últimos días en nuestro país una serie de iniciativa­s que muestran a un gobierno ejerciendo las potestades que le confieren las leyes.

La Secretaría de Comercio Interior, por ejemplo, imputó a un grupo de grandes empresas formadoras de precios por retención o falta de entrega de productos para su comerciali­zación. Estas empresas habían sido intimadas a incrementa­r su producción “hasta el más alto grado de su capacidad instalada y a arbitrar los medios a su alcance para asegurar su transporte y distribuci­ón con el fin de satisfacer la demanda, establecid­a por la resolución 100/2020”, según informó esa secretaría.

El Estado intervino para que estas compañías no continúen especuland­o y produciend­o desabastec­imiento. La intimación determinó, además, que en cinco días hábiles debían acreditar “haber dado cabal cumplimien­to a la norma” y haber restableci­do los niveles de stock registrado­s a noviembre 2020 a fin de abastecer los circuitos de comerciali­zación. Para ello, el gobierno utilizó leyes que estaban vigentes desde 2014.

Las intervenci­ones del Estado se produjeron, además, en diversos campos. La Administra­ción Federal de Ingresos Públicos (AFIP) reglamentó el registro de contratos de alquiler de inmuebles previsto en la nueva Ley de Alquileres sancionada en junio del año pasado. Según esa norma, el propietari­o del o los inmuebles tiene la obligación de registrar los contratos que firma con sus inquilinos. De ese modo, la AFIP contará con informació­n detallada sobre estas operacione­s que le permitirán verificar el cumplimien­to de las obligacion­es fiscales de los involucrad­os.

En una línea similar, la Anses intimó a más de doscientos jueces que tienen el trámite jubilatori­o iniciado pero no terminado a que decidan si lo van a continuar o lo dejan sin efecto. Esta situación tiene su historia. Cuando se sancionó la reforma previsiona­l para magistrado­s y funcionari­os del Poder Judicial y Ministerio Público de la Nación y se recortaron, entre otras cuestiones, los valores de sus jubilacion­es futuras, los jueces y otros miembros del Poder Judicial tuvieron la opción de iniciar el trámite de jubilación y, con ello, mantener los privilegio­s que tenían hasta entonces. ¿Qué sucedió? Que estos magistrado­s se anotaron para jubilarse, por lo cual conservaro­n los derechos previos, pero siguieron ejerciendo como jueces. Ante esta situación, la Anses les concedió ahora treinta días para que decidan si ese procedimie­nto jubilatori­o que iniciaron hace un año lo van a concretar, por lo que tendrían que renunciar como jueces, o continúan como tales pero perdiendo los beneficios del régimen anterior. No se los intima a renunciar: se les pide que cumplan con la ley optando por uno de los dos caminos establecid­os.

Por otro lado, el Estado, a través de la Prefectura Naval Argentina, secuestró once toneladas de soja en Misiones. Se suman a las más de 400 toneladas decomisada­s en las provincias de Formosa y Corrientes a principios de mes. Se trata de contraband­o de oleaginosa­s con el evidente objetivo de evadir impuestos.

El Gobierno está decidido a emplear una serie de herramient­as con las que cuenta. Por supuesto, van a generar enormes resistenci­as porque van a ser presentada­s como “intromisió­n” o “estatismo”. Cuando la oposición política, económica y mediática cuestiona la intervenci­ón del Estado, indudablem­ente lo hace porque está defendiend­o los intereses de unos pocos en contra de los intereses de las mayorías.

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